El Museo Thyssen-Bornemisza inaugura hoy una muestra dedicada a una de las mujeres pioneras del arte, una de las primeras en sumarse el gigantesco movimiento impresionista francés.
‘Berthe Morisot. La pintora impresionista’, primera monográfica en España dedicada a la artista, estará abierta hasta el 12 de febrero, compuesta por más de un treintena de obras, casi todas llegadas desde el Musée Marmottan Monet de París, junto a un préstamo de la Fondation Pierre Gianadda de Martigny (Suiza), y a otras piezas pertenecientes a las colecciones Thyssen.
La muestra permite al visitante descubrir a la creadora de la versión más elegante, quizás más costumbrista y al mismo tiempo más fina de toda la panoplia de autores del movimiento impresionista. Una pintura luminosa a través de paisajes, escenas cotidianas e íntimos retratos femeninos. Casada con Eugène Manet, hermano de su maestro, Édouard Manet, fue la primera pintora en unirse al Impresionismo, participando en la ya mítica Primera Exposición Impresionista, en 1874, y en otras posteriores. Al igual que Mary Cassatt, Eva Gonzalès o Marie Bracquemond, Berthe Morisot fue relegada a la categoría de “artistas femeninas” por su temática de la vida cotidiana (mujeres, niños y escenas domésticas). Pero Morisot pintaba la realidad inmediata, su vida diaria, normal, siguiendo los cánones del impresionismo, que retrataba el mundo cambiante y dinámico y no estático. Era una mujer burguesa, así que pintó lo que veía y entraba en su realidad, ya que, recordemos, el mundo masculino era terreno vetado.
Su vida y su obra permiten acercarse también al papel de la mujer en la Francia de finales del siglo XIX. Porque Berthe Morisot no sólo fue una gran creadora, sino también una mujer burguesa, urbana, preocupada por la moda y una activa animadora cultural, que apoyó a intelectuales y artistas como Manet, Renoir, Monet, Pissarro, Degas o Mallarmé. En palabras de Paul Valery: “La peculiaridad de Berthe Morisot es haber vivido su pintura y haber pintado su vida”.