Hoy sale a la venta ‘David Bowie Legacy’, que reúne en dos discos, más en formato vinilo (dos LP) para el 7 de enero próximo (en honor a la fecha de su fallecimiento), lo mejor de David Bowie de manera póstuma. Todos los formatos cuentan con una versión inédita del clásico de 1971 ‘Life on Mars?’ mezclado por el productor original Ken Scott.

Desde su fallecimiento su figura ha crecido como un gigante, hasta el punto de alcanzar la dimensión que quizás no tuvo en vida, al menos en su etapa final, cuando era un autor ecléctico que experimentaba sin cesar. Este doble álbum busca condensar un patrimonio musical y estético inmenso difícil de resumir, pero intenta sentar las bases con las canciones que permitieron influir en muchos otros músicos y generaciones. Y que no incluye sólo la música: dejó un legado de inspiración en diversas disciplinas, el arte, la moda, la interpretación y mucho más. Durante más de cincuenta años, desde sus primeras grabaciones hasta su último disco ‘Blackstar’, Bowie estuvo siempre a la vanguardia como músico, artista, icono y constante fuente de ideas.

Bowie llevaba años siendo un hombre enfermizo: en la década pasada a punto estuvo de morir por problemas serios de corazón, y había reducido tanto su vida pública que casi pasaba desapercibido cuando salía de su apartamento en el centro de Manhattan, donde vivía con su esposa Iman y su hija. No daba conciertos desde 2006 y ya había avisado que ni entrevistas, ni promociones ni más apariciones públicas. No se había ido artísticamente, pero sí como figura pública y sobre todo como revolucionario permanente, capaz de cambiar de género y estilo con la facilidad con la que uno se hace el desayuno por las mañanas. Palabras como “transversal” y “mutante” adquieren en él una importancia demoledora. Bowie, el archiconocido “duque blanco”, es mucho más que un músico viejo que vuelva. Ya no era el “London Boy” de los 60, cuando se codeaba con los Beatles, los Rolling Stones y el resto del universo recordable; a pesar de un serio problema cardíaco en 2004 que a punto estuvo de llevárselo por delante se conserva mucho mejor mentalmente que la mayor parte de los cacareados genios que van y vienen en el negocio de la música.

Legacy

Inteligente y talentoso, desapareció cuando no tenía nada más que contar y regresó en 2013 con ‘The Last Days’ que era una forma de decir “aquí estoy”. Un álbum que era una forma de verse a sí mismo en la madurez avanzada. Cuando se lleva una vida entera en la música es lógico partir de uno mismo. Porque lo ha sido todo (músico, compositor, arreglista, productor, mecenas y camaleón que define a la perfección eso de que un artista o evoluciona o desaparece), tanto como para que sea difícil ponerle un par de etiquetas. Recuerden que empezó en 1964: casi 50 años nos contemplan desde esos ojos de diferente color, azul y verde. Hay tres cosas que merecen la pena decir de él. La primera es obvia: estabilidad y evolución. La música es un arte que permite dar muchos bandazos. En la clásica sinfónica ya se daban y en la música popular del siglo XX todavía más: es más sencilla estructuralmente, así que hay menos equipaje con las que cargar.

Medio siglo permitieron a Bowie ser la personificación del camaleón artístico, pero también crearon un espacio propio que dotaba a su trabajo de una profundidad intelectual que otros no tienen. Como todo artista tuvo un pico de innovación revolucionaria, en su caso quizás los años 70, que con el tiempo se convirtió en una carrera sostenida con alguna que otra decadencia parcial que casi lo deja fuera del negocio. Nunca fue un músico superventas, pero el tiempo y el desarrollo sostenible de su obra le dotaron de una gran ambición, fusión de lirismo con sonido y sin dejarse encajar. Se reinventó tantas veces que ha dejado a más de uno sin saber a qué atenerse con él. Sobre todo es lo que un castizo llamaría “asiento inquieto”.

El segundo toque es todo un símbolo de la historia de la música: Ziggy Stardust y los continuos giros de Bowie. Ziggy fue el personaje glam rock que se inventó en 1972 para lanzar su legendario disco ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’, su gran momento cultural, social y musical que le duró un par de años antes de mutar en la siguiente forma artística. En 1975 ya lo había “matado” a favor de otro modelo más pegado al soul para triunfar en EEUU. Tres vidas en apenas una década. Mucho más que la mayoría. Luego llegaría la ‘Trilogía de Berlín’ en la que colaboró con Brian Eno. Bowie se convirtió en icono cultural y todo fue rodado en Gran Bretaña y EEUU. Los 80 fueron menos experimentales y más comerciales, pero nunca dejó de cambiar y mutar para evitar quemarse. Tanto golpe de timón dejó a muchos fans sin saber muy bien a qué atenerse, pero ésa fue la virtud y el sello de Bowie. Había un “estilo Bowie” y luego estaban el resto.

Finalmente está el tercer punto, su influencia. Ziggy Stardust fue clave para los primeros tiempos del movimiento gay, igual que la conversión del rock en un espectáculo estético más allá de unos tipos sobre un escenario. El punto de lirismo y puesta en escena que hoy domina casi todo vino de aquellos años. Y desde el punto de vista musical son decenas de bandas las que han confesado seguir sus pasos: Pixies, The Cure, Nine Inch Nails, Nirvana, muchas bandas del rock gótico de los 80, anticipó incluso algunos aspectos estéticos de los 80 y del punk, Marylin Manson, Lady Gaga… y la clave está en que ha tocado tantos campos, palos y formatos que casi todos se han visto reflejados en sus canciones, con lo que su alcance es, sencillamente, enorme. Eso era Bowie.

Es complicado resumirlo, por la cantidad de formatos (álbumes, recopilatorios, singles, EP, vídeos, bandas sonoras… etc), pero a grandes rasgos el listado incluye 26 álbumes de estudio (25 según otros, pero es que es tan diversa y poliforme que es complicado organizarse), 9 álbumes en directo, 46 recopilatorios, 6 EP, 110 singles, 13 álbumes en video, 49 videos musicales, tres bandas sonoras y otros 66 álbumes diferentes que podríamos clasificar de varias maneras. Nos centraremos en sus discos de estudio, que son la columna vertebral sobre la que se asienta su carrera, desde el homónimo de aquel 1967 lejano hasta el último de su vida, apenas unos días antes de morir.

Principales álbumes de David Bowie

1967 – David Bowie

1969 – Space Oddity

1970 – The Man Who Sold the World

1971 – Hunky Dory

1972 – The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars

1973 – Aladdin Sane

1973 – Pin Ups

1974 – Diamond Dogs

1975 – Young Americans

1976 – Station to Station

1977 – Low

1977 – Heroes

1979 – Lodger

1980 – Scary Monsters (and Super Creeps)

1983 – Let’s Dance

1984 – Tonight

1987 – Never Let Me Down

1993 – Black Tie White Noise

1995 – Outside

1997 – Earthling

1999 – Hours…

2002 – Heathen

2003 – Reality

2013 – The Next Day

2016 – Blackstar