La belleza de la literatura es que aguanta cualquier asalto que le propongan, cualquier mestizaje. Es el discurso maestro de la civilización, y cuando Hugo Pratt decidió meterle mano a las memorias salvajes de Rimbaud en su periplo africano, ‘Cartas desde África’, surgió una novela ilustrada por el padre y maestro de Corto Maltés. Una sugerencia para regalos de esta época de consumismo cristianizado.

‘Cartas desde África’ (A. Rimabaud y Hugo Pratt – Editorial Gallo Nero, 24 euros) tiene el atractivo de ser una novela ilustrada por un genio del cómic, con una versión muy personal del dibujo. Nada menos que ochenta páginas de maridaje casi imposible si no fuera por el desafío que es volver a ese continente olvidado y primigenio en el que Pratt ya estuvo más de una vez a través de Corto Maltés. O en persona: su bagaje visual se concreta también por sus años de vida en Etiopía. Gallo Nero incluye en esta edición el elemento del cartoné, que da más fuerza a la acuarelas y líneas de Pratt. En total diez que embellecen el diario epistolar de un poeta loco metido de lleno en lo salvaje.

Para quien no sepa quién fue el poeta más alocado y que más lustre dio al concepto “bohemio” o directamente “bala perdida”. Rimabaud fue el poeta maldito por antonomasia; vivió una vida tumultuosa marcada por la inquietud, la droga y el amor homosexual. A los 24 años abandona todo para iniciar una larga deriva personal en la que acabará perdiéndose. Viaja por África y se establece en Abisinia donde vive del comercio del café. Durante sus años africanos Rimbaud mantuvo una correspondencia regular con su familia, sobre todo con su hermana Isabelle. Del aburrimiento y la decepción se pasó a la enfermedad, el dolor en la rodilla y la decisión de volver a Francia donde le amputan la pierna pero no logran salvarle de la muerte que le sobrevino cuando solo tenía 37 años.