Séptima película en los últimos ocho años del director neoyorquino ambientada en el Viejo Continente: ‘A Roma con Amor’, un homenaje al cine italiano y ‘El Decamerón’.

Un guardia de tráfico real, Pierluigi Marchionne, nos introduce en la nueva aventura europea cinematográfica de Woody Allen: ‘A Roma con Amor’. “Soy de Roma. Mi trabajo es pararme aquí. Y veo a todo tipo de gente. En Roma, todo es una historia”, adelanta Marchionne a los espectadores mientras dirige, subido en una tarima circular en la Piazza Venezia, la caótica circulación de la capital italiana. Y eso, breves relatos de los habitantes y visitantes que llegan cada día a Roma, es lo que aparece en la última película del director neoyorquino, que se estrenará en España el próximo día 21. Cuatro historias diferentes, sin conexión entre ellas, que intercaladas ofrecen un retrato de la Roma contemporánea sin olvidar las típicas preocupaciones del cine de Woody Allen: las relaciones de pareja, las infidelidades, la fama o la música.

“Sentí que la ciudad de Roma se prestaba a una serie de relatos diversos. Si detienes a un centenar de romanos, te dirán: soy de la ciudad, la conozco bien y puedo contarte un millón de historias”. Con esa premisa, Allen ha construido una comedia coral que sigue la mejor tradición de las películas de enredos del cine italiano de los 60 y 70 y que supone un homenaje a la inmortal obra de Giovanni Boccaccio, ‘El Decamerón’, publicada en 1351. Un reconocimiento que llegaba al título del filme. La búsqueda de un nombre más identificable con Italia para el gran público, llevó a Allen, tras amagar antes con ‘Nerón tocaba la lira’, a apostar por un más clásico ‘A Roma con Amor’. Es la séptima película que rueda en Europa en los últimos ocho años, la primera en Italia y la más desenfada de su idilio europeo. Olvídense de la oscuridad de ‘Match Point’, Woody Allen, con 76 años sobre su espalda, prefiere la risa, aunque sea con su inconfundible sello.

Penélope Cruz en ‘A Roma con Amor’

Roberto Benigni, uno de los principales cómicos italianos de las últimas dos décadas, pone cara a un anónimo oficinista, Leopoldo Pisanello, que se convierte, sin mayor explicación y de la noche a la mañana, en una celebridad perseguida por los paparazzi. La historia de Benigni, rodada en italiano, es sin duda la más surrealista de la película. Allen analiza un tema, la fama, sus ventajas e inconvenientes, que ya había explorado con Kenneth Branagh en ‘Celebrity’. “La fama te ofrece muchas oportunidades que una persona normal nunca tendría la ocasión de experimentar. Es una droga muy seductora”, puntualiza.

Otra historia, también filmada en italiano, tiene como una de sus principales protagonistas a Penélope Cruz. La actriz madrileña vuelve a ponerse a las órdenes de Allen, tras el espaldarazo a su carrera internacional de ‘Vicky Cristina Barcelona’, para sacudir la pantalla con sensualidad. Cruz es en ‘A Roma con Amor’ una prostituta que ayuda a un recién casado que llega a la capital italiana, junto con su mujer, para impresionar a sus ricos familiares y lograr un buen empleo. “Anna (su personaje) es un espíritu muy libre que no tiene un filtro social en su mente por lo que dice todo lo que siente sin tener que preocuparse por las consecuencias”, define la actriz española. Allen analiza con vis cómica una de sus preocupaciones fetiche: las infidelidades y las tentaciones.

Scarlett Johansson, arrebatadora en ‘Match Point’

Además de estos dos relatos con pleno sabor italiano, existen dos historias donde interaccionan personajes oriundos de Roma con turistas estadounidenses. Una de ellas está protagonizada por Alec Baldwin, como un famoso arquitecto de California (John) que visita la capital italiana, donde vivió durante una temporada cuando era estudiante. Un joven alumno de Arquitectura, Jack (Jesse Eisenberg), le reconoce y le invita a tomar un café en su casa donde reside con su novia Sally (Greta Gerwig). Ese fortuito encuentro desencadena una historia donde las infidelidades de pareja juegan un papel determinante a través de Mónica, amiga de la novia de Sally (Ellen Page).

La cuarta y última historia de ‘A Roma con Amor’ aterriza con regalo incorporado: la actuación del propio Woody Allen, retirado de su faceta como actor desde ‘Scoop’. En esta ocasión, da vida a Jerry, un director de ópera jubilado que viaja a Roma acompañado por su mujer, Phyllis, interpretada por Judy Davis. El objetivo del viaje: visitar a su hija Hayley (Alison Pill) para conocer a su prometido italiano, Michelangelo (Flavio Parenti). Desilusionado con su carrera profesional y con su retiro, el personaje de Allen encuentra una oportunidad inesperada en el padre de su futuro yerno, Giancarlo, recreado por el famoso tenor italiano Fabio Armiliato, pero que sólo se puede expresar en privado y en circunstancias muy particulares; bajo la ducha.

Todo ello en una película, como no podía ser de otra manera, que rezuma música italiana. Armiliato canta piezas clásicas como ‘Nessun Dorma’, de la ópera ‘Turandot’, de Giacomo Puccini. Una joya incluida dentro de una banda sonora donde no faltan ‘Amada Mia, Amore Mio’ o ‘Nel Blu Dipinto di Blu (Volare)’, que sirve como prólogo y epílogo del filme. Todo un homenaje musical que remite, como toda la película, a Roma e Italia, aunque a la crítica del país transalpino la presencia de tantos tópicos no les haya convencido por completo. Allen se defiende. “Crecí con el cine italiano. Roma es una ciudad que me resulta extremadamente exótica. Contrariamente a Londres o París, lugares compresibles para un estadounidense, Roma es muy exótica, el estilo de vida es muy diferente, como sus colores”.

Woody Allen vuelve a actuar en ‘A Roma con Amor’

 Owen Wilson, enamorado de Rachel McAdams en ‘Medianoche en París’

¿Por qué rodar en Europa?

¿Por qué el poeta de Manhattan ha salido de Nueva York? ¿Ha buscado en el Viejo Continente inspiración o motivación para mantener su ritmo de película por año? Allen siempre ha tenido una relación muy estrecha con el público europeo, mucho más que con los espectadores de su país. Pero, todo tiene una explicación más mundana: el dinero. “Las compañías de cine descubrieron que pueden gastar 100 millones de dólares en una película para ganar 300 millones. Apuestan por lo grande y les importa un bledo hacer películas de calidad, solo les interesan las ganancias. Mi cine queda fuera, pero los europeos tienen otra visión y me financian”, explicaba recientemente en la revista sudamericana ‘Cosas’.

A esa tendencia por promover el blockbuster, se unieron varios contratiempos. El mayor fue su ruptura con la productora Jean Doumanian, amiga y socia durante cuatro décadas. Una demanda cruzada por los royalties de varios filmes, entre ellos ‘Poderosa Afrodita’ y ‘Acordes y Desacuerdos’. Secada esta fuente de financiación, Allen tuvo que afrontar, además, fracasos en taquilla: ‘La Maldición del Escorpión de Jade’, ‘Un Final Made in Hollywood’, ‘Todo lo Demás’ y ‘Melinda y Melinda’. Aunque su prestigio persistía entre los actores, que aceptaban bajarse el sueldo para trabajar con el genio de Manhattan, el dinero de los productores era insuficiente. “Nueva York es una ciudad donde es muy caro filmar y mi presupuesto no alcanza”. La solución fueron las productoras europeas. La primera en apuntarse fue la británica BBC Films, correspondida con un éxito como ‘Match Point’. No ha sido la única. La productora española Mediapro aportó su dinero a ‘Vicky Cristina Barcelona’, ‘Conocerás al Hombre de tus Sueños’ y ‘Medianoche en París’. Una financiación que en ‘A Roma con Amor’ ha llegado con Medusa Film, la productora de Silvio Berlusconi.