El próximo 29 de diciembre 39 Escalones reestrenará en salas ‘Gremlins’, el icono del cine fantástico y de terror blando que marcó los años 80. Será una oportunidad única de volver a ver una película diferente y que marcó a toda una generación.

Durante tiempo limitado, vuelve a la gran pantalla una de las películas más icónicas de esa década de nostalgia continua, con Steven Spielberg en la producción ejecutiva, la dirección de Joe Dante y el guión de Chris Columbus, la película de 1984 se convirtió en uno de los grande éxitos de taquilla. Y se verá, además, en la época en la que transcurre, Navidad. La película comienza cuando Billy recibe un regalo de su padre por navidad: una simpática y extraña criatura, un mogwai. Para que todo marche bien solo tendrá que cumplir 3 reglas muy sencillas: no darle de comer pasada la medianoche, evitar que tenga contacto con el agua y no exponerlo a la luz del Sol…

La película, además, llega justo cuando Hollywood prepara un posible tercer asalto a la historia, que ya fue exprimida en una segunda que no cuajó del todo. Los que entonces eran niños o adolescentes tienen ahora entre 35 y 45, la edad perfecta para la nostalgia comercial. La cual, por cierto, es contagiosa: como ha demostrado la serie ‘Strange Things’, la generación siguiente, la de los 90, también consumió ese legado de cine y televisión y está dispuesta, por debajo de los 30 años, a consumir lo que le echen con ese regusto extraño, entre frívolo e infantil, de una década optimista donde todo parecía posible y aún no había esa sensación de pesimismo nihilista que marcó los 90.

En 2016 el Grahame-Smith, uno de los socios de Dante y Spielberg en ‘Gremlins’, habló públicamente de que se trabajaba ya en otra entrega, en la que Columbus ejercería de padrino y director, esforzándose en no edulcorar la película original. De hecho estaría involucrado para “proteger el espíritu original”, entre gótico y festivo que fue la clave para que un filme de 1984 que tenía escenas muy adultas terminara siendo un mito juvenil en los 80. Es más, lo que pretenden es que sea incluso más adulta, enfocándose precisamente en esos nostálgicos que recuerdan algunas escenas como tesoros de infancia (como cuando meten a uno de ellos en el microondas, la ballesta, la nevada, la anciana de la silla automática…). Fuera se habría quedado el director original, Joe Dante, que supo darle ese aire macabro responsable en parte del éxito en la misma década en la que ‘Historias de la Cripta’ causaba furor entre el público. Por ahora sólo son suposiciones y está en plena fase de recaudación de apoyos y presupuesto, la parte más complicada del negocio del cine.

Un rodaje con pinzas y tres reglas que nadie cumplía

Sólo había tres reglas a cumplir, muy básicas, pero que evidentemente no se cumplieron: no darles de comer después de medianoche, no mojarles y que no les dé la luz del Sol. El incumplimiento sistemático de alguna, o las tres, fue el detonante de la película original y la secuela, la primera con el pueblo de los protagonistas como escenario, la segunda en un rascacielos de Nueva York. Cuando se hizo la película original se pensaba en clave de ahorro: se rodó en el mismo set que ‘Regreso al futuro’, y es más, algunos edificios corresponden, aunque decidieron cubrirlos de nieve para disimular. El guión además tuvo cambios para evitar asustar demasiado: en el primero la madre de Billy, el chico protagonista principal, era asesinada por decapitación por los gremlins después de comerse al perro, que en la segunda versión sobrevivía.

Uno de los que metió mato en el texto fue Spielberg, al que se le ocurrió algo interesante: Gizmo iba a ser el malvado monstruito de apenas medio metro cuando se incumplieran las reglas, pero al director se le ocurrió que mejor salieran de su cuerpo y así crear un contrapeso entre buenos y malos que ayudara al público (en su mayoría gente joven) a conectar con la historia. Además decidieron crear los monstruos a partir de títeres y con ingeniería artesanal; fueron creadas ex profeso y la productora decidió asegurarlas por su gran valor, ya que nunca antes se había hecho nada semejante.