‘Orange is the New Black’ abre las puertas del penal por cuarta vez. Netflix, que tiene los derechos de la serie cedidos a Canal+ en España, ya ha alargado la condena tres temporadas más.
Fotos: Facebook e Instagram Orange is the New Black.
No te fíes de una zorra.
Y menos si va vestida con un traje de color caqui (o naranja) del centro penitenciario de Litchfield.
Con ese mensaje humano tan poco esperanzador se despidió la tercera temporada de ‘Orange is the New Black’ (Netflix), la serie de éxito creada por Jenji Kohan y basada en el libro autobiográfico ‘Orange is the New Black: Crónica de mi Año en una Prisión Federal de Mujeres’, de Piper Kerman.
La producción estrella de Netflix, junto con ‘House of Cards’, regresará este viernes 17 de junio a la plataforma digital con la cuarta temporada de ‘Orange is the New Black’. No habrá que esperar mucho en España. Las internas de Litchfield tomarán durante un día completo, el sábado 18 de junio, la parrilla de Canal+ Series Xtra. Desde las ocho y media de la mañana, el canal, propietario de los derechos de emisión de la serie en España, emitirá los trece episodios de la cuarta temporada de la comedia dramática carcelaria de Jenji Kohan. Eso sí, en versión original subtitulada.
Litchfield recupera el naranja. Ya saben, el llamativo color que identifica a las nuevas internas. Hay que ganarse el caqui. Hay que ganarse primero el respeto de las veteranas.
La tercera temporada de ‘Orange is the New Black’ concluyó con un anunciado caos: la huelga de los empleados del penal coincidía con una ‘excursión’ de las internas en un cercano lago para recordar, por unos minutos, la sensación de libertad y, sobre todo, con la llegada de dos autobuses completos con nuevas inquilinas de Litchfield, con sus inconfundibles trajes naranjas.
‘Orange is the New Black’ se prepara para un grave conflicto de convivencia. Litchfield, una prisión de mínima seguridad, se enfrentará a un problema de sobrepoblación reclusa. La chispa que le faltaba a la cárcel de Netflix, que contará como mínimo con tres temporadas más, para que las latentes tensiones raciales explotaran. Las conversaciones en el comedor, el taller y esas duchas tan cargadas de erotismo no serán tan amigables de ahora en adelante. ‘New blood’, ‘new rules’ (‘sangre nueva’, ‘reglas nuevas’), promete ‘Orange is the New Black’.
Y todo ello con el afán rapiñador de la gestora de la prisión, un fondo de inversión con ánimo (más que generoso) de lucro y escaso interés por un idóneo funcionamiento de la cárcel: Management & Correction Corporation (MCC).
Litchfield, con nuevos guardias y nuevas presas
Menos comedia, y más drama. La cuarta temporada de ‘Orange is the New Black’ promete un contenido menos plácido que las tres anteriores. La cárcel no es ningún campamento de verano.
El centenar de nuevas internas de Litchfield buscará su sitio. Las veteranas, guardarlo. Y en medio, una nueva plantilla de vigilantes bastante menos amistosa que la anterior: “Ellas me odian. Yo las odio. Nuestra relación es muy sencilla”, expone el robusto e intimidador guardia de seguridad Dessi Piscatella (Brad William Henke, visto como secundario en las recientes ‘Pacific Rim’ (2013) y ‘Corazones de Acero’ (2014).
Brad William Henke es una de las caras nuevas del coralísimo reparto (más de una docena de personajes principales y muchos más secundarios, que no prescindibles) de ‘Orange is the New Black’, premiado en los dos últimos años por el Sindicato de Actores. Ahora bien, no la única novedad. Netflix ha confirmado las presencias de Mike Houston (‘Líbranos del Mal’), como C.O. Lee Dixon, un exmilitar que entra como guardia de seguridad en Litchfield; Kelly Karbacz (‘Superagente 86’), como la administrativa Kasey Sankey; Shannon Esper (‘Open Five’) como Alana Dwight, una nueva presa “imposible de odiar”, según Netflix; y Jolene Purdy (‘La Cúpula’), en un papel no concretado.
Litchfield acogerá también a una nueva interna muy famosa: la cocinera Judy King, interpretada por Blair Brown (‘Fringe’). King, condenada por evasión de impuestos, ingresó en pleno desconcierto del último episodio de la tercera temporada de ‘Orange is the New Black’. Otro pez fuera del agua, como en su día Piper Chapman (Taylor Schilling), que buscará privilegios para sobrevivir en Litchfield. Y quizás también la amada cocina de Red (Kate Mulgrew). De momento, tiene garantizada la admiración plena de Poussey (Samira Wiley).
Judy King es un personaje inspirado en la historia real de la cocinera Martha Stewart, ‘celebrity’ de la televisión e ídolo de las amas de casa de Estados Unidos. Stewart pasó cinco meses en prisión en 2004 por cargos de obstrucción a la justicia y venta indebida de 4.000 acciones de la empresa biotecnológica ImClone. Vendió, gracias a una información privilegiada, antes del desplome de ImClone en Wall Street. Un pelotazo bursátil que la llevó a prisión. Desde entonces, ha intentado recuperar su imperio mediático y empresarial. Hace un año, traspasó su holding de empresas por un valor de 200 millones de dólares. Mucho dinero, pero una quinta parte de su valor máximo: 1.000 millones.
Y junto con los nuevos personajes, las promociones de los antiguos. Se lo ganaron en la tercera temporada con un protagonismo claramente ascendente: Marisol ‘Flaca’ Gonzales, la caprichosa latina interpretada por Jackie Cruz, y Carrie ‘Big Boo’ Black, el prototipo de ‘marimacho’ (como lleva tatuado en uno de sus brazos: ‘butch’), papel reservado para Lea DeLaria. Un prototipo de ‘marimacho’ que esconde una sabiduría esencial en un entorno como Litchfield. Porque, tampoco en la cárcel, nada es tal y como lo parece.
La cuarta temporada de ‘Orange is the New Black’ contará, por tanto, con tramas más oscuras, pero mantendrá su espíritu coral. No podría ser de otra manera en una serie que hace mucho tiempo, desde los mismos primeros episodios, se alejó del protagonismo exclusivo de Piper Chapman (Taylor Schilling).
Alex Vause y ‘Taystee’ Jefferson, en la cuarta temporada
‘Orange is the New Black’ no es la historia de Piper Chapman. Más bien, la historia de la ingenua y superficial, en un primer momento, Piper Chapman sirve para entrar de lleno en Litchfield y narrar las vidas de todo el penal, desde las internas y sus familias a los trabajadores de la prisión. Con drama. Y, hasta ahora, también con mucho humor.
Chapman ha evolucionado desde su primer día en Litchfield para cumplir una condena de quince meses por asociación delictiva en una red de tráfico de drogas. Ha superado el desamparo inicial de la ‘matrioshka’ de la prisión, Galina ‘Red’ Reznikov (Kate Mulgrew); el inesperado reencuentro con su antigua amante y delatora, Alex Vause (Laura Prepon); el acoso de una lesbiana con los cables bastante pelados, Suzanne ‘Ojos Locos’ Warren (Uzo Aduba); la obsesión y la agresión de una fundamentalista religiosa, Tiffany ‘Pennsatucky’ Doggett (Taryn Manning); la incomprensión de sus padres, la cursi Carol (Deborah Rush) y el avergonzado Bill (Bill Hoag); y la ruptura con su prometido, Larry Bloom (Jason Biggs).
Chapman se ha vuelto dura. O eso se cree, al menos, ella.
-“Los dictadores benevolentes no existen. Solo los débiles y los muertos”, le recuerda, sin suerte, su antigua amante Alex Vause.
Pero Chapman, con su peculiar negocio de venta de ropa interior usada, no ve el peligro.
Olvidó la primera lección: No te fíes de una zorra.
Chapman se ganó demasiados enemigos como dictadora ‘benevolente’. Los avances de la cuarta temporada la han mostrado en serios apuros ante dos internas latinas: Blanca Flores (Laura Gómez), que hablaba con su ‘diablo’ con un teléfono escondido en los lavabos, y María Ruiz (Jessica Pimentel), que fue madre en la prisión y, posteriormente, apartada en las visitas de su hija por su pareja.
Y falta por ver qué ha pasado con su exótico romance australiano: Stella Carlin (la arrebatadora modelo Ruby Rose), a la que traicionó tras sentirse (y ser) engañada en el increíble negocio de las braguitas usadas.
Pero no es solo Chapman.
La cuarta temporada de ‘Orange is the New Black’ tiene muchos cabos que atar: la situación de Vause, que acabó a punto de ser liquidada por un matón de Kubra, su antiguo jefe en una red internacional de tráfico de drogas; el confinamiento de la transexual Sophia Burset (Laverne Cox), tras recibir una paliza en un anticipo de la tensión étnica en el penal; la depresión de Brook Soso (Kimiko Glenn); la amistad creciente entre ‘Pennsatucky’ y ‘Big Boo’; el matrimonio de Lorna Morello (Yael Stone); el despertar sexual de Suzanne ‘Ojos Locos’ con Maureen Kukudio (Emily Althaus); y el destino de la niña de Daya Díaz (Dascha Polanco), el padre de su hija, el huido vigilante de seguridad de Litchfield John Bennett (Matt McGorry), y su compañero George ‘Pornstache’ Mendez (Pablo Schreiber), acusado injustamente por las Díaz de agresión sexual a Daya. Sin olvidar, el posible regreso, desde máxima seguridad, de la añorada rebelde Nicky Nichols (Natasha Lyonne).
También quedan cabos personales por atar entre los trabajadores de Litchfield. La cuarta temporada de ‘Orange is the New Black’ avanzará en la incipiente relación entre Red (Kate Mulgrew) y el consejero Sam Healy (Michael Harney), con un matrimonio concertado sin futuro, y en la relación, hasta ahora exclusivamente sexual, entre el bondadoso (eso es lo que quiere ser) Joe Caputo (Nick Sandow) y la corrupta exdirectora de la prisión, Natalie Figueroa (Alysia Reiner).
Arriba, Poussey con la nueva interna, la cocinera Judy King. Abajo, ‘Pennsatucky’ y ‘Big Boo’
Es la gran habilidad de la producción de Netflix. En un entorno tan reducido como una prisión, ‘Orange is the New Black’ ha construido un catálogo de historias humanas que traspasa las celdas. Un retrato humano con la prisión como excusa, como escenario. Las posibilidades son infinitas.
No estamos ante la típica trama carcelaria, con fuga (o no) incluida, o con un falso culpable (ninguna de las presas lo es).
‘Orange is the New Black’, con una mezcla de humor y drama que la ha hecho inclasificable desde el primer capítulo, surge como un inagotable fresco de vidas humanas. Más real de lo que parece. Como los rostros en primerísimo plano, de internas verdaderas, que acompañan al tema ‘You’ve Got Time’, de Regina Spektor, que se escucha en la potente intro de la serie.
Sin renunciar a un convencional desarrollo lineal de la historia, Jenji Kohan ha recurrido en todos los episodios a puntuales flashbacks para conocer la vida previa de gran parte de todos los personajes de ‘Orange is the New Black’:
-La naif Piper Chapman (Taylor Schilling) (episodios 1, 11, 14 y 23), su inmaduro prometido Larry Bloom (Jason Biggs) (episodio 1) y su pasional antigua amante Alex Vause (Laura Prepon) (episodios 1, 9, 11, 14, 23 y 34).
-Las figuras claves de Litchfield: la ‘matrioshka’ de la cocina y de la prisión, con lazos con la mafia rusa, Galina ‘Red’ Reznikov (Kate Mulgrew) (episodios 2, 8 y 22); la transexual, antiguo bombero y padre de un hijo, Sophia Burset (Laverne Cox) (episodios 3 y 27); las latinas, madre e hija metidas a narcotraficantes, Aleida y Daya Díaz (Elizabeth Rodríguez y Dascha Polanco) (episodios 5 y 38); la yonqui rebelde Nicky Nichols (Natasha Lyonne) (episodios 6, 27 y 29); la ultrarreligiosa Tiffany ‘Pennsatucky’ Doggett (Taryn Manning) (episodios 9, 12, 27 y 36); la extrovertida, antigua niña huérfana, Tasha ‘Taystee’ Jefferson (Danielle Brooks) (episodios 15 y 25); y la lesbiana psicótica Suzanne ‘Ojos Locos’ Warren (Uzo Aduba) (episodio 16),
-Las figuras ‘secundarias’ de Litchfield: la atleta estrella juvenil descarriada Janae Watson (Vicky Jeudy) (episodio 7); la coqueta, obsesionada con las bodas, Lorna Morello (Yael Stone) (episodio 17); la jefa latina Gloria Mendoza (Selenis Leyva) (episodio 18); la lesbiana de familia militar Poussey Washington (Samira Wiley) (episodios 19 y 27); la infantil y avasalladora (literalmente) Cindy Hayes (Adrienne C. Moore) (episodio 20); la religiosa y activista social Jane Ingalls (Beth Fowler) (episodio 24); la ‘marimacho’ sabia Carrie ‘Big Boo’ Black (Lea DeLaria) (episodio 30); la caprichosa y joven latina Marisol ‘Flaca’ González (Jackie Cruz) (episodio 31); la misteriosa china, de contadas palabras, Mei Chang (Lori Tan Chinn) (episodio 32); la gurú espiritual y muda Norma Romano (Annie Golden) (episodio 33): y la yonqui paleta de raíces amish Leanne Taylor (Emma Myles) (episodio 35).
También han tenido su semblanza las fallecidas Tricia Miller (Madeline Brewer) (episodio 10), la desamparada adicta a las drogas; Rosa Cisneros (Stephanie Andujar) (episodio 21), la antigua atracadora de bancos enferma terminal de cáncer; e Yvonne ‘Vee’ Parker (Lorraine Toussaint) (episodios 15, 22 y 25), la enemiga de ‘Red’ con la que se disputa el liderazgo y los negocios de la prisión. Sin olvidar a la anciana de malas pulgas Claudette Pelage (Michelle Hurst) (episodio 4), recluida en máxima seguridad tras atacar a un guardia del penal.
Retazos biográficos que se han extendido a dos ilustres miembros del staff de Litchfield: el lisiado soldado John Bennett (Matt McGorry) (episodio 28), verdadero padre de la niña de Daya Díaz, y Joe Caputo (Nick Sandow) (episodio 37), el hombre de buen corazón que esconde una ambición que incluso él desconoce y una perversión sexual que alivia como puede.
La vida humana reflejada en el interior de los muros de una prisión.
Y, es lo mejor de un reparto tan coral, aún falta mucho por conocer de la gente de Litchfield. Muchas historias por contar. Mucho naranja por ver.
Pero, aunque sea con color caqui o naranja, nunca lo olvide: No te fíes de una zorra.