Banda británica que ha contribuido a resucitar el folk en esta década, anuncia un largo parón para digerir la meteórica carrera.

Folk. Mejor dicho, folk americano. Esa música extraña más antigua que el rhythm & blues, que el soul, el jazz o incluso el country, que era “eso que escuchan los blancos” del campo, de la América profunda que Bob Dylan ayudó a resucitar por su cuenta y riesgo. Un sonido característico de cuerdas, color sepia, chalecos y granjas, ritmos rápidos y voces de un eterno Medio Oeste que aterrizó hace años en Europa y que con Mumford & Sons ha sido capaz de sobrevivir y evolucionar. Pero hay una pequeña peculiaridad que es muy importante: son británicos. Suenan a campos de maíz, blancos clavados a sillas moviendo las manos como locos en las guitarras y banjos, el sonido de un campo profundo de algún lugar cerca de Oklahoma. Pero no, late un corazón inglés en esa música.

No es casualidad que en estos años en los que todo son refritos musicales y la resurrección de los dinosaurios es ya un nicho de negocio (salvo que estén muertos, no hay banda de los 60, 70 u 80 que no haya regresado o esté intentándolo) haya surgido una nueva vía mixta folk-rock que pueda agradar a los oídos. Pero lo más impactante es que haya sido el oeste de Londres el nido de este grupo y de muchos otros como Noah and the Whale, Laura Marling o Johnny Flynn, por poner unos cuantos ejemplos. Esta combinación no es nueva, y Mumford & Sons tampoco son revolucionarios, simplemente han dado con la tecla del éxito para un público predispuesto a escuchar algo diferente. Todo lo demás parece agotado después de ser exprimido demasiadas veces. Y eso sólo con dos discos de estudio.

 

Su último disco es de 2012, ‘Babel’. Entre esta fecha y el 2007 que les vio nacer hay mucha trayectoria. Todo surgió a partir de Marcus Mumford, alma mater de la banda y que es voz, mandolina, guitarra y batería si se tercia, acompañado de Ben Lovett (voz, batería, teclado, acordeón), Ted Dwane (otra voz más, guitarra, contrabajo y batería) y Winston Marshall (voz, banjo y dobro). Nacieron con la ola del nuevo folk ya batiendo la costa en Londres, muy lejos de la América a la que nos suena al resto. Probaron suerte como todos: conciertos en clubes y bares, tres EP y finalmente el primer álbum, ‘Sigh no more’, que pasearon por Reino Unido sin descanso. Eso fue en 2009. Un suspiro apenas respecto a lo que antaño era una carrera musical. Sin embargo a la primera lo lograron: llegaron al número dos de las listas británicas y entre los 200 más vendidos del Billboard de EEUU.

Fue precisamente en este país, con el oído más adaptado a lo que tocan, donde se encontraron con las grandes audiencias y la televisión; la subida fue imparable a partir de ese momento: en 2010 ya fueron nominados a dos Grammy. Luego llegarían los Brit y el éxito absoluto. Sin embargo, en septiembre de ese mismo año, asumieron el agotamiento y avisaron de que iban a hacer “un receso” sin fecha de regreso, que a grandes rasgos podría ser una forma de tomarse unas vacaciones o, quizás, de librarse unos de otros hasta nuevo aviso.

 

Pero la banda es de actualidad por la ausencia: desde el 20 de septiembre pasado han desactivado el grupo sin fecha de regreso. Ben Lovett declaró a la revista Rolling Stone que “nos vamos a tomar una considerable cantidad de tiempo desactivados, para únicamente volver para pasar el rato, sin presiones ni nada de eso. Nos sentimos como en la última semana de escuela ahora mismo, antes de las vacaciones. La atmósfera en la carretera es como… creo que todos estamos excitados con la idea de estar libres de compromisos”.

Mumford & Sons disfrutan con los directos. Es un tic de los grupos que se han curtido y forjado de concierto en concierto, nada de cazatalentos que por fortuna te ven. Fue un grupo forjado a golpe de noche bajo techo. Suelen mantener una intensa relación con el público, y la versatilidad musical y profesional de los miembros permiten que se intercambien los instrumentos y dar muchos más matices. Ellos mismos han manifestado que prefieren un buen escenario, por pequeño que sea, que un estudio de grabación y la mercadotecnia asociada a un disco.

Siguiendo también cierta tradición inglesa tiran mucho de literatura a la hora de escribir las letras, desde Shakespeare a Homero pasando por muchos otros autores contemporáneos como Steinbeck, por ejemplo. De estas influencias asociadas a la música han surgido muchas canciones, en parte porque nadie va a pedirle justificación por plagiar, copiar o inspirarse en los clásicos. El colmo de la erudición es ‘The Cave’, donde hay incluso alegorías a la caverna platónica o a la Odisea. Este cierto elitismo cultural proviene de muchas circunstancias del grupo, como es el caso de Marcus Mumford, que tiene un club de lectura propio en internet. El amor por los libros se aplica luego a la música.

Folk: las raíces tiran mucho

Mumford & Sons es una amalgama digna de una ciudad cosmopolita como Londres y que bebe de muchas fuentes musicales. Las etiquetas las carga el diablo y sirven para poco cuando vivimos en una época en la que mezclar es una constante. Se les define como folk-rock, pero también como indie-folk, dos formas de definir como otras cualquiera. La constantes es el folk. Respecto al rock, Alice Cooper sentenció que incluir en el rock a esta banda era poco menos que un sacrilegio. Pataleó el santo patrón del rock setentero y quedó claro que Mumford y amigos no eran bienvenidos al Parnaso ya de por sí superpoblado.

Su música está llena de ligazones con el folk anglosajón que luego cruzaría el charco hacia EEUU. La de folk-rock es la más omnipresente, pero también la más ancha de caderas para aceptar grupos. A fin de cuentas fue obra y gracia de Bob Dylan, Prometeo primigenio que luego muchos otros copiarían. Otra etiqueta que se les aplica es la de bluegrass, un estilo que arrasó en los años 30 y 40 en EEUU nacido en los Apalaches de las fusiones tradicionales de la música de las Islas Británicas y que también podría entrar en la coctelera por sus instrumentos: contrabajo, violín, mandolina, banjo… utilizados también por la banda y cuyo característico sonido y ritmo enriquecen el resultado final. Lo cierto es que lo de indie-folk podría sernos útiles para concretar más que son Mumford & Sons: surgió en los años 90 mezclando elementos del rock con el folk tradicional, con figuras como Beck o Jeff Buckley como principales promotores de este estilo ecléctico que mezcla instrumentos propios del folk anglosajón con el rock.

Los dos álbumes de Mumford & Sons

Sigh No More