‘Inmortales’ es otro de esos péplum ultradigitalizados donde los procesadores de Intel son tan valiosos como los actores, que parecen casi macerados en aceite con tanto brillo y tanta fantasía. Si no fuera porque el malo de la película es Mickey Rourke, demoledor en sus andares y presencia (lo menos mitológico imaginable), casi parecería una versión a cámara lenta de ‘300’, que es el principal referente de esta película.
Antigüedad épica, mitológica, pasada de rosca y espectacular de títulos como ‘300’ (Zack Snyder, 2006) y ‘Furia de Titanes’ (Louis Leterrier, 2010), un género que ha demostrado su éxito entre el público y que aún arrojará nuevos proyectos como ‘300: Battle of Artemisia’ (Noam Murro, 2013). Para seguir asombrando con un espectáculo visual de primer orden, la cinta cuenta con la dirección del realizador indio Tarsem Singh, responsable de ‘La Celda’ (2000), todo un esteta que aquí encuentra buen material para seguir trabajando en un universo particular rayano en el delirio barroco.