De Steig Larsson y esa nueva heroína que es Lisbeth Salander a otra chica de pelo corto y flequillo imposible, Robyn, que parece un clon (con 20 años menos) de Gun-Marie Fredriksson, alma mater de Roxette. Suecia no sólo exporta toques literarios “noir’, también música. Durante años fue, desde ABBA, la cuna del pop algo relamido de Europa, pero el giro de los últimos años incluye a grupos como Eggstone o The Tought Legacy en otros campos. Suecia exporta su cultura con el soniquete de la lengua inglesa, fundamental para el éxito internacional.

El pop pasado por el tamiz electrónico es parte de la identidad de los tres volúmenes de un disco triple, ‘Body talk’, recibido con los brazos abiertos por la prensa británica, principal culpable de que Suecia lleve décadas explotando su conexión anglosajona para triunfar. Y para colmo, con gancho: los ha autoeditado, de tal forma que ha dejado fuera del negocio a su antigua discrográfica. Puede sonar a pop igual que siempre, pero la forma de producirlo es revolucionaria para lo que hay hoy en día.

Entre las referencias que cita Robyn a los medios está The Knife, M.I.A. y una influencia permanente desde hace años en Suecia, Neneh Cherry, emigrada al reino de los muebles por amor y desde donde ha marcado cons u herencia americana a muchos grupos y solistas. Entre ellos Robyn, que la imitó incluso en la electrónica.