Érase una vez una cultura devastada que encuentra en sus protagonistas la solución para sobrevivir: por libre, por su cuenta y riesgo, siendo ellos mismos. Teatro de la Ciudad arranca con tres directores y tres productores de peso para hacer algo nuevo.
Miguel del Arco, Andrés Lima y Alfredo Sanzol arrancaron definitivamente ayer en la Sala San Juan de la Cruz de La Abadía con ‘Antígona’, primer eslabón del proyecto de producirse a sí mismos, sin mediadores, todo por la creación, producción y exhibición de teatro contemporáneo. La primera obra, después de preparaciones, presentaciones a los medios y el público, ha sido ‘Antígona’ en La Abadía (21 de abril – 21 de junio), a la que seguirán ‘Medea’ (23 de abril – 23 de junio), ‘Edipo Rey’ (24 de abril – 24 de junio) y ‘Entusiasmo’ (7 de mayo – 21 de junio).
Todo empezó en 2013 cuando Sanzol y Del Arco acudieron a un taller de Lima, para luego devenir en otro taller en junio pasado, ‘Mito y Razón’, dedicado a Antígona/Medea/Edipo, al que han seguido otros siete talleres de investigación. Junto a ellos, completando el equipo, los productores Joseba Gil, Gonzalo Salazar-Simpson y Aitor Tejada. Y todo centrado en Madrid, la gran plaza escénica de España, con siglos de noble tradición de tragedia y teatro. De ahí, salió además, la opción de que Teatro de la Ciudad estuviera presente en le Festival de Mérida con esos montajes derivados del taller.
En esta primera fase todo gira alrededor de la tragedia griega, intrincada en el concepto de ciudad y de democracia, tres caras del mismo fuste helénico que son reinterpretados: ‘Antígona’, dirigida por Miguel del Arco; ‘Medea’, con dirección de Andrés Lima; ‘Edipo Rey’, con Alfredo Sanzol al frente; y ‘Entusiasmo’, con dirección conjunta y que podrán verse en abril, mayo y junio. La razón de la unión es la voluntad individual de estos tres directores teatrales de trabajar juntos, por amistad y por conveniencia teniendo en cuenta la situación actual del teatro en España, fustigado por crisis y vendettas ideológicas conservadoras.
Alfredo Sanzol, Andrés Lima y Miguel del Arco (Foto: El Norte Comunicación / Web Teatro de la Ciudad)
La idea es crear un “teatro plural sin casa fija”, formación e investigación teatral juntas que se adapta como una ameba a las circunstancias para ser más ágil y exitosa. La clave es la convergencia, la unión que hace fuerza a partir del talento de cada uno. Y de los medios. Un equipo de seis, tres directores y tres productores que con el tiempo debería desembocar en algo más fijo que ya tiene una clara vertiente pedagógica gracias a los talleres en los que los directores trabajarán con actores, investigadores, dramaturgos, escenógrafos, oyentes.
En estos primeros pasos aparecen las propias obras, en las que quieren, en palabras de Del Arco, “dar una visión contemporánea”. Así, en Antígona, con dirección del propio Miguel del Arco, Carmen Machi interpreta a Creonte. En la obra, una muchacha enfrentada a la máxima representación del estado en un momento de desequilibrio en el que un ser humano “debe aferrarse de la manera más estrecha a sí mismo”, atenerse a su identidad con la máxima firmeza.
Por su parte Andrés Lima dirige Medea, interpretada por Aitana Sánchez-Gijón, “una mujer en plena madurez de su fuerza, inteligencia y belleza que ha hecho lo imposible por el amor de un hombre, acaba desgarrando su alma para encontrar las palabras que den forma a los hechos que ejecutará para vengarse de ese hombre que ahora le niega su amor”, incluyendo matar a sus hijos, en palabras del propio Lima.
Joseba Gil, Gonzalo Salazar-Simpson y Aitor Tejada (Foto: El Norte Comunicación / Web Teatro de la Ciudad)
Sanzol dirige Edipo Rey, donde la necesidad de saber la verdad, el imposible control absoluto del destino y la búsqueda de su propio origen arman la historia de un hombre que, al investigar un crimen, descubre que él es el asesino de su padre y el amante de su madre, poniendo en cuestión los límites y las posibilidades del entendimiento humano.
La cuarta obra es un juego a tres bandas, ‘Entusiasmo’, una experiencia teatral donde los tres dirigen y que quiere ser “un punto de encuentro, en un espacio imprevisto, en baile, en coloquio, en debate, en discurso, en canción, en lugar donde reinará el factor sorpresa. Pretende sorprender al espectador, que no sabrá de antemano cuándo o dónde se producirá el hecho teatral. A lo mejor un actor susurra al oído de un espectador una desternillante tragedia o dos camareros equiparan su repetitivo trabajo al castigo de Sísifo”.