Masivo y poliédrico revisionismo histórico en el último año: ‘Lasa y Zabala’, ‘Negociador’, ‘Fuego’, ‘1980’, ‘De Echevarria hasta Etxeberria’, ‘Asier y Yo’, ‘Los Huérfanos’ e incluso ‘Ocho Apellidos Vascos’. ‘Lejos del Mar’, próximo rodaje.
“Son otros tiempos y hay una mayor tranquilidad y madurez en la sociedad”. José Luis Rebordinos, director del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, confiaba en que la proyección de ‘Lasa y Zabala’ (Pablo Malo), sobre el asesinato de dos jóvenes etarras a manos del GAL, en la Sección Oficial del certamen no levantara ninguna polémica. El Festival también había programado otro filme, ni más, ni menos que una comedia, ‘Negociador’ (Borja Cobeaga), sobre las conversaciones secretas entre el Gobierno español y la banda terrorista. ‘Lasa y Zabala’ (salvo en medios muy conservadores) y ‘Negociador’ no han causado ningún revuelo. Se ha hablado de cine, ETA y paz sin crispación. Son, definitivamente, otros tiempos, como valoraba Rebordinos. Se puede hablar sobre terrorismo y, en concreto, sobre ETA en el cine sin miedo a los violentos y sin recelo al temido “¿qué dirán?”.
‘Lasa y Zabala’, que se estrena este viernes, recrea el episodio más negro de la guerra sucia contra ETA. Malo, director de ‘Frío Sol de Invierno’ (2004) y ‘La Vida de Nadie’ (2006), se atreve con el paradigma de la guerra sucia contra ETA: el Caso Lasa-Zabala. Los GAL secuestraron a José Antonio Lasa Aróstegui (20 años) y José Ignacio Zabala Artano (21 años), dos etarras huidos del Comando Gorki, el 15 de octubre de 1983 en Bayona (Francia). El operativo, con el general Galindo al frente, fue una notable chapuza. Lasa y Zabala pasaron por el cuartel de la Guardia Civil de Intxaurrondo y por el Palacio de la Cumbre de San Sebastián donde fueron salvajemente torturados. Finalmente, los dos jóvenes etarras fueron asesinados por los GAL y enterrados en cal viva en un cementerio de Busot (Alicante). Sin duda, el episodio más conocido de los GAL junto con el secuestro (no menos chapucero) de Segundo Marey.
“Es ahora, con el cese de la violencia, cuando se abre un escenario político y social diferente y podemos acercarnos a esta historia desde el respeto a los implicados, a sus familias y a lo sucedido, contado a través de los personajes claves y haciendo especial hincapié en el punto de vista humano, consiguiendo que el espectador pueda empatizar en cómo dos jóvenes, con un ideario abertzale que les llevó a engrosar las filas de ETA, fueron secuestrados, torturados y asesinados. Solo la casualidad y la obsesión en resolver un caso por parte de un jefe del grupo antidelincuencia de la costa mediterránea, se destapó parte esencial de esta historia y que se cerró tras un juicio donde hubo condenas a guardias civiles y altos cargos”, expone Malo, que no convenció (pero por motivos estrictamente cinematográficos) del todo con ‘Lasa y Zabala’ en la Sección Oficial de San Sebastián.
El cese de la violencia ha liberado al cine español de las cadenas para hablar sobre ETA, algo que no ha existido con tanta intensidad en el cine irlandés con el IRA. Aitor Merino estrenó en el pasado mes de enero el imprescindible documental, si se quiere conocer a fondo el conflicto vasco, ‘Asier eta Biok’ (‘Asier y Yo’). Asier Aranguren es el gran protagonista. “Asier y yo crecimos juntos en las calles del País Vasco. Después, yo me trasladé a vivir a Madrid. En 2002, Asier se integró en ETA. ¿Cómo hacer entender a mis amigos de Madrid qué pudo llevarle a tomar una decisión que a mí mismo me costaba asimilar? En cuanto Asier salió de prisión, tomé una cámara con el objetivo de hacer una película en la que trataría de responder a esa pregunta y, de paso, por qué no, acercar posturas. Sin embargo, mi plan no resultaría tan sencillo como yo esperaba”, resume el actor y director vasco Aitor Merino.
“No es un retrato superficial ni complaciente de mi amigo. No hemos tratado de humanizar a Asier porque yo ya sé que es humano y generoso. Tenía miedo de descubrir que Asier hubiera empleado la violencia. No tiene condena por delitos de sangre ni portaba armas en el momento de su detención. Ya sé que para él esto es secundario porque asume la lucha armada de ETA como militante, pero para mí era muy importante”, añade Merino. ‘Asier eta Biok’ se estrenó en la sección Zinemira del Festival de San Sebastián 2013 con un gran éxito de público y crítica. Ganó el Premio Irizar al Cine Vasco. El documental tuvo una distribución limitada en las pantallas de cine, apenas Madrid, Barcelona, Bilbao, San Sebastián, Vitoria, Pamplona, Barakaldo, Irún, Errentería, Tudela y Huarte. Aún así, llegó a casi 25.000 personas. Un resultado notable para un ejercicio cinematográfico necesario.
‘Lasa y Zabala’
Los estrenos de ‘Lasa y Zabala’ y ‘Asier eta Biok’ confirman una nueva relación del cine español con ETA y el terrorismo. Los ejemplos cinematográficos se multiplican. Ander Iriarte se sumerge en uno de los grandes feudos abertzales, Oiartzun (Guipúzcoa), en el documental ‘De Echevarria hasta Etxeberria. Oiartzun: Crónicas de un Pueblo que ha Convivido con la Violencia’, proyectado en los últimos meses de manera minoritaria en cines y festivales. Mientras, Ernesto del Río dirige la TV Movie, financiada por Sendeja Films con la colaboración del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco y ETB, ‘Los Huérfanos’, sobre la historia de amor entre dos adolescentes que causa el encuentro entre un expreso de ETA y la hija de una de sus víctimas.
Iñaki Arteta presentará este domingo en la Seminci de Valladolid su último documental sobre ETA: ‘1980’ (Leize Producciones y TVE). Arteta aborda el año de mayor actividad terrorista de ETA: 1980, con 93 fallecidos. El director bilbaíno recoge los testimonios de varios periodistas, un pensador, un policía y una víctima que vivieron aquel duro reto terrorista en pleno génesis de la democracia española. Arteta es, sin duda, el mayor exponente del documentalismo sobre el conflicto vasco, género que ha prestado mayor atención al problema de ETA. Trabajos previos, altamente aconsejables, son ‘Voces sin Libertad’ (2004), ‘Olvidados’ (2004), ‘Trece entre Mil’ (2005) y ‘El Infierno Vasco’ (2008).
‘Fuego’, dirigida por Luis Marías, es uno de los títulos con ETA como telón de fondo del que más se espera. No habrá que tardar mucho para ver el resultado, a partir del 28 de noviembre en las salas de cine. El filme está protagonizado por José Coronado, Aida Folch, Leire Berrocal y Gorka Zufiaurre. “Es una película arriesgada, una película dura, pero que, por suerte, hoy podemos contar intentando no herir susceptibilidades”, ha definido Coronado. ‘Fuego’ cuenta con la aprobación y “hasta el entusiasmo” de la Secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno Vasco “que la valoró como muy útil para la convivencia futura ahora que el terrorismo de ETA parece que, afortunadamente, ha llegado a su fin”, ha incidido Marías. Coronado es un policía dispuesto a vengarse de la familia del etarra que colocó un coche bomba que acabó con su mujer y mutiló a su hija.
Avalon ha comprado, por su parte, los derechos de distribución de ‘Negociador’ (Borja Cobeaga), estrenada fuera de concurso en el último Festival de San Sebastián. La película, que recibió el Premio Irizar al Cine Vasco, no tiene aún fecha de estreno. Cobeaga firma una original comedia sobre las conversaciones entre ETA y el Gobierno español. “Estamos ahora en un momento, en la ciudad, en el país y en la sociedad, en el que gracias a mucha gente estamos viviendo una época de paz y tranquilidad, que todavía queda mucho por hacer, pero vamos bastante bien. Y, sobre todo, que quizás quien más ha hecho por este país ahora está o en la cárcel (alusión sin citar a Otegi) o defenestrado, y me estoy acordando de Jesús Egiguren. Ha sido todo por el diálogo”, aplaudió Cobeaga mientras recogía su premio en San Sebastián.
“La base de la historia es real, pero el argumento y los personajes son una completa invención. No hay aspiraciones a hacer una crónica realista de las negociaciones entre el Gobierno español y ETA, sino el relato ficcionado sobre un acto supuestamente solemne y grave, pero repleto de pequeños detalles que convierten el acontecimiento en algo muy de andar por casa”, ha puntualizado el director de ‘Negociador’. Ramón Barea, Josean Bengoetxea y Carlos Areces encabezan el reparto y se inspiran en nombres claves del proceso como el presidente del PSE, Jesús Egiguren, y los etarras Josu Ternera y Javier López Peña ‘Thierry’. “No es una película sobre la negociación, sino sobre los detalles que la rodean, y esos detalles la convierten en una comedia. No una comedia loca y caricaturesca, sino un enredo contenido y hasta cierto punto melancólico. Comedia ‘bajonera’ sería la mejor forma de definirlo”.
Borja Cobeaga es una figura clave para entender la nueva postura del sector audiovisual a la hora de hablar sobre ETA. Cobeaga es coautor, junto con Óscar Terol, del mítico programa de humor ‘¡Vaya Semanita!’ (ETB), que desacralizó el conflicto vasco. Humor, sano humor, que solo ha indignado a aquellos, a ambos lados del puente, que no han querido ni quieren entenderse. Cobeaga es, además, coguionista del gran fenómeno cinematográfico que ha supuesto la comedia ‘Ocho Apellidos Vascos’ (Emilio Martínez Lázaro), que ironiza sobre el mundo abertzale. Una cinta rodada en cinco localidades claramente independentistas como Zumaia, Getaria, Mondragón y Zarautz, en Gupúzcoa, y Leitza, en Navarra. Y no ha pasado nada. Bueno, sí, que los cines han reventado de… asistentes. Son otros tiempos. No se equivocaba Rebordinos en el Festival de San Sebastián a la hora de apoyar la inclusión de ‘Lasa y Zabala’ y ‘Negociador’.
Pero no siempre fue así. Hace once años, el Festival de San Sebastián fue el epicentro de una mayúscula bronca política y social con la exhibición del documental ‘La Pelota Vasca, la Piel contra la Piedra (Julio Medem). Eran, definitivamente, otros tiempos. ETA había roto su primer alto el fuego con carácter indefinido, anunciado el 16 septiembre de 1998 y dinamitado con el asesinato del teniente coronel Pedro Antonio Blanco el 21 de enero de 2000 en Madrid. La banda golpeó fuerte en los cuatro años siguientes: 46 muertos. La tensión política en Euskadi alcanzaba niveles elevados. Batasuna había sido ilegalizada. Ibarretxe había frenado en las urnas el primer gran frente constitucionalista entre PP (Jaime Mayor Oreja) y PSOE (Nicolás Redondo Terreros).
No obstante, algo ya había cambiado. La voz de las víctimas del terrorismo, injustamente silenciada por las instituciones e incluso por una parte de la sociedad vasca y española durante los duros años setenta y ochenta, se escuchaba con mayor fuerza, en especial gracias al Espíritu de Ermua, la masiva reacción pacífica ciudadana tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Comenzaba la reparación moral. Medem, natural de San Sebastián, abrió el debate. Su error (si es que se puede llamar error) se ciñó a tender un puente de comunicación tras la dura campaña electoral en los comicios vascos del año 2001.
“Lo primero que me planteé fue abarcar el mayor número posible de voces diferentes, como una polifonía humana en la que cada cual cantara a su aire (…). Quería individuos hablando de su preocupación personal por un problema social como es el vasco (…). Me propuse dejar opinar a todas las partes posibles del espectro vasco, para luego hacer alternar sus voces, creando la sensación de que podrían escucharse unas a otras, si quisieran, y sobre todo entenderse, también así mismas. Desde este escenario simulado de diálogo pretendía crear las mejores condiciones para despolarizar, desradicalizar, o desbloquear (aunque solo fuera una sensación durante la contemplación de la película) a las partes del conflicto vasco”, argumentó vanamente Medem.
‘La Pelota Vasca: La Piel contra la Piedra’ demostró que, tristemente, el conjunto de la sociedad vasca y española no estaba aún preparado para resolver el reto de ETA. A Medem le llovieron los palos desde el inicio por la ausencia de dirigentes del PP (que se negaron a participar en el documental), al igual que voces muy autorizadas en Euskadi como Fernando Savater, Jon Juaristi o Cristina Cuesta. Pero ‘La Pelota Vasca’ no era la película que pensó Medem, sino “la que me han dejado”. Una respuesta que, sin embargo, no convenció al PP, que exigió la eliminación del documental del Festival de San Sebastián, ni a otras conocidas personalidades de la sociedad vasca como Gotzone Mora e Iñaki Ezkerra, miembros del Foro de Ermua, que pidieron a Medem que cortara sus respectivas participaciones en ‘La Pelota Vasca’.
Hoy, como recordaba José Luis Rebordinos, son, afortunadamente, “otros tiempos”. El conflicto vasco vive, paso a paso, una nueva y esperanzadora etapa. ETA declaró el 20 de octubre de 2011 “el cese definitivo de su actividad armada”. Derrotada policialmente y con un decreciente apoyo social a la lucha armada, los terroristas, por fin, asumían que las bombas y las pistolas no son medios lícitos para conseguir sus objetivos. 43 años de sinsentido que solo habían provocado sufrimiento: 829 muertos y miles de heridos. Más de cinco años han pasado desde el último atentado en España, un coche bomba que asesinó el 30 de julio de 2009 a dos guardias civiles en Palma de Mallorca. Un policía francés, Jean-Serge Nérin, es la última víctima de ETA. Falleció en un tiroteo en Francia el 16 de marzo de 2010.
Aunque a ETA aún le quedan pasos por dar, como la entrega de las armas y, sobre todo, su disolución, el contexto, innegablemente, ha cambiado. Una nueva situación que ha permitido al cine, tímido hasta ahora, acercarse a una realidad que durante mucho tiempo ha sido casi un tabú. ETA había desfilado como un fantasma por el cine español. Imanol Uribe suponía casi una excepción comenzando su carrera con títulos como el documental ‘El Proceso de Burgos’ (1979), recreando el famoso Consejo de Guerra tras el atentado de ETA contra el comisario Melitón Manzanas; ‘La Fuga de Segovia’ (1981), sobre la famosa huida de 24 etarras y cinco presos catalanes miembros del FRAP, FAC, MIL y PCE en abril de 1976; y ‘La Muerte de Mikel’ (1983). Un enorme mérito de Uribe rodando filmes sobre ETA en los ‘Años de Plomo’ de la banda.
Uribe retomó el tema en su trabajo más conocido: ‘Días Contados’ (1994), una particular adaptación del mito de ‘Carmen’ de Bisset con Carmelo Gómez como un pistolero de ETA enamorado de una joven yonqui y prostituta (Ruth Gabriel). ‘Días Contados’ ganó ocho premios Goya, incluidos Mejor Película, Director y Actor para Carmelo Gómez. Uribe, con la producción de Maestranza Films, comenzará de inmediato a rodar en Almería ‘Lejos del Mar’. Un nuevo proyecto con el que vuelve a analizar las consecuencias del conflicto vasco. Eduard Fernández interpretará a un etarra arrepentido que sale de prisión tras la derogación de la Doctrina Parot. Por tanto, máxima actualidad.
Pero Uribe ha sido casi una excepción. Solo a finales de los setenta, ETA apareció con regularidad en la cartelera con el recurrente asesinato de Carrero Blanco como excusa: ‘Comando Txikia’ (José Luis Madrid) (1976) y ‘Operación Ogro’ (Gillo Pontecorvo) (1979). El vitoriano Iñaki Núñez también dio un paso al frente con el documental ‘Estado de Excepción’ (1977) y el largometraje ‘Toque de Queda’ (1978). Núñez tuvo serios problemas durante el rodaje de ‘Estado de Excepción’, que se paralizó por dos presuntos delitos de apología del terrorismo e injurias a la Policía. El director y parte del equipo fueron detenidos y encarcelados.
Los ochenta fueron escasos en títulos sobre el conflicto vasco. Destacan ‘El Caso Almería’ (Pedro Costa) (1983), sobre el asesinato real de tres jóvenes cántabros confundidos como miembros de ETA por la Guardia Civil; ‘El Pico’ (Eloy de la Iglesia) (1983); ‘Goma-2’ (José Antonio de la Loma) (1984) y ‘La Rusa’ (Mario Camus) (1987). Camus regresó en los noventa con ‘Sombras en una Batalla’ (1993), con Carmen Maura como una antigua militante de ETA, y más tarde con ‘La Playa de los Galgos’ (2002). ‘A Ciegas’ (Daniel Calparsoro) (1997), con Najwa Nimri haciendo méritos para entrar en un comando; ‘Yoyes’ (Helena Taberna) (1999), con Ana Torrent como la mítica dirigente de ETA asesinada en Ordizia tras abandonar la banda; y ‘El Viaje de Arán’ (Eduard Bosch) (2000), con una idealista Ingrid Rubio integrándose en ETA, son otros ejemplos de la limitada relación del cine español con el terrorismo.
Un contexto que ha cambiado en el nuevo siglo en paralelo a la derrota policial y social de ETA y el definitivo cese de la violencia. El productor vasco Elías Querejeta ha promovido en estos últimos años tres documentales claves que demuestran esta evolución: ‘Asesinato en Febrero’ (Eterio Ortega Santillana) (2001), sobre el asesinato del dirigente socialista vasco Fernando Buesa y su escolta Jorge Díez Elorza; ‘Perseguidos’ (Eterio Ortega Santillana) (2004), sobre los amenazados por ETA; y ‘Al Final del Túnel’ (Eterio Ortega Santillana) (2011), sobre los últimos momentos de la violencia. Mientras, Miguel Courtois ha narrado dos conocidos episodios sobre la banda: ‘El Lobo’ (2004), sobre el confidente que se infiltró en ETA entre 1973 y 1975 para permitir el arresto de parte de la banda, y ‘GAL’ (2006), una narración periodística que destapa la guerra sucia contra los terroristas.
‘Clandestinos’ (Antonio Hens) (2007), ‘La Casa de mi Padre’ (Gorka Merchán) (2008), ‘Tiro en la Cabeza’ (Jaime Rosales) (2008), ‘Todos Estamos Invitados’ (Manuel Gutiérrez Aragón) (2008) e incluso, aunque en un segundo plano, ‘Celda 211’ (Daniel Monzón) (2009) son otros recientes ejemplos del cine sobre ETA. Una relación que, tras el cese definitivo de la violencia, se ha intensificado con ‘Lasa y Zabala’, ‘Negociador’, ‘Fuego’, ‘1980’, ‘De Echevarria hasta Etxeberria’, ‘Asier y Yo’, ‘Los Huérfanos’, ‘Lejos del Mar’ (próximo rodaje) e incluso ‘Ocho Apellidos Vascos’. El cine español, definitivamente, ha perdido el miedo para hablar sobre ETA. Un triunfo más de la paz sobre las armas.