En el capitalismo, como la materia en el universo, nada se crea ni se destruye, sólo se transforma. La falta de liquidez, la necesidad de nuevos negocios y los cinturones apretados al máximo se traducen en nuevas industrias basadas en el reciclaje: entre ellas la de los móviles, que ante la avalancha de los táctiles multimedia han desbancado a toda una generación.
Todo se recicla, o casi todo, pero si la industria tiene los ojos puestos en un elemento clave por su rentabilidad son los teléfonos móviles. Sólo en España el cálculo más conservador es superior a los 40 millones de aparatos. Desde hace años el intercambio y el reaprovechamiento de la tecnología es una constante, pero mucho más en una tecnología que utiliza componentes como el oro. Pero también muchos otros altamente contaminantes. Una parte importante, una vez abandonados, son recogidos para ser reutilizados en zonas del mundo donde es una quimera comprarse un móvil nuevo.
Por ejemplo, África, donde paradójicamente hay más móviles que teléfonos fijos: un repetidor es más sencillo y barato que tender líneas subterráneas para países sin recursos. El resto son reciclados para rescatar los componentes y evitar que la contaminación del litio de las baterías y otros materiales se convierta en una emergencia. Y de paso, crear un negocio que ya mueve millones de euros. Más que ecologismo lo que hay es un nuevo nicho económico, y mucho más cuando estamos hablando del coltán, ese mineral perfecto para dispositivos electrónicos y responsable de muchas de las guerras que asolan África actualmente, ya que el continente tiene el 80% de todos los recursos mundiales del coltán. Parte del desastre del Congo proviene de ahí, por sus inmensas reservas. Así que se hace evidente recortar gastos, y el reciclaje industrial es una magnífica manera de recuperar dinero y componentes. Por ejemplo: como en todas las crisis, el precio de los valores refugio (el oro, el titanio, la plata…) aumenta exponencialmente, y el oro ha estado subiendo su precio en los mercados desde hace ya mucho. Muchos apuestan para Navidad (la época en la que más joyas se venden) por un precio de 1.500 dólares la onza. Así que cualquier rastro aurífero es olisqueado y extraído sin hacer muchas preguntas. Móviles incluidos, que contienen una media de 23 miligramos de oro. Una empresa alemana, Reimondis, es una de las que más ha trabajado para alimentar la cultura del reciclaje, y de paso hacerle un favor a la industria.
Cada vez que tira usted un móvil roto o viejo, recuerde que está tirando coltán y oro por un valor que supera con creces en el mercado libre lo que podría haberle costado comprarlo. Tanto Reimondis como los grupos ecologistas hacen propaganda a favor del reciclaje, para abandonar esa pereza de ir al punto limpio, con lo que las dos caras de la moneda trabajan y reman en el mismo sentido. Porque hay mucho dinero en juego. Calculen: entre 20 y 23 toneladas de oro terminan en los basureros cada año en todo el mundo, cuyo precio supera los nueve dígitos en el mercado. Hablamos de 1.300 millones de móviles, de los cuales apenas se recicla entre el 8 y el 10%. Si añadimos que muchos de los metales usados para la fabricación de componentes (coltán, indio, cobre, germanio, tantalio) están en las últimas en cuanto a reservas, queda bien claro que es un negocio en auge.
Qué hay dentro de un teléfono móvil
Más del 90% de los componentes de un móvil son reutilizables, el 58% es plástico, el 17% vidrio, y el 25%, metales como hierro, cobre, plata e incluso oro. Las baterías son los elementos más contaminantes porque contienen elementos como el cadmio, el litio y metal hidruro. El material más preciado es el coltán, un metal capaz de soportar una alta carga eléctrica que se utiliza en todo tipo de aparatos electrónicos y permite que las baterías duren más. Su producción se concentra en un 80% en África y la gran demanda de este material provocó que se disparara su precio. El reciclaje de batería permite recuperar níquel, hierro, cobre y aluminio entre otras cosas que pueden transformarse en variedad de productos: nuevas baterías, acero inoxidable, altavoces, etc. Los componentes electrónicos incluyen pantalla LCD, cámara, tarjeta electrónica, donde el material que se puede recuperar metales preciosos que son: oro, plata, paladio, etc; son transformados en joyas, aplicaciones medicas, dentales, etc.