Las editoriales son tan opacas con las cifras de ventas como Suiza con el secreto bancario, pero este año ya va casi un 30% de caída de ventas.
Es peligroso ser editor en España; no tanto como ser escritor, pero empieza a parecerse. El sector del libro en España está en números rojos, rojo sangre porque todo el oficio parece herido de gravedad. Por quinto año consecutivo (en paralelo a la crisis, no hay más explicación) descienden las ventas y acumula ya un 29,9% de caídas en lo que llevamos de 2013. Ya ni el libro de bolsillo salva las cuentas (caída del 24%); mientras, la piratería (esa peste para los autores que es, en gran medida, responsabilidad de los editores y sus precios y la psique fenicia del español medio) y la pereza de los españoles para dar el salto hacia el formato electrónico (tan sólo es el 3% del negocio total) tampoco ayuda a recuperar por algún lado lo que se pierde con el papel y la tinta.
La Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) ofrece sus datos y es claro: se vendieron 170,24 millones de libros, lo que supone 2.471,49 millones de euros en 2012, un 10,9% menos que el año anterior. Se publicaron 79.175 títulos (ensayo, novelas, cuentos, antologías, poesía, divulgación) con una tirada media de 3.540 ejemplares por cada uno, de las más bajas que hay en Europa si seguimos la proporción habitante/tirada que se suele usar. En esto Francia y Alemania derrotan por goleada a todos, naciones netamente lectoras, tanto o más que Reino Unido. Todo eso coloca a la industria en una tesitura muy mala: está en los niveles de 2001, es decir, una década perdida.
Librerías vacías: la crisis golpea sin cesar
Los editores han hecho sonar las alarmas y asumen que la situación llegará a un punto en la que no sea rentable seguir con el negocio. Más allá del populismo de frases como “se está poniendo en juego la supervivencia de la creación cultural” de Javier Cortés, presidente de la FGEE, que ha abierto la feria Liber 2013 con estos datos como ariete para “espabilar” a un sector adormecido y a una administración pública que ha vuelto a recortar fondos culturales. Por ejemplo: mientras que en 2013 se presupuestaron 7,61 millones de euros (una miseria comparado con lo que mueve el sector) para fomentar el libro y las publicaciones culturales este año se cae a los 7,35 millones, con apenas 630.000 euros para compras de bibliotecas, una de las mayores fuentes de ingresos del sector.
Pero hay que ser optimista, o cuando menos intentarlo. El libro sigue siendo el principal puntal de la industria cultural española junto con los museos, es la cuarta del mundo tras gigantes como EEUU, Francia o Alemania (principalmente por la expansión lentísima hacia Latinoamérica), con una facturación de 5.461 millones de euros si sumamos el mercado interior y el exterior. Lo cual es un defecto: ¿cómo es posible que disponiendo de la tercera mayor comunidad lectora del mundo gracias al español la industria editorial nacional esté por detrás de idiomas mucho menos hablados como el alemán?
Aún así la exportación, potencial tabla de salvación del sector, sigue en el 30% del total; aquí sí hubo un incremento del 4,1%. Por zonas el principal mercado es la Unión Europa (lógico si se tiene en cuenta que no hay aranceles, mientras que México, Argentina y Brasil (por su intensa enseñanza del español) son los principales destinos secundarios.
Las ferias del libro, una de las pocas oportunidades para hacer caja