Neil Gaiman ha adaptado en seis episodios la novela ‘Buenos presagios’ que escribió junto a Terry Pratchett para Amazon Prime Video, que la estrena el próximo 31 de mayo.

Neil Gaiman, escritor, guionista, productor y lo que haga falta, una de las luminarias propias del mundo del cómic, la novela fantástica y el creador original detrás, por ejemplo, de ‘American Gods’, ajusta cuentas con su fallecido gran amigo Terry Pratchett (legendario autor de ciencia-ficción y épica), con el que escribió a cuatro manos ‘Buenos presagios’, ahora convertida en miniserie de seis capítulos. Fue el último favor que le pidió su amigo, cuya muerte dejó a Gaiman en un estado de tristeza profunda que le dificultó mucho, como él mismo dice, seguir adelante con los guiones que le encargó Amazon.

El terror al bloqueo, al papel en blanco, a que cuando Gaiman se quedaba temporalmente seco siempre tenía a Pratchett para tirar del carro. Esta vez no había ayudas, estaba solo para convertir aquella novela de 1990 en la que confluyeron un gran autor de literatura fantástica con uno de los mitos de la ciencia-ficción en una serie. En realidad el encargo vino de mucho antes, pero los ocho años que Pratchett se pasó padeciendo Alzheimer evitaron cualquier intento de reorganizar el trabajo. Finalmente éste le pidió por carta a su amigo que siguiera adelante, lo que le provocó un fuerte impacto a Gaiman, que reconoció en la presentación del proyecto a finales de 2018 en Londres que se quedó en blanco al principio, paralizado. Casi dos años de trabajo después (lo que evidencia los parones y lo que le costó a Gaiman seguir solo) ya tenía el ajuste de cuentas con su querido compañero.

El resultado es una miniserie que rezuma la ironía y el humor de Pratchett con el talento de Gaiman para modelar escenarios donde la fantasía se insertan como si fuera una realidad consolidada, una obra muy buena con los rostros de Michael Sheen, que interpreta al ángel Aziraphale, y David Tennat, que da vida al demonio Crowley. Ambos deben unirse para encontrar (“repescar” más bien) al Anticristo y evitar el Apocalipsis, que en realidad ya ha empezado: los ejércitos del Bien y el Mal se agrupan, la Atlántida está resurgiendo, llueven sapos y los ánimos están alterados. Estos dos son la última oportunidad para la Humanidad, a la que conocen bien porque ambos llevan siglos viviendo entre los humanos. Les gusta su vida, son prácticos y no quieren renunciar a nada por el Juicio Final. La voz de Dios será la de Frances McDormand, y la del Diablo, Benedict Cumberbatch.

Una auténtica “Buddy Movie” al estilo de Hollywood pero con dos seres antagónicos unidos por un bien mayor. Entre los actores de renombre aparece también Jon Hamm dando vida al arcángel Gabriel según la idea original de Pratchett, un tipo con trajes caros y todo un sketch vivo de humor. Toda la serie es un gran mecano al estilo inglés, con mucho humor ácido, una alteración completa del universo judeocristiano y un canto a la importancia del grupo frente al devenir: salvar a la Humanidad por una buena razón, enfrentarse a unos planes divinos, a lo que está profetizado y escrito porque siempre hay otro camino. ‘Buenos presagios’ tenía ese leitmotiv, la capacidad para infundir sentido común a una historia ya determinada y que todos conocemos.

Neil Gaiman, el todoterreno multigénero

Leyenda viva del cómic, creador de algunas de las sagas más célebres de este arte, Gaiman es sobre todo un autor de letras en tinta y papel, un motor literario que se apropia de mitologías, sentimientos y tradiciones culturales para desarrollar su creatividad. Y la literatura es una de ellas, algo escondida por su trabajo en el cómic. Es más conocido por ser uno de los mayores autores de cómic vivos, el padre de ‘The Sandman’, un clásico original salido de las páginas de relatos que él mismo creó. También por ser uno de los que más y mejor ha empujado hacia la adaptación de calidad del cómic a la pequeña y gran pantalla. Pero antes que nada Gaiman es escritor. Gaiman es inglés, y desde su infancia bebió de la literatura nacional con una fuerza desmedida.

Entre sus fuentes siempre ha citado a Tolkien, pero también a otros autores como C. S. Lewis o G. K. Chesterton, así como toda la literatura épica tradicional europea, desde el ‘Beowulf’ que todo escolar británico ha leído a las sagas nórdicas. Acunado desde sus primeros años por esos mundos, convertido en un niño-lector ávido de más historias, es lógico que se estimulara su vena artística. Tanto que desde muy temprano decidió ser escritor. Es decir: Gaiman primero fue autor, y sólo después llegó hasta el mundo del noveno arte, como una expansión de su talento y también por azares del destino. Uno de ellos fue más que determinante y tiene el punto de arranque en el momento en el que abandona los estudios y se mete de lleno en el mundo de la prensa. Colaboró con revistas, periódicos, como articulista, crítico literario y entrevistador… todo fue bien hasta que en una de esas entrevistas conoció a Alan Moore.

Moore es lo más parecido al modelo del guionista casi perfecto del mundo del cómic, un autor que tiene más de escritor y filósofo que de guionista, y que ayudó a realizar el gran cambio de rumbo del cómic en los años 80 y 90. Fue como darse de bruces con el maestro, una figura dominante que despertó en Gaiman su amor por el cómic y, sobre todo, le mostró que el camino de lo literario muchas veces puede pasar por trasladarse a otras artes y formas de representación. A través de Moore llegaría hasta Dave McKean en los años 80, con el que crearía su primer tándem profesional y una novela gráfica iniciática, ‘Casos violentos’. De ahí pasó a DC Comics en EEUU, bajo cuyo paraguas editorial crearía su gran saga, ‘The Sandman’.

Esta saga, y su personaje principal homónimo, es un dios de los sueños que camina entre la fantasía y la realidad, un mundo-puente onírico y sobrenatural que obedece a las tendencias de literatura fantástica de Gaiman, que encontró así camino abierto para su imaginación. Y siempre con McKean como compañero de viaje para darle salida a su labora literaria. Porque hay que tener claro que Gaiman es un autor. Una prueba de ello es que una de sus primeras arremetidas literarias fue nada menos que con Terry Pratchett en 1990, ‘Buenos presagios’, cuando ya trabajaba como guionista. Un buen bautizo: Gaiman ha tenido buenos padrinos y socios: en 2011 publicó ‘Interworld’ junto a Michael Reaves, y ha sido constante la presencia de ilustradores en sus novelas y creaciones, principalmente Chris Riddell y Skottie Young.

Convirtió su querida ‘The Sandman’ en novela, pero fue desde luego con ‘American Gods’, publicada en 2001, donde se destapó como autor literario de género: fue la gran piedra de toque, su salto a las letras, con la que ganó el Premio Stoker en 2001, el Premio Hugo en 2002 y el Premio Nébula de Novela con esta obra. Repetiría éxito con ‘El libro del cementerio’ (publicada en 2008), que también le llevaría a ser Premio Hugo. El mismo mecanismo repetiría con otras dos obras, la novela corta ‘Stardust’ y su zambullida en la literatura juvenil, ‘Coraline’, que le consagraron como uno de los autores anglosajones más leídos y con más influencia en las nuevas generaciones. Y muchas de ellas han dado el salto al cine y la televisión.

Al igual que en su trabajo en el cómic, el estilo de Gaiman es un amor por el tenebrismo más que elocuente, la confluencia de la narración propia de la literatura fantástica y de terror mezclada con elementos de la ciencia-ficción. Y es así desde el principio: siendo niño, en su colegio era famoso por sus cuentos de una rana que viajaba en el tiempo. Su estilo bascula entre el necesario tono onírico y lírico con la agilidad narrativa para poder enganchar a millones de lectores. El resultado es un autor de género y con un gran éxito que en muchas ocasiones se confunde con su otro yo, un guionista de cómic y ficción audiovisual como hay pocos. Dos Neil, un solo Gaiman.