La falta de dinero por culpa de la crisis ha obligado a los científicos y administradores de las agencias espaciales mundiales a replantearse ciertas cosas allá arriba: una de ellas es la longevidad de lo que hay. Porque no hay dinero para cosas nuevas. Y la primera en dar el paso ha sido Rusia, con la complicidad de la NASA: ha propuesto prolongar ocho años, hasta 2028, la vida útil de la Estación Espacial Internacional (ISS).
La ISS comenzó a operar en 1998 y estaba previsto su cierre para 2020. “Los especialistas tienen ante sí la misión de estudiar una propuesta audaz: cómo garantizar el funcionamiento de la ISS en órbita durante 30 años”, afirmó Alexéi Krasnov, jefe del programa de cosmonautas de la agencia espacial rusa, Roscosmos, durante una reunión internacional sobre astronomía y tecnología en Moscú. Todo un aviso de que la astronomía y la exploración espacial entra en la fase de vacas flacas, de mucho ingenio y de aguantar con lo que hay.
La plataforma podría ser utilizada en el futuro como centro de ensamblaje de los aparatos que realicen vuelos interplanetarios. Polanski considera que la ISS tendrá en los próximos años un papel crucial como trampolín para los vuelos a la Luna, Marte y otros lugares remotos del cosmos. La iniciativa rusa recibió de inmediato el apoyo del director de operaciones de la NASA, Mark Polanski, y de los representantes de la Agencia Espacial Europea (ESA), según las agencias rusas. Es decir, que nadie da un paso así si no es con la aquiescencia de sus socios en este gran proyecto. El gesto positivo de Japón también iba implícito.