Regresa a la interpretación tras amagar hace cuatro años con su retirada con ‘Gran Torino’. ‘Golpe de efecto’ es su primera actuación en casi dos décadas sin compaginarla con las labores de dirección del filme.

‘Golpe de efecto’ nos devuelve a un Clint Eastwood (San Francisco, 1930) con funciones casi olvidadas en las dos últimas décadas. Eastwood se pone delante de las cámaras apartándose por completo de las labores de dirección. Esto no sucedía desde 1993 con Wolfgang Petersen en ‘En la línea de fuego’. El afortunado, Robert Lorenz, se estrena como director recuperando para la actuación a un Eastwood que amagó con la retirada definitiva con ‘Gran Torino’ en el año 2008.

“Llevo la interpretación en la sangre. Me gusta volver a ella. He disfrutado del viaje hasta ahora y pienso seguir haciéndolo. Espero que sea largo aún”, avisó Eastwood en la première mundial de ‘Golpe de efecto’ que acogió Los Ángeles en el pasado mes de septiembre. A sus 82 años, no se cierra las puertas incluso para compaginar las funciones de actor y director. “No creo que vaya a hacer las dos cosas de nuevo, al menos por ahora. Aunque también dije que me retiraba de la actuación en ‘Gran Torino’, y eso cambió. A veces uno miente mucho”, ironizó en el estreno de ‘Golpe de efecto’, la (pen)última muesca de una densa carrera como intérprete que arrancó hace más de medio siglo. Recordemos al Clint Eastwood actor.

El jinete pálido 

EL WESTERN. Su carrera ha estado muy ligada, desde sus inicios, con la figura de un vaquero solitario, parco en palabras, cigarrillo en la boca, poncho raído, portentosa puntería y con el dinero como principal y casi único interés. Tras una década de papeles secundarios, la gran oportunidad en el cine le llegó de la mano del director italiano Sergio Leone y el nacimiento del spaghetti western con ‘Por un puñado de dólares’ (1964), remake no reconocido de ‘Yojimbo’ (1961), de Akira Kurosawa, que demandó a Leone. James Coburn, Henry Fonda y Charles Bronson, entre otros, rechazaron un personaje huérfano de nombre que forma hoy parte de la historia del séptimo arte.

No era, sin embargo, la primera vez que Eastwood se subía a un caballo, se enfundaba un arma y calzaba unas botas con espuelas. Entre 1959 y 1966, protagonizó la serie de la CBS ‘Látigo’, ambientada en una caravana de ganado que viajaba en el Viejo Oeste de Texas a Kansas. Esa experiencia le acercó hasta Sergio Leone y la Trilogía del Dólar conformada por la mencionada ‘Por un puñado de dólares’, ‘La muerte tenía un precio’ (1965) y ‘El bueno, el feo y el malo’ (1966), todas ellas rodadas en España. Eastwood ya era una estrella. Sus apariciones en el western continuaron con personajes similares al alumbrado por Leone con, entre otras, ‘Cometieron dos errores’ (1968), ‘La leyenda de la ciudad sin nombre’ (1969), ‘Dos mulas y una mujer’ (1970), ‘Joe Kidd’ (1972), ‘El jinete pálido’ (1985) y su gran homenaje al western y una de sus obras maestras como director: ‘Sin perdón’ (1992)

Con ‘Sin perdón’, se llevó su primera candidatura a los Óscar como mejor actor con un pistolero retirado, William ‘Will’ Munny, redimido por su fallecida esposa, pero que acepta un último trabajo para superar sus problemas económicos. Violenta y conmovedora al mismo tiempo, representa una de la más brillantes contribuciones del cine contemporáneo al western. “He matado mujeres y niños. He disparado sobre cualquier cosa que tuviera vida y se moviera. Y ahora he venido a matarle a usted”, clama ante el sádico sheriff Little Bill Daggett (Gene Hackman).

 

 Harry el Sucio

EL SUCIO. Junto al western, el cine policiaco es el registro como actor más frecuente en la carrera de Eastwood. Si Sergio Leone fue clave en los sesenta con la Trilogía del Dólar, Don Siegel, con el que había trabajado en ‘La jungla humana’ (1968), recogió el testigo en los setenta con la creación de un personaje inolvidable: Harry Calahan, un impasible detective de la Policía de San Francisco con métodos nada convencionales.

Pese a las críticas de violencia gratuita, ‘Harry, el sucio’ (1971) fue un gran éxito y propició una saga: ‘Harry, el fuerte’ (1973), ‘Harry, el ejecutor’ (1976), ‘Impacto súbito’ (1983) y ‘La lista negra’ (1988). Nadie antes había fardado igual sobre su arma ante un delincuente herido y tendido en el suelo: “Sé lo que estás pensando. Si disparé las seis balas, o solo cinco. Te aseguro que yo también he perdido la cuenta, pero siendo este un Magnum 44, el mejor revólver del mundo capaz de volarte los sesos de un tiro, ¿no crees que deberías pensar que eres afortunado?”. “Go ahead, make my day” (“Anda, alégrame el día”), es otra de las perlas lingüísticas de un Harry Calahan que solo podía haber interpretado Clint Eastwood.

El actor de San Francisco aprovechó su rol de duro para rodar ‘Fuga de Alcatraz’ (1979), también con Don Siegel, ‘Ruta suicida’ (1977), Duro de pelar (1978), La gran pelea (1980), En la cuerda floja (1984) o El sargento de hierro (1985), con un inflexible instructor militar con un vocabulario y actitud que nada envidian al sargento Hartman de ‘La chaqueta metálica’, a la que precede en dos años. Por si existe alguna duda, aquí tenemos su presentación a un futuro pelotón de reclutas en la invasión de Granada: “Soy el sargento de artillería Highway. He bebido más cerveza, he meado más sangre, he echado más polvos y he chafado más huevos que todos vosotros juntos, ¡capullos!”.

Los puentes de Madison 

EL SENSIBLE. Pero Clint Eastwood, como actor, ha sido mucho más que un tipo duro del Viejo Oeste o un expeditivo policía o militar. El mismo intérprete de Harry Calahan y de los spaghetti western de Leone tiene un gran alma sensible. Con el paso de los años, Eastwood ha optado por interpretar papeles de personas heridas. Ya en su estreno como director, ‘Escalofrío en la noche’ (1971), mostró su cara blanda. Entonces, dio vida a un locutor de radio asediado por una mujer obsesionada con él. ‘Los puentes de Madison’ (1993) es la película que certifica el cambio registro de Eastwood tras interpretar anteriormente a personajes vulnerables, con corazón, en ‘Sin perdón’, ‘En la línea de fuego’ o ‘Un mundo perfecto’. Una emotiva y creíble historia de amor donde encarna a un fotógrafo del National Geographic que se enamora de un ama de casa. Un empapado Clint Eastwood despide con la mirada a Meryl Streep tras vivir una corta, intensa y sincera pero imposible relación.

Desde ‘Los puentes de Madison’, Eastwood se ha centrado en la dirección, con apenas media docena de actuaciones alejadas de los años de Harry Calahan o de los western de Leone, salvo en ‘Gran Torino’, su última interpretación hasta ‘Golpe de efecto’. Este último filme sigue la senda de sus papeles en ‘Los puentes de Madison’ o ‘Million Dollar Baby’ (2004), por la que recibió su segunda nominación como actor a los Óscar. Una historia de perdedores que ahoga el corazón con una humanidad que traspasa el cine. “Mo Cuishle means my darling, my blood” (“Mo Cuishle significa mi vida, mi sangre”), balbucea ese viejo entrenador de boxeo mientras desconecta la máquina que mantiene viva a una segunda ‘hija’ y se desvanece su última esperanza de felicidad. ¿Quién ha dicho que Clint Eastwood es solo un tío duro?