Pequeño salto a los Picos de Europa, una copia casi exacta de la Middle Earth de la literatura en el norte de España, tan alejado como cercano.
Es, sin duda, uno de los lugares más emblemáticos de España, uno de esos puntos que están incrustados en la historia de una nación, en el subconsciente de varias regiones. Un territorio fundacional de lo que hoy, por ahora, es España. De los más antiguos, el bastión desde el que se forjó una parte indisoluble de la identidad del país. Para los nostálgicos del españolismo, un baluarte. Para las nuevas generaciones, es una copia casi exacta de lo que muchos descubrieron leyendo a Tolkien o viendo las películas: un paraje donde montañas níveas, colinas boscosas y pastos verdes interminables que se abren entre lagos de montaña modelan la gran imagen de la Tierra Media, la Middle Earth literaria. Sí, es un tópico posmoderno, pero echen un vistazo a las fotos.
Los Picos de Europa son diferentes; las cumbres que comparten León, Asturias y Cantabria han pasado por la mano del hombre desde el principio: cuenta con población desde el Paleolítico Superior (entre 35.000 y 10.000 años), cuando era zona de caza, para luego convertirse en tierra de cultura ganadera y poblamiento medieval defensivo. Casi no ha cambiado nada desde aquellos siglos oscuros, salvo el respeto de la población, que no de los sucesivos gobiernos autonómicos y nacionales, que veían una fuente de dinero rápido. La avaricia ha puesto en peligro muchas veces los Picos de Europa, igual que el peregrinaje religioso que hizo construir el santuario de la Virgen de Covadonga y metió en el territorio más gente de la debida, es decir, los naturales de las aldeas que viven de la ganadería, el turismo medioambiental y los bosques.
Con 64.660 hectáreas de superficie, es el único Parque Nacional gestionado conjuntamente por varias comunidades. Localizado en la parte central de la Cordillera Cantábrica, abarca un amplio sector de la Montaña Oriental Leonesa, limitando con la Reserva de la Biosfera Los Argüellos (León), los Parques Naturales de Redes y Ponga (Asturias), el de Saja-Besaya (Cantabria) y Fuentes Carrionas, Fuente Cobre y Montaña Palentina (Palencia), además de con el sector asturiano y cántabro del Parque Nacional Picos de Europa. En su interior, el Naranjo de Bulnes, pero también toda la gran montaña asturiana, con una ligazón directa al corazón espiritual de Asturias como es Covadonga.
Todo el parque es la clásica zona postglaciar, donde la retirada de los hielos dejó al descubierto un paisaje más característico del norte de Europa: valles estrechos, picos erosionados por el agua en sus muchas formas, ya que sin el peso y deslizamiento de los grandes hielos en tiempos antiguos no se habría modelado la geología de esa forma. En la vertiente sur los ríos Porma, Cea, Esla y Grande forman valles más anchos, con desniveles muy pronunciados en poco espacio. El efecto de la erosión glaciar y los ríos surgidos a posteriori son los que marcan el paisaje y el ecosistema, bosques oceánicos y de alta montaña con su carga de fauna característica, con la cadena más completa, desde grandes depredadores como los osos pardos hasta los herbívoros comunes. La geología modelada para formar abismos, desfiladeros y hoces únicas en España como la ruta de la garganta del Cares, quizás junto a las de las Arribes del Duero la más característica de la herencia de los grandes hielos y la fuerza del agua. Una visión forjada en miles de años por la fuerza del hielo y la piedra, dándole ese aspecto tan verde y sano.
Se hallan en el Parque numerosas especies animales protegidas, tales como el urogallo cantábrico (Tetrao urogallus), las visitas cada vez más numerosas del quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) o el oso pardo (Ursus arctos). Uno de los animales más representativos de Picos de Europa es el rebeco cantábrico (Rupicapra rupicapra), del que existen varias esculturas en distintos puntos del parque. La gran oportunidad que ofrece el parque es el senderismo: cerca de 30 rutas atraviesan los Picos de Europa, recorriendo los valles y los diferentes tipos de bosque, desde los hayedos a robledales, avellanares, encinares, pastizal alpino, lagos residuales, así como las gargantas (el Cares) y los picos más importantes. Además, la parte de León cuenta también con rutas de alta montaña a los pies del pico Torrecerredo (2.648 metros), y varias decenas más de picos y montañas que superan los 2.000 metros. Todo ello complementado con varias áreas recreativas y zonas de acampada. Perfectas para el salto al la Tierra Media del Cantábrico. Pasen y vean. Y cuídenla.
Ruta del Cares