Con la colaboración de Ray Liotta, Robert de Niro, Joe Pesci, Paul Sorvino y Lorraine Bracco. ‘Uno de los Nuestros’ se ha hecho mayor. Cumple 25 años envejeciendo maravillosamente como uno de los grandes clásicos del cine de los noventa y una referencia más que esencial en un género de culto: la Mafia.
“Crecí en el East Side (de Nueva York), una comunidad muy cerrada de sicilianos y napolitanos y tardé años en descubrir qué era lo que pasaba entre los personajes del crimen organizado. Pero era consciente de aquellos ancianos y del poder que tenían sin levantar un dedo. En cuanto pasábamos ante ellos, su lenguaje gestual cambiaba. No podíamos evitar sentir la corriente de poder que surgía de esa gente y, de pequeño, era algo que admirábamos sin llegar a entenderlo” (Martin Scorsese en el libro ‘Martin Scorsese por Martin Scorsese’ (Faber & Faber, 1989), escrito por David Thompson, Ian Christie y el propio Martin Scorsese).
Hijo de padres sicilianos, Martin Scorsese (Nueva York, 1942) siempre ha mostrado un notable interés por explorar en el cine sus orígenes italo-americanos y acercarse a esos poderosos personajes por los que, en su infancia, no podía evitar sentir fascinación a pesar de ser unos criminales. Lo hizo desde su primera gran obra, ‘Malas Calles’ (1973), también la primera colaboración de Scorsese con Robert de Niro. Y llegó a su culmen en ‘Uno de los Nuestros’ (1990), titulada originalmente ‘Goodfellas’. Una adaptación del libro ‘Wiseguy: Life in a Mafia Family’ (1986), escrito por el periodista Nicholas Pileggi (Nueva York, 1933), especializado en el mundo de la Mafia.
Scorsese, que descubrió la obra mientras rodaba ‘El Color del Dinero’ (1986), encontró lo que estaba buscando para acercarse a aquel mundo violento y hermético, pero irremediablemente fascinante, que observó en el East Side neoyorquino. “He estado esperando toda mi vida por este libro”. No tardó en ponerse en contacto con Pileggi, al que no le costó convencer: “He estado esperando toda mi vida esta llamada”. Los derechos cinematográficos habían sido adquiridos previamente por el director y productor Irwin Winkler. Había película. Scorsese ya había trabajado con Winkler en ‘New York, New York’ (1977) y ‘Toro Salvaje’ (1980). Ambos se asociaron con Warner Bros. para filmar el retrato más realista de la vida de aquellos fascinantes mafiosos italo-americanos (¿qué habría sido de ‘Los Soprano’ (HBO) (1999-2007) sin el precedente de ‘Uno de los Nuestros’?). Un clásico inmediato del cine moderno. “Lo que la gente no entiende es que el trabajo de ‘gangster’ no consiste en ir por ahí matando a gente. El trabajo de ‘gangster’ es hacer dinero. Esto es lo principal… que todos hagan un montón de dinero”, resume Scorsese.
‘Uno de los Nuestros’ cumple en este mes de septiembre 25 años desde su estreno mundial. La película (el título original de la novela, ‘Wiseguy’, ya se había utilizado en una serie de televisión y en un largometraje de Brian de Palma en 1986, por lo que se cambió por ‘Goodfellas’) se proyectó por primera vez en la Sección Oficial del Festival de Venecia 1990. El jurado premió el milimétrico y apasionado trabajo del mejor Scorsese con el León de Plata al Mejor Director. ‘Uno de los Nuestros’ llegaría a las salas de cine españolas el 5 de octubre de 1990. Se despidió de la cartelera con casi dos millones de espectadores. La saga de ‘El Padrino’, de Francis Ford Coppola y Mario Puzo, había encontrado un digno heredero en el género negro. ‘El Padrino III’ (1991), que se estrenaría un año después, se quedaría con un millón de espectadores en España, la mitad que ‘Uno de los Nuestros’. En cierto modo, Scorsese había abierto una nueva vía, aún más sugerente, para introducirse con gusto dentro de la Mafia.
“No tiene sentido hacer otra película de ‘gangsters’ salvo que esté lo más cerca posible de cierta clase de realidad, del espíritu de un documental”. Para Scorsese, ‘Uno de los Nuestros’ supone “una vuelta al mundo de ‘Malas Calles’, pero sin religión… Lo que quiero describir es la vida cotidiana de una familia de la Mafia durante los años sesenta y setenta. Los robos, las bodas, los crímenes, las salidas al Copacabana… Con todo detalle, la ropa que llevan, las mujeres de las que se rodean, los cadáveres que entierran o desentierran. Aquellos tipos son verdaderos ‘gangsters’. Como el tío de Charlie en ‘Malas Calles’, no quieren ser otra cosa”, explicaba Scorsese en el número 356 de la revista cinematográfica francesa ‘Positif’. En el fondo, otra forma de cumplir con el sueño americano, aunque al margen de la ley.
‘Uno de los Nuestros’ es el gran ‘documental’ del cine norteamericano sobre la Mafia. Ni siquiera la saga de ‘El Padrino’ se zambulló con tanta precisión en aquel cerrado mundo. Scorsese recurre a su amada Nouvelle Vague y, en concreto, a ‘Jules y Jim’ (François Truffaut) (1961), para aportar el tono documental que buscaba para ‘Uno de los Nuestros’ con el uso abundante de la voz en off, fotos fijas e imágenes congeladas con un ritmo que no decae en sus casi dos horas y media de metraje gracias a un montaje con la firma de Thelma Shoonmaker. Un virtuosismo técnico con un punto álgido que es historia del cine, la entrada de los personajes de Ray Liotta y Lorraine Bracco en el Copacabana. Un plano secuencia de más de dos minutos de duración, con el tema ‘Then He Kissed Me’ de The Crystals como acompañamiento, que demuestra el poder de la Mafia y el respeto ganado en el mundo en el que se movían aquellos hombres. La mejor manera posible de un mafioso para seducir a una chica y de Scorsese para cautivar al espectador hacia aquel mundo. “Cada fotograma tiene un montón de detalles porque el estilo de vida que describe es ¡tan rico…!”, sentencia el director neoyorquino.
Scorsese dialoga con De Niro durante el rodaje
Ray Liotta seduce a Lorraine Bracco en el Copacabana
Paul Sorvino, en el papel del ‘gangster’ Paul Cicero
Las asociaciones de críticos de Nueva York y Los Ángeles no dudaron en premiar a ‘Uno de los Nuestros’ como la mejor película del año 1990. Los Bafta también detectaron que Scorsese había rodado un clásico reconocido con cinco premios, incluidos Mejor Filme y Mejor Director. Los Globos de Oro y los Oscar agrandaron, por su parte, la leyenda de su interminable lista de errores históricos. Solo Joe Pesci consiguió el Oscar al Mejor Actor de Reparto. La Academia prefirió el western fronterizo de ‘Bailando con Lobos’ (1990), de Kevin Costner. Hollywood no enmendaría el error hasta ‘Infiltrados’ (2006), otra buena película de Marty sobre la Mafia, aunque sin llegar al clasicismo de ‘Uno de los Nuestros’. Scorsese y Pileggi volverían a trabajar juntos en el guion de ‘Casino’ (1995), basado en otro libro del periodista, en este caso sobre Frank Rosenthal, a sueldo de la Mafia de Chicago en los casinos de Las Vegas.
En ‘Uno de los Nuestros’, retrataron el mundo de la Mafia neoyorquina a lo largo de casi cuatro décadas, entre 1955 y 1980, a través de los ojos de Henry Hill (Nueva York, 1943 – Los Angeles, 2012). Hill colaboró intensamente con Pileggi. ‘Wiseguy: Life in a Mafia Family’ no deja de ser el retrato de una época y una comunidad narrado por un miembro secundario, pero bien posicionado, de la Mafia. Scorsese eligió a Ray Liotta, indiscutiblemente en la mejor actuación de su vida, para el papel de Henry Hill. No le defraudó. Hill, hijo de un padre irlandés y una madre con sangre siciliana, comenzó a trabajar con apenas once años para los hermanos Vario (Paul ‘Paulie’ y Vito ‘Tuddy’, interpretados por Paul Sorvino y Frank DiLeo, respectivamente, en el filme de Scorsese) en el East New York de Brooklyn en 1955. Los Vario, que en ‘Uno de los Nuestros’ cambian de apellido (los Cicero), trabajaban para una de las familias más poderosas en la Mafia neoyorquina: los Lucchese.
“Que yo recuerde, desde que tuve uso de razón, quise siempre ser un ‘gangster” (“As far back, as I could remember, I’ve always wanted to be a gangster”, en versión original). La voz en off de Henry Hill (Ray Liotta), guía de todo el relato, con algunas aportaciones de su esposa Karen (interpretada por Lorraine Bracco), no oculta ni un segundo lo que siente por ese mismo mundo con el que Scorsese convivió durante su niñez.
Henry Hill deseaba ser un ‘gangster’.
Foto policial del verdadero Henry Hill
Una declaración de intenciones que Scorsese subraya con el tema ‘Rags to Riches’ (Tony Bennett) (“I know I’d go from rags to riches // If you would only say you care // And though my pocket may be empty // I’d be a millionaire”), primera canción que suena en una película con una majestuosa banda sonora (43 temas, con un desembolso de casi dos millones y medio de dólares solo en derechos de autor en una producción con un presupuesto total de 25 millones). Una colección de hits clásicos que sirve también para avanzar cronológicamente la trama y que incluye temas como ‘Can’t We Be Sweetheart’ (The Cleftones), ‘This World We Love In (Il Cielo In Una Stanza)’ (Mina), ‘Roses Are Red’ (Bobby Vinton), ‘Life Is But A Dream’ (The Harptones), ‘Ain’t That A Kick In The Head’ (Dean Martin), ‘Baby I Love You’ (Aretha Franklin), ‘Beyond The Sea’ (Bobby Darin), ‘Gimme Shelter’ y ‘Monkey Man’ (The Rolling Stones), ‘Unchained Melody’ (Vito and The Salutations), ‘Sunshine Of Your Love’ (Cream), ‘Jump Into The Fire’ (Harr Nilsson), ‘Magic Bus’ (The Who) y ‘What Is Life’ (George Harrison), entre otras canciones. Para sentarse a escuchar y disfrutar con la banda Sonora de la Mafia de Nueva York.
Henry Hill tenía muy claro cómo dejar de ser un don nadie más: ser un ‘gangster’, ser uno de ellos. Ascendió rápidamente en aquel mundo tan violento como cautivador. Pronto empezó a trabajar con James Burke (Jimmy Conway en la película, interpretado por Robert de Niro) y Tommy DeSimone (Tommy DeVito en ‘Uno de los Nuestros’, con un brillantemente desfasado Joe Pesci, recompensado con el Oscar por su actuación, aunque alejado del psicópata pero atractivo DeSimone real).
De Niro colaboraba con Scorsese por quinta vez tras ‘Malas Calles’ (1973), ‘Taxi Driver’ (1976), ‘New York, New York’ (1977) y ‘Toro Salvaje’ (1980). Repetiría en ‘El Cabo del Miedo’ (1991) y ‘Casino’ (1995). ‘Uno de los Nuestros’ confirmó, con el respeto de Al Pacino (que desestimó el papel de Jimmy Conway), a De Niro como el mejor mafioso del cine moderno tras sus papeles en ‘El Padrino II’ (Francis Ford Coppola) (1994) y ‘Érase Una Vez en América’ (Sergio Leone) (1984). No era solo capaz de meterse en la piel de Vito Corleone recién llegado a Nueva York.
Pero la sorpresa fue Joe Pesci, como De Niro y Scorsese de ascendencia italiana. Pesci ya había trabajado con ellos en ‘Toro Salvaje’. En ‘Uno de los Nuestros’, convirtió en icono popular de la Mafia al pequeño matón Tommy DeSimone. Inolvidables las escenas de la muerte del soplón Araña y de la broma con Henry Hill (“eres gracioso”). Con Tommy no se juega. La actuación de Pesci creó un nuevo modelo de mafioso con un poderoso magnetismo a pesar de su extremada violencia. Scorsese escogió a su propia madre (Catherine) para interpretar a la progenitora de Tommy. Y, de paso, regalar una de las escenas más surrealistas del filme con la cena, a altas horas de la noche, con el cuerpo de William ‘Billy Batts’ en el maletero del coche de Henry Hill a la espera de ser enterrado en un sitio donde nunca fuera encontrado. Scorsese también se acordó de su padre (Charles), que aparece removiendo la salsa de tomate en la celda donde están presos Henry Hill y Paul Cicero y, posteriormente, como testigo en la ejecución de Tommy.
De Niro, Pesci y Liotta, a punto de enterrar a ‘Billy Batts’
Cena familiar con la madre de Tommy DeVito
Jimmy Conway, pensando en eliminar a otro ‘gangster’
La banda de Conway se especializó en asaltar a los camioneros en los alrededores del aeropuerto JFK y en realizar todo tipo de extorsiones. Protagonizaron, entre otros golpes, dos famosísimos robos en la terminal, en abril de 1967 a Air France (cerca de medio millón de dólares) y a Lufthansa en la madrugada del 11 de diciembre de 1978. El histórico golpe de Lufthansa, cinco millones en efectivo y un millón en joyas, sigue aún hoy sin haberse esclarecido (¡ni qué decir del destino del dinero!) si bien, como aparece en ‘Uno de los Nuestros’, Conway fue mucho antes atando cabos sueltos. Scorsese, a ritmo del piano del ‘Layla’ de Derek and the Dominos’, expone cómo resolvía la Mafía neoyorquina sus desavenencias. La historia completa del golpe de Lufthansa aparece en el reciente libro, publicado el pasado 1 de agosto, ‘The Lufthansa Heist: Behind the Six-Million-Dollar Cash Haul That Shook the World’ (Hardcover), escrito por Daniel Simone con la colaboración directa de Henry Hill.
Scorsese también incluye el decisivo capítulo de la muerte de William ‘Billy Batts’ Bentvena en 1970, asesinado por Jimmy Conway y Tommy DeVito en ‘Uno de los Nuestros’ con el ‘Atlantis’ de Donovan sonando de fondo. El entierro del cuerpo sirve al director para arrancar la película. En la vida real, como en ‘Uno de los Nuestros’, aquel arrebato criminal le costó la vida a Tommy. El precio de cargarse a un miembro de la familia Gambino. Las leyes de la Mafia eran muy claras: ningún miembro que no fuera de una familia podía tocar a alguien que sí lo fuera. Tommy se excedió. La Mafia no lo olvidó. Nueve años después pagó la deuda con su vida.
La Familia, el más alto honor en la Mafia. Y sus reglas, como precisa Henry Hill antes de la ejecución de Tommy. “Entre nosotros siempre nos llamábamos buenos compadres. Como cuando dices a alguien: ‘Verás cómo te cae bien, es un buen compadre, uno de los nuestros’, ¿entienden? Éramos compadres, buenos chicos. A Jimmy y a mí no podían hacernos de la Familia porque teníamos sangre irlandesa. Ni siquiera importaba que mi madre fuera siciliana. Para ser miembro de un grupo había que ser italiano cien por cien y que todos tus antepasados fueran italianos. Aquel era el mayor honor que podían concederte. Significaba que pertenecías a una Familia y a un grupo. Significaba que nadie podía meterse contigo. Significaba que tú podías meterte con quien fuera mientras no se tratara de otro miembro. Era como una licencia para robar, una licencia para hacer cualquier cosa. A Jimmy le importaba que hicieran miembro a Tommy porque era como si nos hicieran a todos. Ahora uno de los nuestros sería de la Familia”.
Tras pasarse cuatro años en prisión (1972-1976) por un delito de extorsión, Hill comenzó a mover droga a gran escala. También a consumirla. Aquel lucrativo negocio, que no contaba con el visto bueno de los hermanos Vario, desencadenó, sin embargo, su ocaso como ‘gangster’. Detenido por tráfico de drogas, el FBI le ofreció un trato a cambio de traicionar a sus antiguos amigos y dejar de ser uno de ellos. Medio centenar de ‘gangsters’ acabaron en prisión, incluidos Paul Vario y James Conway (al que no implicó en el golpe de Lufthansa).
Henry Hill, que publicó sus memorias en 2004: ‘Gangsters and Goodfellas: The Mob, Witness Protection, and Life on the Run’ (Paperback), pasó gran parte del resto de su vida en el Programa de Protección de Testigos añorando sus años en la Mafia.
Scorsese, que elige esta vez la versión de Sid Vicious del clásico ‘My Way’, cierra ‘Uno de los Nuestros’ con un Henry Hill convertido en aquello que nunca quiso ser:
“Lo que más me costaba era dejar aquella vida. Me gustaba esa vida. Nos trataban como estrellas de cine peligrosas. Teníamos todo solo con pedirlo. Y nuestras mujeres, madres, hijos. Todos disfrutaban de lo que hacíamos. Tenía bolsas de papel llenas de joyas apiladas en la cocina. Tenía un azucarero lleno de coca junto a la cama.
Podía tener todo lo que quería con una simple llamada de teléfono: coches, las llaves de una docena de apartamentos en toda la ciudad, apostar veinte o treinta mil dólares en un fin de semana y luego gastar las ganancias en una semana o pedir prestado para pagar al corredor de apuestas. No importaba. Eso no significaba nada. Cuando no tenía un centavo en el bolsillo, iba y robaba más. Controlábamos todo. Untábamos a la ‘bofia’, untábamos a abogados, untábamos a los jueces. Todo el mundo ponía la mano y por ese motivo todo podía comprarse.
Y ahora todo se acabó. Eso es lo más duro, que hoy todo es distinto. No hay aliciente. Tengo que esperar como todo el mundo. Ni siquiera me mandan comida decente. Nada más llegar aquí pedí spaghettis con salsa marinara y me mandaron macarrones con kétchup. Soy un don nadie. Y tengo que vivir el resto de mi vida como un gilipollas”.
A fin de cuentas, Henry Hill había cumplido su sueño, ser un ‘gangster’, ‘uno de los nuestros’ (goodfellas en inglés), uno más de esos mafiosos del East Side de Nueva York que conoció Scorsese en su niñez y cuya “corriente de poder era algo que admirábamos sin llegar a entenderlo”. Un verdadero ‘gangster’.