El guionista Steve Horton y el dibujante Michael Allred (con ayuda de Laura Allred como colorista) reviven cómo nació el primer gran salto de David Bowie al crear el personaje de Ziggy, su mayor apuesta estética y artística y que le lanzó al estrellato definitivo. Una biografía en forma de cómic para todos los fans del compositor, y que Neil Gaiman se encarga de prologar.

IMAGEN: Norma Editorial / Editorial Lumen

David Bowie fue mucho más que un cantante y compositor con 136 millones de discos vendidos, capaz de crear un estilo propio ecléctico en el que saltaba de un nicho musical a otro sin problemas, una vida de saltimbanqui emocional con episodios de experimentación sexual y escarceos a ambos lados del género. Todo eso en realidad es una distracción para uno de los autores musicales más eclécticos y extraños que han existido, un definidor de la cultura pop que absorbía como una esponja y liberaba álbumes que influyeron en varias generaciones de músicos, que incluso cambió estética y estilos de su tiempo. Vida y obra se confunden en Bowie, que se convirtió él mismo en parte de la escenificación de su carrera, como cuando transmutó en Ziggy Stardust. Fue el punto de partida, la explosión a todos los niveles y la época en la que se han fijado el dibujante Michael Allred, el guionista Steve Horton y colorista Laura Allred para su ‘Bowie. Polvo de estrellas, pistolas de rayos y fantasías de la era espacial’, o simplemente la historia de cómo nació, creció y murió Ziggy Stardust, es decir, Bowie.

En ese punto fue cuando derribó las fronteras entre teatralidad y música, algo que ya se había hecho en varios intentos durante los años 60, pero que no fue hasta la irrupción del glam rock (en gran medida con él de pionero y líder) en los 70 cuando la actitud, y cómo se revestía esa actitud, formó parte del todo. Bowie creaba algo diferente que le permitiría destacar (por contraste y talento) con el resto de todo lo que se había hecho. Su legado como músico es ineludible y único, mientras que como artista visual demolió cualquier barrera teatral con su estética psicodélica, su imagen exuberante y su forma de navegar en el borde de lo surreal. El ascenso de aquel músico británico hacia la fama total fue a través de ese alter ego al que Bowie, con inteligencia, mató antes de que fuera devorado por el personaje. No fue un proceso lento, pero insertó el show en una industria que ya vivía tanto de lo que proyectaba que de la propia música. El cómic incluye esa gira norteamericana en 1971 en la que Bowie terminó de crear a Ziggy. Son los años de ‘Space Oddity’ (1969), ‘Hunky Dory’ (1971), ‘The rise and fall of Ziggy Stardust and The Spiders from Mars’ (1972).

Ziggy, que es la creación más arriesgada y auténtica de David Bowie, le acompaña en su carrera a lo más alto, pero cuando el grupo formado a su alrededor, The Spiders From Mars, se separa, el músico abandona Londres para vivir como un nómada en el extranjero. Es entonces cuando Ziggy debe desaparecer para siempre. Un ciclo tras otro, tanto el cómic como la biografía del músico atestiguan que siempre estaba en continuo cambio, que jamás se estancaba, algo que demostró hasta su álbum ‘Blackstar’ póstumo. Todo converge hacia ‘Bowie. Polvo de estrellas, pistolas de rayos y fantasías de la era espacial’, la novela gráfica de trazo clásico e imponente, páginas estructuradas en vertical donde David aparece siempre como una figura omnipresente que rompe en vertical las viñetas. Todo gira alrededor de él.

Los dos autores principales, a los que se suman como coloristas Laura Allred (esposa) y Han Allred (hijo) del gran dibujante, tuvieron gran libertad creativa y trabajaron desde la voluntad de realizar un tributo al talentoso británico. Allred es creador de cómics como ‘Madman’, ‘The Atomics’ o ‘Red Rocket 7’ (que ya se inspiró parcialmente en Bowie), y colaborador de Peter Milligan, Gerard Way o Chris Roberston para recrear personajes como Green Lantern, Catwoman, Daredevil o Silver Surfer (con el que logró un premio Eisner en 2016). El guionista Horton ha puesto su firma para los textos de ‘Amala’s Blade’, ‘Satellite Falling’, ‘StrongArm’ o ‘Mike Fortune’. Fue además socio de trabajo de Neil Gaiman en la elaboración de la saga ‘Sandman’ y ‘Metamorpho’, razón por la cual el propio Gaiman se encargó de prologar este cómic narrado con infinidad de detalles biográficos e intentando respetar la estética de cada fase creativa de Bowie, aunque en el fondo siempre queda un aire a cómic americano clásico (especialmente en la peculiar forma de representar las giras por EEUU), donde Bowie casi parece un superhéroe.

El cómic (de casi 150 páginas) alterna fases más cercanas a la biografía y la explicación con otras que son puramente visuales donde quedan los elementos estéticos de Bowie y su particular universo creativo en los 60 y 70, cómo se gestó el glam rock y el propio Ziggy. También su propia vertiente emocional, desde su relación con la familia como con los músicos que le acompañaron (especialmente con Mick Ronson, uno de sus escuderos preferidos) o con los que colaboró como Iggy Pop o Lou Reed. Pero el ancla de toda la obra es básicamente ese tránsito de los 60 a los 70 y alrededor de Ziggy, dejando la sutileza para el resto de la larga carrera de Bowie hasta su fallecimiento. Un regalo para los fans para ver la vida de su ídolo desde un punto de vista completamente diferente.

Bowie el camaleón

Bowie lo fue todo (músico, compositor, arreglista, productor, mecenas y camaleón que define a la perfección eso de que un artista o evoluciona o desaparece), tanto como para que sea difícil ponerle un par de etiquetas. Recuerden que empezó en 1964. Medio siglo permitieron a Bowie ser la personificación del camaleón artístico, pero también crearon un espacio propio que dotaba a su trabajo de una profundidad intelectual que otros no tienen. Nunca fue un músico superventas, pero el tiempo y el desarrollo sostenible de su obra le dotaron de una gran ambición, fusión de lirismo con sonido y sin dejarse encajar. Se reinventó tantas veces que ha dejado a más de uno sin saber a qué atenerse con él. Explotó con Ziggy Stardust, el personaje glam rock que se inventó en 1972 para lanzar su legendario disco ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’, su gran momento cultural, social y musical que le duró un par de años antes de mutar en la siguiente forma artística.

Los 80 fueron menos experimentales y más comerciales, pero nunca dejó de cambiar y mutar para evitar quemarse. Había un “estilo Bowie” y luego estaban el resto. Y desde el punto de vista musical son decenas de bandas las que han confesado seguir sus pasos: Pixies, The Cure, Nine Inch Nails, Nirvana, muchas bandas del rock gótico de los 80, anticipó incluso algunos aspectos estéticos de los 80 y del punk, Marylin Manson, Lady Gaga… y la clave está en que tocó tantos campos, palos y formatos que casi todos se han visto reflejados en sus canciones, con lo que su alcance es, sencillamente, enorme.

La vida ilustrada del músico

La novela gráfica de Allred-Horton no es la única incursión con la visual en la vida del músico. En 2016 aparecía ‘Bowie. Una biografía’, con texto de Fran Ruíz y las ilustraciones de María Hesse, autora de una biografía similar previa sobre Frida. Hesse (formada en magisterio y luego en dibujo en Málaga) es una es una forma diferente de acercarse a Bowie, a través de la ilustración, como buenos simbolistas de una era marcada por lo visual más que por lo literario. Fran Ruíz se encarga del texto sobre el que maniobra Hesse, autora previa de una biografía similar sobre Frida y que ahora ahonda en un artista muy diferente. Un libro atípico del género biográfico, emocional, que se aleja de los detalles frívolos para centrarse en lo que de verdad importa. Ruiz y Hesse sintetizaron un río sin fin de música que demuestra también los vasos comunicantes entre artes.