El Programa SETI, afectado por los recortes de dinero público, tira de donaciones de millonarios para poder continuar con su búsqueda de señales de vida inteligente en el espacio.
“¡Es la economía, estúpido!”, le gritaba Clinton al Partido Republicano en los años 90 para ganar las elecciones. “¡Son los economistas, idiota!”, gritan ahora en las calles para demostrar quiénes son los que no supieron ver llegar la crisis. El dinero, siempre el maldito dinero: por su culpa uno de los proyectos más grandes, ambiciosos y quiméricos hechos nunca por el ser humano está en el filo de la navaja. El capitalismo tiene estos efectos colaterales: pagan los que menos lo merecen, un principio de injusticia que solivianta a la clase media hasta ponerla al borde de la barricada improvisada pero que en la comunidad científica es todavía más brutal.
El Programa SETI es la contracción de “Search for Extraterrestrial Intelligence”, o dicho de otra forma, el proyecto que revisa cada señal del espacio exterior o cuadrante del universo en busca de una respuesta inteligente, es decir, de vida extraterrestre evolucionada. Que es, poco menos, que buscar aquello que cambiará para siempre la existencia de la Humanidad, uno de esos sucesos clave, como el descubrimiento y manipulación del fuego, que derrumbará un mundo y levantará otro. Y resulta que la crisis ha hecho que se le corten los fondos públicos.
Otras preocupaciones menos altas han dejado apartado este proyecto, casi en forma de residual acumulación de ordenadores en línea en todo el mundo y con varios radiotelescopios y estaciones de radio mirando al infinito. Pero será salvada por las donaciones de millonarios americanos, que están dispuestos a pagar por continuar con la misión a tiempo perdido de rastrear cada pequeño trocito del cielo buscando a alguien. Lo más peculiar de todo esto es que el centro de SETI, en Mountain View (California) es privado, pero durante décadas ha formado parte de los proyectos paralelos de la NASA.
El Allen Telescope Array (ATA), un telescopio con 42 grandes antenas receptoras de ondas de radio cuyo objetivo es captar posibles mensajes extraterrestres funcionó hasta finales de abril, cuando el recorte de dinero público le dejó sin misión. Las donaciones privadas cayeron como una cascada para un proyecto con mucho tirón mediático y lograron acumular más de 150.000 euros para poder reengancharse a la misión. Uno de los famosos y afortunados en poner dinero es Jodie Foster, famosa en el mundo de la ciencia por la película ‘Contact’, un fracaso de público y taquilla pero filme de culto entre los admiradores del programa SETI. También hay astronautas como Bill Anders, que aportó dinero para que no se pare. No es una novedad: en 2004, Paul Allen, compañero de fatigas de Bill Gates en Microsoft, donó 24 millones de dólares para construir el telescopio ATA y que el SETI no se rindiera. Sin embargo no es suficiente: con el dinero conseguido no se pueden cubrir todo los gastos. El cálculo de los responsables de SETI es que harán falta unos 3,5 millones de euros para que funcione durante los próximos dos años.
En más de 30 años sólo ha existido un indicio de algo raro, la famosa Señal WOW de 1977, que en parte ha alimentado las mentes de muchos contribuyentes al programa SETI (ver despiece). Eso ha hecho que arrecien durante mucho tiempo las críticas al programa, no tanto en su existencia sino en su planteamiento. Los contrarios a SETI aducen que una forma de vida extraterrestre no tiene por qué comunicarse por ondas de radio. Eso para empezar, ya que podrían usar otros métodos más sencillos, como “presentarse”, enviar sondas o mensajes visuales. La segunda crítica es que el universo es tan inmenso y profundo que las probabilidades de captar desde la Tierra una señal concreta de las miles de millones de opciones y puntos de referencia es ínfima. Tanto como para que sea una pérdida de tiempo. Los promotores de SETI se agarran entonces a la esperanza, algo irracional, de dar en el clavo con paciencia y perseverancia. Además, ya que el sector público les abandona, el privado está ahí para, de momento, darles vida. Mientras tanto, mucha gente sigue colgada de la fe en que haya alguien ahí fuera y que, por raro que parezca, tenga un radio. Tal cual.
¿Qué es el realmente el Programa SETI?
Básicamente, SETI rastrea las ondas de radio del cosmos en búsqueda de señales creadas artificialmente. Es un inmenso programa que mezcla la búsqueda con radiotelescopios con el posterior tratamiento de todos los datos acumulados, para lo que valen tanto ordenadores potentes del proyecto como los pequeños PC de la gente común, muchos de los cuales han puesto sus terminales en líneas y poder procesar todas las señales recibidas. También se envían señales al espacio exterior con la esperanza de captar alguna respuesta. Los primeros proyectos SETI surgieron bajo el patrocinio de la NASA en los 70, cuando estaba en plena vigencia el Programa Apolo. El más famoso de todos es el SETI@Home, apoyado por millones de personas de todo el mundo mediante el uso de sus computadoras personales, que procesan la información capturada por el gigantesco radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico), la gran puerta hacia el espacio exterior.