El pasado 10 de marzo murió uno de los pilares que han sostenido el cómic de calidad en Europa, un maestro que expandió su estilo a muchos otros creadores, desde el cine a la animación o las novelas gráficas.
Moebius. Un apodo artístico elegido por Jean Henri Gaston Giraud para definir su tercera etapa como dibujante, guionista, diseñador y creador visual en general, adoptado en honor del astrónomo alemán Möbius después de que este francés de crianza mexicana muy temprana devorara como un poseso decenas de novelas de ciencia-ficción. El padre, por decirlo, así de toda una generación de lectores de posguerra que no picaban con Hergé, Goscinny, Uderzo o Hugo Pratt, los otros grandes padres del cómic continental. Los cinco fueron, durante años, los nombres propios de un arte en plena expansión que seguía primero la senda mercantil para luego convertirse en piezas artísticas fundamentales.

De la misma manera que Hergé quedará para siempre unido a la línea clara y Stan Lee al hipertrofismo dinámico de la Marvel, Moebius está ligado a dos tipos de dibujo: el hiperrealista, sucio en la estética pero muy bien construido en el grafismo y que comparte rasgos con el spaguetti western de la saga del teniente Blueberry (lo mejor hecho nunca sobre el género en el cómic, reconocido incluso en EEUU), y otro mucho más experimental, cercano en ocasiones a la caricatura y donde el trazo maestro define siempre formas. Este segundo formato es el que domina ‘El garaje hermético’, los volúmenes satíricos de su etapa final y la saga ‘El Incal’, que creo junto a Alejandro Jodorowsky. Sintetizando un poco: Blueberry tiene momentos que parece pintura, mientras que el Moebius final está incluso más cerca del dibujo puro y duro y donde toda forma está definida y el color es tan importante como experimental.
En su obra hay mucha experimentación, algo que evitó que se quedara anclado para siempre en un solo lugar estético: es el caso de su larga relación con Jodorowsky, autor de grandes ventas literarias que probó suerte en los 70 en el cine y se convirtió en un periférico capaz de subyugar a determinadas élites. ‘El Incal’ fue incluso comercial al lado de ‘Los ojos del gato’, un volumen que rompía por completo con todo lo establecido en el cómic y se acercaba más a la ilustración pura y dura. Norma rota: aprovechar el espacio al máximo. En esta obra Moebius hace una viñeta por página, repite formas y trasgrede todo lo establecido. Demasiado, tanto que fuera de Francia apenas ha sido publicada. En España no se ha visto en su formato original de 1978. Está considerada la obra más vanguardista de Moebius, tanto que ha sido parte de muchas de las exposiciones que se han celebrado alrededor de su carrera.

Finalmente Jodorowsky siguió su camino y él el suyo, de tal forma que en la etapa final, cuando su trabajo en el cine le reportaba tanto dinero como el cómic, decidió embarcarse en una nueva y magna obra, casi un testamento satírico de sí mismo. Es ‘Inside Moebius’, que ha quedado incompleto en vida (faltan dos volúmenes que serán finalizados y publicados en Francia en breve). En total ocho libros en los que Moebius se parodia a sí mismo recuperando personajes como el mayor Grubert de ‘El garaje hermético’: es la etapa final en la que desarrolla al máximo su propio universo entrelazado con su existencia humana. Moebius creó vidas paralelas a través de sus cómics, y en esta colección final expande esa idea hasta entrelazar ambas existencias.
El origen de este paso final se deba quizás a que se alejó de los excesos cuando se sintió viejo: abandonó casi todo, viviendo en el campo con una dieta vegetariana, y eso incluyó la misma marihuana que aseguraba ayudarle de vez en cuando. Sin embargo, tras dejarla, fue cuando creó ‘Inside Moebius’, su obra más carismática y evolucionada, libre ya de toda influencia química y en la que ajusta cuentas. Esas vidas paralelas hacen que el propio Moebius se convirtiera en personaje y terminara enfrentado con sus propias creaciones en esas páginas finales de un genio sin par. Una grandísima pena, especialmente para los que le descubrimos tarde (por desgracia) y tuvimos que releer varias veces ‘El garaje hermético’ hasta encontrar la razón de por qué es tan grande este francés sin estudios pero capaz de crear mil universos nuevos.

Imagen de la serie de Teniente Bluberry

Imagen del trabajo de Moebius para ‘Alien’

