El próximo 17 de agosto Netflix estrena la primera producción original de Matt Groening en 20 años, una parodia llena de mala uva y humor que utiliza el mundo épico de Dreamland para satirizar el mundo contemporáneo, la vida, la muerte, el sexo o los pesares de la vida diaria. Una de las series más esperadas dentro y fuera de EEUU.
IMÁGENES: Netflix / Ululu Company / Matt Groening
Uno de los colaboradores de Groening la definió como el resultado de que ‘Juego de Tronos’ fornicara con Los Simpson y Futurama a la vez. Es Matt Groening en el estilo y formas, pero en su versión adulta. Más incluso, si cabe, que Los Simpson y Futurama. La primera producción de Groening y su particular universo creativo con Netflix, que la estrenará el 17 de agosto en su plataforma. Lo primero es obvio por la sinopsis de arranque: estamos en el reino medieval de Dreamland. En él, vive la joven princesa Bean, una chica alcohólica a la que acompañan su elfo y su demonio Luci mientras están rodeados de ogros, arpías, trolls, morsas y humanos tontos. La ficción recorrerá el sentido de la vida desde una visión de desencanto, en el que la vida, la muerte, el amor y el sexo son los protagonistas. Lo dicho al principio: cuando la fantasía medieval se mezcla con la vida moderna con toda la acidez y las resacas de la madurez. Para lo bueno y lo malo.
El proyecto ya viene de lejos, porque una serie de animación no se hace en un año. Groening, que ya puede permitirse el lujo de volcarse en nuevos proyectos con la seguridad económica que le da Los Simpson, y una vez que Futurama (nunca lo suficientemente valorada, llena de altibajos y con dos cancelaciones a sus espaldas a pesar de tener una buena legión de fans) quedó atrás. Uno de ellos fue este, en la que ha trabajado con su socio Josh Weinstein; ambos ejercen de productores y guionistas. La parte animada, dentro de un estilo muy similar al de Futurama, corre a cargo de Rough Draft Studios. Tendrá 20 episodios producidos entre Netflix y The Ululu Company pensados para dos temporadas. Si funciona, habrá más. En la versión americana original las voces (parte fundamental en las series de Groening) son de Abbi Jacobson (Bean), Eric André (Luci) y Nat Faxon (Elfo). Es además el primer show original de Groening en 20 años.
A partir de aquí, poco más. La serie se encierra en un pequeño cofre lista para que Netflix la libere a sus socios en la segunda mitad de agosto en sus plataformas en diferentes idiomas. La cuestión de fondo es el tono: se espera que sea más cercana en ocasiones al trabajo iniciático de Groening, ‘Life in Hell’, mucho más serio y duro que lo que luego fueron Los Simpson, pensados para un público familiar. La diferencia fundamental está en el espectador objetivo: si Los Simpson empezaron como una apuesta de sátira de la familia americana para luego saltar a ser referente de la cultura popular, con más sutileza y menos amargor, ‘Futurama’ fue una apuesta algo más marginal y destinada a un público más joven. Por decirlo así: los padres veían a Homer, los hijos mayores a Bender en ‘Futurama’. Y los pequeños no veían nada. Los padres empezaron leyendo ‘Life in Hell’, y sus hijos después. Ahora es posible que ambas generaciones vean ‘(Des)encanto’, que parece la confluencia de ambos mundos, dejando al margen a Los Simpson.
La fantasía épica da mucho juego a los autores. En las antípodas de la seriedad emanada de Tolkien y el resto de escritores, en manos de la comedia norteamericana puede generar pequeños monstruos, como ‘Caballeros, princesas y otras bestias’ (2011), humor chabacano y sexual al servicio del humor para universitarios con resaca. Las referencias culturales hacia la fantasía han sido continuas en todo lo que ha hecho Groening, aparecen tanto en ‘Futurama’ como en Los Simpson, donde se ha parodiado casi todo el género literario fantástico, desde ‘El Señor de los Anillos’ a ‘Harry Potter’ pasando incluso por el universo de los hermanos Grimm en la literatura infantil. Y lo han hecho siempre con el humor negro y la sátira como leitmotiv de esos guiños. El propio Groening apuntó que los temas centras son la dureza de la vida, la muerte siempre presente, el amor, el sexo y la búsqueda de la risa, el humor como tabla de salvación racional frente a la legión de idiotas que parecen haber conquistado el mundo. Por eso la elección de un duende con problemas de personalidad, un demonio y una princesa fuera de lo normal, con una cimitarra en una mano y una pinta de cerveza en la otra, no son nada casuales.
Matt Groening, el hombre detrás de Homer
Nacido en 1950 en Portland (Oregón), llevaba el dibujo en la sangre. Su padre, Homer (¿les suena…?), era un dibujante profesional, por lo que desde muy pequeño tuvo un espejo en el que mirarse. En el colegio primero y en el instituto después no paraba de dibujar más que atender en clase, así que desde el principio quedó muy claro cuál iba a ser el futuro de aquel chico. Groening culminó su paso por el sistema en la universidad pública local, de bajo nivel y poca exigencia. Se graduó en el 77 y marchó hacia Los Ángeles (California) para probar suerte. Pero todo le fue mal: su casa era una caja de zapatos, sus trabajos eran miserables y nadie le prestaba atención. Así fue cómo nació un texto, ‘Vida en el infierno’ (‘Life in Hell’), dirigido a sus padres como una carta que sería la base sobre la que construiría los álbumes de cómic posteriores de los que hablamos aquí. Cuando ya era un historietista consagrado y un ácido guionista, el momento en el que su vida se parecía un poco a lo que siempre había querido, apareció la gran sorpresa que el destino le reservaba: James L. Brooks, un productor y director con muchos premios a las espaldas que en 1985 le llamó en persona atraído por su trabajo como dibujante. Tenía un encargo: que hicieran una serie animada para un programa de televisión, The Tracey Ullman Show, que giraba alrededor del actor y cantante del mismo nombre. Necesitaban algo así como transiciones humorísticas entre secciones.
Lo que empezó siendo una “pieza menor” culminó como un fenómeno de masas que en poco tiempo ya era más importante que el show-hogar de Los Simpson. Según la historia oficial, Groening tardó apenas 15 minutos en hacer el boceto original que le enseñaría a Brooks de la familia Simpson. Y como tenía prisa tiró de la familia para ponerles nombre, porque Matt no tenía muy claro que aquello fuera a funcionar: Homer (su padre), Marge (el apodo de su madre), Lisa y Maggie (los nombres de sus hermanas) y Bart, que nació buscando un nombre corto y simple. Hizo 48 episodios cortos que se empezaron a emitir en 1988. Y así hasta ahora. Groening ha ganado doce premios Emmy, diez por Los Simpson y dos por Futurama, además de un premio British Comedy en 2004. En 2002 ganó el premio Reuben de la National Cartoonist Society por ‘La vida en el Infierno’. La popularidad de Matt Groening le ha llevado a participar en varios shows y series televisivas estadounidenses, como Space Ghost Coast to Coast, Glen Campbell, The Tonight Show Starry Johnny Carson o Late Night With David Letterman. Es un militante activo del Partido Demócrata, un “liberal” al estilo norteamericano (es decir, progresista), se ha casado dos veces y tiene tres hijos naturales y una adoptada de una de sus relaciones.
‘Life in Hell’, la inspiración de la mala leche
Cinco libros de cómic, historietas reunidas que demuestran que el talento de Matt Groening abarca muchísimo más que Los Simpson o Futurama, que son parte ya de la cultura popular moderna. Él mismo siempre ha dicho que jamás abandonará el dibujo de tiras, las conocidas historietas en la prensa que hay en todo periódico. Mientras que en España casi todas son de humor político y social, en EEUU hay tradición de dar cabida a dibujantes que exploren muchas otras áreas de la vida diaria. Así fue cómo apareció ‘Life in Hell’, que tiene un origen muy claro en el caso de Groening: una carta que escribió a sus padres lamentándose de la vida paupérrima que llevaba en Los Ángeles mientras se buscaba la vida como guionista y dibujante. De aquello nació un conejo antropomorfo llamado Binky que era el alter ego doliente de Matt. Aquella creación bebía de su experiencia, y miles de personas se sintieron identificadas con sus desventuras. Fue un flechazo desde 1977 hasta hoy, y la antesala a Los Simpson, pero esa es otra historia.
Empezó a publicarlas en un periódico marginal minoritario, Los Angeles Readers, y terminó reproducido en más de 200 cabeceras. Todas sus historias, cientos de ellas, variadas, en diversos campos (el trabajo, el colegio, la vida diaria…) fueron recopiladas en varios libros y canalizados a través de una empresa creada por el propio Groening. Lo que arrancó como una aventura más del cómic underground norteamericano culminó como fenómeno mediático. Y todos esos álbumes están publicados en España a través de Astiberri: ‘El Gran Libro del Infierno’, ‘El trabajo es el infierno’, ‘El amor es el infierno’, ‘El colegio es el infierno’, ‘La infancia es el infierno’. Todos ellos supuran mordacidad, acidez de estómago ante una vida lacerante y una crítica social muy dura en ocasiones, más emotiva y naïf en otras, pero siempre lacerante. Para ser más claros: la autocensura final de Los Simpson aquí no existe, de tal forma que estos libros son la versión pura y dura del estilo Groening. Un espejo mágico a través de ese conejo humanizado al que le pasa de todo. Como a nosotros.