Dos libros muy diferentes, entre el ensayo “literaturizado” de Millás y Arsuaga sobre el origen del ser humano moderno a una expresión pura de la ciencia-ficción como género en ‘Frontera Oscura’ de Sabino Cabeza. Dos formas de aproximar letras y ciencia, tan imprescindible en un mundo lleno de miedo y muy necesitado de mesura, cabeza y sangre fría. Ambos publicados en septiembre y octubre pasados.

IMÁGENES:  Alfaguara / Minotauro / Planeta

Hay una frase castiza muy socorrida que podríamos aplicar a la ciencia y la literatura: “Se parecen tanto como un huevo a una castaña”. Sin embargo es muy posible que ese huevo y esa castaña sean las llaves para abrir el futuro. A fin de cuentas el ser humano es lo que es gracias al pensamiento racional abstracto, el cual se expresa mediante el lenguaje. Si seguimos ese sendero, no somos más que lenguaje aplicado. De lo contrario apenas seríamos un atajo de monos engreídos con los pulgares raros y más imaginación de lo normal. Pensamiento abstracto y lenguaje, los dos pilares de la Literatura, pero también de la Ciencia. Ambas formas de pensamiento y acción creativa tienen un origen similar, el logos griego, la expresión del conocimiento de forma ordenada, lógica, racional. No hay idioma que no tenga una estructura lógica, igual que la música, las matemáticas o una teoría científica. Y sin embargo, parecen caminar por separado.

Algo tienen las Letras como disciplina (abarcando todo, desde el ensayo a la poesía pasando por todos los formatos de la prosa de ficción) que es profundo y consustancial a nuestra civilización. Y cuando se une a otras disciplinas puede obrar maravillas. No sólo como herramienta educativa, sino también inspiradora, motivadora, como un motor. La vida contada por un Sapiens a un Neandertal (Alfaguara, publicado en septiembre), del escritor Juan José Millás y del paleontólogo Juan Luis Arsuaga tiene mucho de lo primero y de todo lo demás. Un escritor experimentado reconocido por su ingenio narrativo y facilidad para crear mundos propios aliado con uno de los paleontólogos más célebres de España, responsable en gran medida de los yacimientos de Atapuerca y con habilidad divulgadora más que evidente, autor en solitario de varios libros para explicar el origen de la especie.

De esa unión surge un libro volcado en intentar el más difícil todavía: explicar el origen de nuestra especie y más especialmente en Europa, cómo ésta fue dominada por los Neandertales durante miles de años antes de que aparecieran los Sapiens; dos ramas de homínidos, parecidas pero no iguales, con evidentes diferencias anatómicas y de construcción cultural, técnica y social. Los segundos supieron adaptarse mejor a los cambios, traían consigo una sociedad comunitaria más fuerte, eran más imaginativos y aprendían con rapidez. Demasiada competencia para los viejos dueños de Europa, que poco a poco se extinguieron. Fue Millás el que puso en marcha la idea, y una vez reclutado Arsuaga fue labor de tejedores, constructores de un relato común para explicar por qué somos como somos.

Durante meses visitaron yacimientos y lugares clave para entender a ambas especies, donde todavía se pueden apreciar los restos de aquella vida cotidiana de dos formas de vida hermanadas pero separadas, la relación que tuvieron y el salto evolutivo entre Neandertales y Sapiens. Fueron al origen. En este particular juego simbólico, Millás asumió el papel del Neandertal falsamente primitivo frente al Sapiens, el triunfador que borró a los anteriores poseedores, aunque llegó a mezclarse con ellos (no hay que olvidar que los europeos tienen, de media, entre un 1,6% y un 2,6% de ADN Neandertal, y entre muchos asiáticos es incluso mayor). En ese proceso es Arsuaga el que enseña a Millás el origen de nosotros mismos, el paso cultural y técnico de un mundo a otro, y cómo las raíces de todos están presentes mucho más allá de los yacimientos, figuran en cada cosa que hacemos, pues reproducimos los esquemas una y otra vez, quizás más sofisticados y tecnificados, pero lo mismo desde hace cientos de miles de años.

En el otro extremo está la ficción absoluta de Frontera Oscura (Minotauro, desde el pasado octubre), Premio Minotauro 2020, quizás el más importante de la ciencia-ficción que se entrega en España. La novela es una construcción de manual del género volcado con esa perspectiva de solución: la ciencia no es un peligro (como en gran parte del género escorado hacia lo conservador más que en lo posibilista), sino una herramienta de liberación en medio de algo tan tradicional como una expedición hacia los confines de un Universo que en ‘Frontera Oscura’ ya está más que ensanchado, porque en el siglo XXVII la Humanidad ha ocupado más de 8.000 diferentes mundos. Desde ese punto de vista la novela es casi académica, pero dentro de su formalismo ya visitado durante generaciones (de Asimov a Star Trek pasando por casi todas las “space-operas” imaginables.

La historia merecedora del Premio Minotauro arranca en el año 2560, en el que el uso de los motores anagravónicos ha permitido a la Humanidad alcanzar más de 8.000 planetas y colonizarlos conformando, a la vez, una gran federación coordinada (la ciencia-ficción positivista en extremo, como se suele decir al comparar el presente con ese futuro soñado). Estos motores realizan los saltos “Inspacio-Expacio”, y una de las naves en ruta, la Banshee, está capitaneada por Florence Schiaparelli, conocida en la Flota Federal como Florence Media Vida desde que un accidente le dejó media cara paralizada como una estatua. Su misión es obtener todos los datos posibles del agujero negro al que ella misma ha bautizado como Ojo de Dios.

Pero cuando detecten una segunda nave atrapada por la atracción del horizonte de sucesos del agujero negro, empezarán a dudar, a tener problemas. Aquí es donde la novela empieza la espiral interna de la propia narración hacia ese punto desconocido que es un agujero negro, simbolizado casi como una figuración de Dios. Schiaparelli debe decidir si se arriesga para salvar la tripulación, con lo que podrían quedar también atrapados y perderlo todo. Este es el planteamiento de arranque de la novela, que se caracteriza por un estilo tan clásico como minucioso en el detalle, muy cuidado, se nota que el autor le ha dedicado tiempo y paciencia. Pero también por un cargado humanismo donde lo que importa es el desarrollo argumental, un esfuerzo de contención que deja fuera el recurso continuo a la pirotecnia de las “space-operas” (un buen ejemplo: Star Wars). Porque a fin de cuentas lo que Sabino Cabeza quiere es representar la necesidad y la obsesión humana por conocer los secretos internos del Universo.

Juan José Millás

Nacido en Valencia en 1946, es tanto escritor como periodista. En su obra, traducida a más de veinte lenguas y ganadora de algunos de los principales premios, destacan las novelas ‘Cerbero son las sombras’ (1975, Premio Sésamo), ‘Visión del ahogado’ (1977), ‘El jardín vacío’ (1981), ‘Papel mojado’ (1983), ‘Letra muerta’ (1984), ‘Tonto, muerto, bastardo e invisible’ (1995), ‘El desorden de tu nombre’ (1987), ‘La soledad era esto’ (1990, Premio Nadal), ‘Volver a casa’ (1990), ‘El orden alfabético’ (1998), ‘No mires debajo de la cama’ (1999), ‘Dos mujeres en Praga’ (2002, Premio Primavera), ‘El mundo’ (2007, Premio Planeta y Premio Nacional de Narrativa), ‘Lo que sé de los hombrecillos’ (2010), ‘La mujer loca’ (2014), ‘Desde la sombra’ (2016), ‘Mi verdadera historia’ (2017), ‘Que nadie duerma’ (2018), además de libros de relatos y recopilaciones de artículos. Es colaborador habitual de El País, del programa ‘A vivir’ de la SER. Además de los mencionados, ha sido galardonado con los premios Mariano de Cavia, Miguel Delibes, Francisco Cerecedo, Vázquez Montalbán y Don Quijote, todos ellos por su labor como periodista.

Juan Luis Arsuaga

Escritor, divulgador científico y catedrático de Paleontología (Madrid, 1954). Miembro del equipo de investigación de los yacimientos de Atapuerca desde 1982, y a partir de 1991 codirector del equipo galardonado en 1997 con el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica y el Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades. Autor de ‘El collar del neandertal’, ‘La especie elegida’, ‘El mundo de Atapuerca’, ‘El reloj de Mr. Darwin’, ‘Breve historia de la Tierra (con nosotros dentro)’, ‘El primer viaje de nuestra vida’ y ‘Vida, la gran historia’. En 2013 fue nombrado codirector del Museo de la Evolución Humana de Burgos, levantado en gran medida por el potencial científico de Atapuerca, el corazón de todo el trabajo profesional de Arsuaga. Forma parte de las principales asociaciones e instituciones de antropología y paleontología del mundo y ejerce de profesor visitante en varias universidades, como el University College de Londres.

Sabino Cabeza Abuín

Nacido en Sevilla en 1965, es licenciado en Psicología por la Universidad de Valencia, suboficial del Ejército del Aire y ha vivido en Salamanca, Murcia, León y Valencia, hasta que llegó a Zaragoza, donde ejerce su profesión de psicólogo. Su querencia por la ciencia ficción y la fantasía viene de lejos: conserva un viejo ejemplar de ’20.000 leguas de viaje submarino’ de Verne, así como colecciones del género con las que conoció a Ray Bradbury, Philip K. Dick, Poul Anderson, Domingo Santos o José María Aroca. Entre sus referentes figuran también Ursula K. Leguin o Terry Pratchett, por lo que abarca casi todas las ramas posibles de la ciencia-ficción. Otra de las influencias fue su afición a la astronomía y a la obra divulgadora de Carl Sagan, ‘Cosmos’, con la que muchos abrieron los ojos hacia el mundo exterior. En su casa, como él mismo asegura, nunca le cortaron las alas y le dejaron imaginar y soñar, pero también le “enseñaron a aprender”. El resultado surge años más tarde con obras como ‘Frontera oscura’.