Vida, educación y muerte ritual de un escritor fuera de lo común del que Alianza publica siete relatos inéditos en español. Una de las figuras más influyentes dentro y fuera de Japón, con una relación privilegiada con Occidente a pesar de su fuerte nacionalismo.
El pasado 12 de enero hubiera cumplido 87 años (nacido en 1925). De seguir vivo Yukio Mishima sería un escritor reverenciado, mitificado, aupado desde Occidente por intelectuales y marginales de ultraderecha a partes iguales. Un ser, una contradicción continua. Eso fue un escritor que terminó sus días haciendo el suicidio ritual del seppuku en 1970, después de planearlo todo durante más de un año y haber entregado su obra final unas horas antes a su editor. Quizás el más grande de los escritores japoneses del siglo XX, dotado de un fino olfato literario en el que sumaba a su calidad estilística (densa, profunda, agobiante en lo espiritual) la capacidad para plantearlo todo psicológicamente. La editorial Alianza acaba de sumar más madera a su mito con la publicación de siete relatos inéditos agrupados bajo el título de ‘Los sables’. Una buena razón para rememorar a un hombre profundamente complejo cuya deriva nacionalista tenga mucho que ver, quizás, con su contacto con Occidente.
Hijo del gran desarrollo industrial y nacional japonés anterior a la Segunda Guerra Mundial, Mishima arrancó a escribir a los doce años, y desde entonces no frenó: su legado abarca novelas (cerca de 40), obras de teatro (18), varios libros de relatos (un total de veinte) y multitud de ensayos (otra veintena). Pero sólo algunos tienen la capacidad de ser auténticas obras de Mishima, que supo sacar partida y tajada de su obra antes del final ansiado y soñado. Porque lo primero que hay que saber de Mishima, aparte de su talento, es que planeó y deseó su suicidio ritual (seppuku) durante años. Lo segundo, que su nacionalismo exacerbado y de corte fascista (a ojos de un occidental) guió muchos de sus pasos políticos, como la fundación del Tatenokai (Hermandad del Escudo), grupo cerrado que fue su brazo ejecutor en el suicidio y en sus asuntos públicos.
Su obra cumbre fue póstuma, la tetralogía ‘El mar de la fertilidad’, cerrada con el manuscrito ‘La corrupción del ángel’ que entregó en mano a su editor el mismo día del suicidio. Las cuatro obras son un resumen de su rechazo a la sociedad japonesa de posguerra, a la que considera corrompida, sin espíritu, alejada del camino tradicional que la hizo gloriosa. Su obra es una reacción frontal y directa contra un país que (según él) se abría a lo malo de la modernidad y dejaba atrás los valores milenarios del viejo Japón. El origen de esta filosofía podría estar en su infancia, vinculada a Natsu, su abuela, que lo separó de su familia para educarle como a un samurái, ya que ella pertenecía a esa casta desde mucho tiempo atrás.
No hay que olvidar que durante la era Meiji (iniciada en 1868) el trono imperial y el gobierno japonés de entonces decidió occidentalizar su economía, política y fuerzas militares para hacer frente a Occidente. Y las víctimas propiciatorias de aquello fueron las entidades más tradicionales, como los samurái, aplastados por el Ejército. Además de ese espíritu violento y fanático del bushido (el camino del guerrero) japonés, la abuela Katsu le inculcó el amor por el teatro clásico nipón (el kibuki) y la literatura francesa y alemana. Podríamos hacer muchas cábalas de cómo una anciana japonesa llego a devorar a Rilke, pero lo fundamental es que ella inoculó la fascinación por las letras europeas al pequeño Yukio.
La mayor parte de los lectores occidentales le vinculan con esa muerte escenificada, pero también con un libro que es como un fascinante dolor de muelas, ‘El pabellón dorado’, la historia de un monje budista que decide prender fuego a un templo dorado porque su belleza el resulta insoportable; ‘Confesiones de una máscara’ también es un buen ejemplo de lo que era Mishima: la historia de un joven de homosexualidad más que velada que decide esconderse tras una máscara para encajar en la sociedad. Ambas obras están escritas con un temple y mimo a las palabras y a la densidad del lenguaje que echará para atrás a muchos, pero cuya capacidad psicológica es inmensa. Un grandísimo escritor más allá de neurosis e ideologías. Un buen proyecto de lectura.
La muerte como ansia y deseo
Una mentira a los médicos durante su reclutamiento en los años 40, en plena Segunda Guerra Mundial, le valió quedar incapacitado por una falsa tuberculosis (gripe en realidad). El sentimiento de culpa fue enorme, perdió la oportunidad de morir por el Tenno (el Emperador), máxima gloria de alguien como él. Esto generó una personalidad llena de amargura y ansia de gloria bélica, que luego se tradujo en su deriva fanática de la filosofía del bushido. De esa fascinación surgió la idea del suicidio ritual como denuncia de la podredumbre moral de Japón; su muerte ritualizada en el seppuku (que incluye el harakiri) ante los medios de comunicación iba a ser su tributo final, su ajuste de cuentas con su vida. Incluso lo anticipó: él mismo realizó un cortometraje (‘Yokoku’) en el que escenificaba e interpretaba este final ante el público. El 25 de noviembre de 1970 él y el resto de miembros de su grupo nacionalista (Tatenokai) fueron a un cuartel del Ejército, el cual ocuparon armados. Desde lo alto de una terraza lanzó un discurso a la tropa que fue fotografiado y grabado. A continuación fue al despacho del general del cuartel para el suicidio. Su asistente intentó decapitarlo hasta tres veces sin éxito y fue su amigo Hiroyasu Koga quien terminó el ritual.
BIBLIOGRAFÍA ESCOGIDA
Confesiones de una máscara (Kamen no kokuhaku) – 1948
Sed de amor (Ai no Kawaki) – 1950
Los años verdes (Ai no jidai) – 1950
El color prohibido (Kinjiki) – 1954
El rumor del oleaje (Shiosai) – 1956
El pabellón de oro (Kinkakuji) – 1956
Después del banquete (Utage no ato) – 1960
El marino que perdió la gracia del mar (Gogo no eiko) – 1963
La Perla y otros cuentos (Shinju oyobi sonota no teiruzu) – 1966
El mar de la fertilidad (tetralogía) (Hojo no umi) – 1964-1970. (1) Nieve de primavera (Haru no yuki); (2) Caballos desbocados (Homba); (3) El templo del alba (Akatsuki no tera) y (4) La corrupción de un ángel, (Tennin gosui)
Música (Ongaku) – 1972
Lecciones espirituales para los jóvenes samuráis (Hagakure Nyūmon)