Son actores, son jóvenes y los nuevos triunfadores de los Premios Max, que en su edición número XVII se lucieron con rock, reivindicación y un lamento por cómo está el sector.
Lo que importa, más allá de la eterna ausencia del Lex Luthor local, es decir, el ministro Wert, es que el teatro español, año tras año, se renueva y exprime al máximo su talento para reinventarse y seguir con la cantinela de siempre: el teatro está en eterna crisis pero siempre sobrevive y tira para delante con ideas, como la gran vencedora, de los premios de ayer, ‘Un trozo invisible del mundo’, sobre la inmigración, el racismo y la profunda insolidaridad que caracteriza al mundo. Esta obra, que se ha llevado cuatro de los seis premios a los que optaba, supone el debut de Juan Diego Botto como dramaturgo, donde también ejerce de actor. La dirección corre a cargo del otro iluminado, Sergio Peris-Mencheta.
Quizás se acuerden de él: era el chico moreno y sobreactuado de una serie que ahora parece jurásica, ‘Al salir de clase’: tras el fiasco en otras series y en el cine, Peris-Mencheta se reconvirtió en actor de teatro y sobre todo, después, en director, donde ha demostrado un gran talento escénico que supera con creces sus carencias en otros territorios. Ambos han sido los grandes elegidos de un año muy bueno para el teatro en cuanto a ideas, pero que sigue sin tener “jefe”: el ministro Wert hizo otra vez, usando terminología teatral, “mutis por el foro”. Además había que adaptarse a los nuevos sistemas: sólo hay ya 19 categorías de premios y el proceso de selección es también diferente. Los Max, por decirlo así, se reinventaban.
Juan Diego Botto en ‘Un trozo invisible del mundo’
Antes de pasar a otras consideraciones, la ceremonia en un escenario circular corrió a cargo de Jimmy Barnatán, que se montó un musical rock que llenó el Teatro Circo Price y que fue pasto de La 2, el canal menor de RTVE. Por lo menos este año se retransmitieron. Un gesto ante la ausencia no sólo de Wert, sino también del secretario de Estado de Cultura, José María Lasalle. Sin duda alguna el peso monstruoso del IVA sobre las actividades culturales, al 21%, es una rémora total sobre un gremio que no se merecería un trato así ya que representa casi el 5% del PIB nacional y es la principal imagen de marca del país.
Sin embargo se han dado pasos: estos nuevos Max coinciden con el reciente nacimiento de la Academia de las Artes Escénicas, una jefatura de mando central que debería ayudar al sector a sobrevivir a la caída del consumo, a los impuestos y al desprecio manifiesto de una parte de los medios de comunicación y de la clase política. Más allá de estos momentos de incertidumbre, los Max fueron reivindicación pura y dura de uno de los artes más antiguos de la Humanidad, la representación física de una historia, una de las grandezas de la vieja civilización y que es un síntoma del grado de desarrollo de una sociedad, ya sea en Occidente o Asia, donde más desarrollado ha estado el teatro a lo largo de los siglos.
Los premios, el despunte de Botto y Mencheta y el resto de triunfadores
Soledad, injusticia, odio, racismo, exilio, inmigración… el cóctel preferido de una Europa aterrada por un mundo que no controla. Así es la obra ‘Un trozo invisible de este mundo’, escrita e interpretada por Juan Diego Botto y dirigida por Sergio Periz-Mencheta, un tándem perfecto que se ha llevado los premios a Mejor Espectáculo, Mejor Actor, Mejor Autor Revelación y Mejor Diseño de Iluminación (para Valentín Álvarez). Los otros se los ha repartido el dúo. En la gala ambos dejaron claro que la obra es una reivindicación absoluta de los perdidos y marginales, a los que huyen y sólo reciben hostilidad. También Botto tuvo palabras para el gremio, donde el paro es descomunalmente grande (más del 70%).
Astrid Jones, Peris-Mencheta y Juan Diego Botto (actriz, director y autor-actor de la obra ganadora de este año)
Por detrás quedó ‘Barcelona’, una producción del Teatro Nacional de Catalunya que se llevó dos premios (Mejor Autor, para Pere Riera, y Mejor Actriz, para Emma Vilasarau) y que también es un latigazo histórico y homenaje, precisamente a los que cayeron durante los bombardeos de la ciudad condal durante la Guerra Civil. También fue premiada ‘Forests’, una coproducción angloespañola (la Royal Shakespeare Company y el Centro Dramático Nacional) en la que agarran por el cuello el alma del barod de Stratford-upon-Avon y que se ha llevado también dos premios, el de Mejor Composición Musical (Maika Makarovski) y Mejor Escenografía (Rebecca Ringst).
Todavía en teatro la Compañía Nacional de Teatro Clásico presentaba ‘El lindo don Diego’, que logró otro par de premios, el de Mejor Dirección de Escena (para Carles Alfaro) y el de Mejor Mejor Figurinista para María Araujo. El primero, además, hizo doble diana porque gano el premio a la Mejor Adaptación Teatral por ‘L’Estranger’ junto a Rodolfo Sirera.
El triunfo de Israel Galván (danza) y los premios para público infantil
Saliendo del mundo puramente teatral saltamos a la danza, donde ha despuntado Israel Galván con otra obra que aborda el odio entre gentes, ‘Lo real/Lo reel/The real’, estrenado hace no mucho en el Teatro Real madrileño y que aborda el genocidio de los nazis sobre el pueblo gitano, al que diezmó en el este de Europa durante los años 40. Galván se ha llevado nada menos que tres premios, los tres a los que había sido nominado después de la larga lista de preselecciones: Mejor Coreografía, Mejor Espectáculo de Danza y Mejor Intérprete Masculino. El Premio de Honor fue para la fallecida María de Ávila, recogido por su hija Lola.
En la parte femenina de nuevo ha sobresalido Eva Yerbabuena por ‘Ay’ como Mejor Intérprete Femenina, mientras que el Mejor Espectáculo Revelación ha sido para ‘The funamviolistas’, mientras que ‘El bosque de Grimm’ se quedó con el premio al Mejor Espectáculo Infantil y ‘La flauta mágica- Variaciones dei Furbi’, de Compañía Dei Furbi/Baubo, se ha llevado el de Mejor Espectáculo Musical.