La biomecánica todavía está en mantillas, pero con el tiempo será fundamental: la clave de la ingeniería está en los animales.
Hay robots que imitan formas y movimientos de insectos, de mulas o de aves, y todos funcionan mejor y son más ergonómicos (y por lo tanto eficientes) que los mecha antropomorfos que suelen hacer en el cómic y en Japón. Especialmente útiles son los de forma arácnida, pequeños robots de ocho patas capaces de subirse incluso por una pendiente sin problemas. Pero la ingeniería aeronáutica todavía vive de las alas fijas y los rotores de helicópteros. Hasta ahora. Lo negativo es que se aplicará sobre todo a máquinas de guerra.
Un equipo de la Universidad de Lehigh (Pensilvania, EEUU), liderado por el profesor Justin Jaworski, ha dado un paso adelante y se ha fijado en los búhos, dotados de un plumaje especializado para eliminar eficazmente el ruido aerodinámico de las alas, permitiéndoles cazar y capturar a sus presas en silencio. Mucho más perfecto que cualquier ingenio mecánico y de un tamaño reducido. Un silencio acústico que es la envidia de cualquier fuerza aérea. La idea es imitarles para crear aeronaves menos ruidosos. Jaworski explicó a las agencias americanas cuando presentó el proyecto que estos animales “tienen tres distintos atributos físicos que contribuyen a volar en silencio: una cresta de plumas rígidas a lo largo del borde delantero del ala, una franja flexible de el borde exterior del ala y un suave y aterciopelado material distribuido en la parte superior del ala”.
Pluma de búho
La traslación y aplicación de estas capacidades evolutivas naturales a la ingeniería serían vitales para, por ejemplo, aviones, turbinas y submarinos, para los que el silencio acústico es vital en un escenario donde hasta el saludo de un delfín es oído por los potentes sónares. En los aviones de ala fija convencional el sonido resultante de la fuerza aerodinámica en la parte posterior del ala (la contraria al borde que rompe el aire) genera muchas alteraciones, es muy fuerte y domina lo que se llama “señal acústica”. Sin embargo en las alas de un búho es muy reducida, quizás la que más entre todas las grandes aves rapaces. El búho es nocturno y necesita cazar en silencio absoluto para no espantar a las presas, que suelen tener oídos muy desarrollados, como los roedores de campo.
La clave está en la composición de la fibra de las plumas. El ala de la cola de un búho es un complejo sistema de plumas individuales flexibles, no fijas, que ejerce de amortiguación del sonido. La composición es vital en el caso de la fibra. Trasladado al mundo mecánico supone que quizás habría que modificar por completo el concepto de ala fija. Quizás creando una superficie áspera que pudiera imitar esta forma de cola de búho cuyas plumas crean una zona flexible y tupida que amortigua el sonido.
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