Ve la luz el segundo libro de la pequeña saga ‘El Héroe’, de David Rubín, uno de los mejores trabajos de cómic hechos en España y con más ambición estética y literaria.

Imágenes:  Astiberri

Cuando un formato, un género o una vía de expresión artística está trillada, sobrealimentada y casi agotada lo mejor es volver a los orígenes, resetear y relanzar de alguna forma lo antiguo. Lo han hecho todas las artes y casi todos los artistas. El héroe, la figura del héroe, está llena y cargada de variantes en la literatura, en el cine, el arte y el cómic. Y la lista de veces que ha sido retratado es tan larga que casi podría decirse que el 80% de la producción de cómic conocida gira en torno a alguien que hace algo épico o fuera de lo normal para conseguir un gran bien, propio o general. Resumiendo: nada nuevo (pero nada) bajo el Sol.

Hasta que David Rubín hizo lo que debía: volver a los orígenes del héroe, a la mitología griega, y construir a partir de ahí. Así es cómo nace el Heracles antiguo y moderno a la vez de la saga ‘El Héroe’, que ya va por su segundo libro y que se ha convertido en un referente de calidad en el mercado español, traducido a varios idiomas y que ha hecho su particular tournée por media Europa para dar a conocer a este autor. Evidentemente también por Francia, la meca del cómic europeo. En Italia ha tenido también una gran acogida y el Instituto Cervantes le eligió como autor en una de sus giras para expandir el español por Europa.

Publicada por la editorial Astiberri, esta saga de apenas dos volúmenes es la cima de un proyecto de más de 550 páginas y casi cuatro años de trabajo, lo más ambicioso y grande que ha hecho Rubín hasta ahora, confirmando que se trata de uno de los mejores autores españoles después de muchos años de trabajo como ilustrador, dibujante o creador de sus propias historias. Redefine el mito de Heracles/Hércules, lo asimila y procesa para convertirlo en un superhéroe en el mejor estilo de la escuela americana. Ahí está el truco de Rubín: vuelve al punto de partida para relanzarlo. Tan antiguo como el arte, tan moderno como un buen cómic.

Si en el primer volumen narraba el origen y crecimiento de Heracles, contra todo y contra todos, en este segundo libro el punto de partida es el matrimonio entre el héroe y Megara. Se enamoran, se casan, fundan una familia y un hogar, parece que el tiempo del riesgo se ha terminado, pero Hera, esposa de Zeus y rival del héroe, decide martirizarle. Mediante un sortilegio hace creer a Heracles que su hogar y familia están siendo atacados por bestias a las que debe matar. Cuando lo hace el hechizo desaparece y se da cuenta de que en realidad ha matado a su mujer e hijos. Hera lo atormenta con el sentimiento de culpa, lo enloquece y derrumba. Heracles huye y se refugia en una montaña para purgar en solitario sus pecados y vivir al margen del mundo, siempre entre la locura y la tristeza.

A partir de aquí empieza una historia que recupera la grandeza de la mitología y que a Rubín le costó mucho trabajo poder desarrollar. Se trataba de dar su particular visión del mundo de los superhéroes, y reconoce que es el cómic más arriesgado y personal en el que se ha embarcado hasta la fecha, tanto por su envergadura como por su mezcla de géneros y de puntos de vista dentro de la misma obra. Listo para disfrutar.

 

El mito del héroe

Rubín se ha unido con ‘El Héroe’ a una particular forma de entender el cómic, ya clásica, ligándose a un género que es casi omnímodo en la escuela americana que tanto ha influido a los autores europeos desde los años 70 en adelante. Los superhéroes, remedos de la vieja mitología clásica y que en muchos casos adoptan el papel metafórico de un mesías cristiano. Su base es lo que se denomina “sense of wonder”, sentido de lo maravilloso, de lo diferente, anormal, épico y ligado con la divinidad que cultivaron Stan Lee, John Romita o Jack Kirby. No se trata tanto de qué superhéroe se elige para trabajar, sino de cuál es su naturaleza divina en el sentido de poder no humano. Por ejemplo: Batman no entraría estrictamente en esta tradición, ya que es un mortal con recursos y entrenamiento, pero desde luego sí que entrarían Superman y el resto del particular Olimpo pagano del siglo XX. En un paso intermedio estarían los “héroes a la fuerza”, humanos que por accidente se convierten en héroes: en esto el especialista es Stan Lee, que repitió fórmula innumerables veces, desde Spiderman a Hulk, víctimas de accidentes (muchos relacionados con la energía nuclear) que les transfieren el “sense of wonder”.

 

David Rubín 

Rubín, biografía y carrera

Nacido en Orense en 1977, Rubín es uno de los historietistas españoles más reconocidos en los últimos años (en España, pero también internacionalmente). Es co-fundador del colectivo Polaqia, formado por historietistas de Galicia. Durante sus primeros años como historietista, publica sobretodo en el ámbito gallego, en los fanzines Barsowia (Polaqia) y BD Banda, y en la revista infantil Golfiño (suplemento del periódico La Voz de Galicia), y gana un buen puñado de premios en concursos de cómic de su comunidad autónoma. Pero Rubín es conocido sobretodo por sus tres libros de historietas: ‘El circo del desaliento’ (2005), ‘La tetería del oso malayo’ (2006) y ‘Cuaderno de Tormentas’ (2008), todos ellos nominados (el segundo, también premiado) en el Salón del Cómic de Barcelona, el más importante de España, y todos de más de un centenar de páginas de extensión (176, 184 y 112). En otro ámbito, por ser monografías de menor recorrido (por número de páginas) y estar realizadas por encargo, tiene en su currículum dos cómics para SM (2008-2009) y uno para La Xunta de Galicia (2010). A finales de 2010 está previsto que se publique su próxima novela gráfica, ‘El Héroe’ (Astiberri), que será su trabajo más ambicioso y extenso hasta la fecha.