Son la semilla de la próxima revolución industrial y que en parte ya ha empezado, metales de propiedades casi mágicas que permiten crear maravillas tecnológicas pero que ya ha enfrentado a China con Occidente.
Son el “nuevo petróleo”, o mejor dicho, la nueva base sobre la que se asentará la siguiente burbuja económica e industrial. Los llamados “metales raros” o “tierras raras” eran metales o materias primas presentes en la tabla periódica química a los que nadie hacía mucho caso, hasta que las investigaciones dieron como resultado miles de utilidades, especialmente en el campo del magnetismo y la energía nuclear (sobre todo la familia de los lantánidos, 15 en total) pero también en la electrónica y las nuevas tecnologías al ser mucho de ellos derivados de otros materiales clásicos como el zinc, el plomo o el aluminio.
El grupo más importante es el de los lantánidos, conocidos desde el siglo XVIII pero que eran apenas irrelevantes hasta finales del siglo XX, pero también figuran el galio, el cadmio, indio, germanio, tungsteno, bismuto, selenio, renio y telurio. Son una puerta abierta a la siguiente gran revolución industrial basada en las tecnologías más complejas y que abarcan la energía nuclear, la aeroespacial, los superconductores y todas las derivaciones imaginables del magnetismo aplicables, desde la telefonía móvil a la medicina pasando por la luz, las televisiones, los rayos X, aspirinas, las baterías de los motores híbridos, gafas, encendedores, lentes de cámaras fotográficas, fósforos, televisiones en color, vidrio coloreado, sistemas catalíticos o los nuevos dispositivos de armamento y defensa. Sus propiedades son muy peculiares y responden a las nuevas necesidades industriales; si no se habían cubierto antes era porque la industria científica y tecnológica no los necesitaba.
Cadmio
Tulio
La demanda de estos elementos químicos crece en todo el mundo, debido al aumento vertiginoso de tecnologías que los utilizan. En los años 50 apenas eran 5.000 toneladas, pero para 1990 ya superaba las 40.000, y en 2010 ya había más de 120.000 toneladas. El valor económico es inmenso: más de 2.000 millones de dólares actuales y con una proyección geométrica; y su valor, también, ya que algunos de ellos han multiplicado por diez su precio en apenas una década. Pero el panorama económico es duro y problemático: la producción es escasa y está en manos del peor jugador posible, China.
En los años 60 y 70 China hizo algo que ha marcado la actualidad respecto a los metales raros: investigó e invirtió en la extracción y trabajo de los metales raros, de forma que en poco tiempo se convirtió en la gran productora mundial. Actualmente controla el 43% de las reservas naturales de estos preciados materiales y produce un 95% del consumo mundial. Eso no quiere decir que las minas de metales raros estén todas en China, pero esa inversión anticipada de los chinos ha conseguido llegar a prácticamente monopolizar la extracción, refinado y metalurgia de estos minerales.
Esta situación obliga a Occidente a depender de China, que en los últimos años ha decidido restringir la producción y así usar los metales raros como un arma contra sus competidores y socios, que también enemigos. Es decir, la llave del futuro en manos del peor socio imaginable, lo que ha hecho que EEUU, Japón y la Unión Europea se hayan lanzado a comprar y buscar estos metales en cualquier lugar del mundo. Incluso la Organización Mundial del Comercio ya ha empezado a pensar en sanciones contra el gigante asiático por esa restricción tachándola de “chantaje” industrial para regular los precios, algo ilegal según el ordenamiento legal mercantil internacional.
Opciones: Toyota ha sido la más rápida al comprar una mina vietnamita en exclusiva para poder controlar los elementos para sus motores híbridos. Nadie más, y mucho menos China, puede meter la mano allí. Las empresas occidentales hacen lo propio en África, el resto de Asia o Sudamérica, mientras que en Europa y EEUU o Canadá se opta por el reciclaje, que lleva poco tiempo en funcionamiento y que intenta así reducir la dependencia de China. Así, hay nuevos yacimientos en Australia, California, Sudáfrica, Canadá, Suecia y Groenlandia: oportunidades para quitarse de en medio a China, una pieza muy incómoda.
Cuáles son y para qué sirven
- Galio. Para componentes electrónicos como diodos, láseres o microondas para la cocina y la comunicación. Se le calcula una producción de 95 toneladas anuales.
- Cadmio. Fabricación de baterías, aleaciones siderúrgicas especiales, televisores y catalizadores (industria del motor). Cerca de 20.000 toneladas anuales de producción.
- Indio. Paneles para iluminación, pantallas LED, superconductores y electrónica en general. Supera las 560 toneladas anuales y es vital para la industria mundial.
- Germanio. Cámaras de vídeo y fotografía, microscopios, cableado de fibra óptica, luces infrarrojas, paneles solares. Cerca de 100 toneladas anuales.
- Tungsteno. Aleaciones ultrarresistentes a partir del acero, escudos antiradiación y sobre todo para la industria militar. La presión económica de EEUU y la industria armamentística obliga a producir más de 54.000 toneladas anuales.
- Bismuto. Aplicaciones de todo tipo en la industria médica, desde la cirugía a varios componentes farmacéuticos. Se producen más de 7.000 toneladas al año.
- Selenio. Altamente tóxico, es usado sin embargo para usos mécicos, en la industria de componentes electrónicos, aleaciones, células solares y fotocopiadoras. Producción de 1.600 toneladas anuales.
- Renio. Muy escaso, se usan para aparatos de rayos X y la industria siderúrgica. Apenas 57 toneladas al año.
- Telurio. La más baja producción, se utiliza para chips electrónicos muy avanzados, placas solares y en aleaciones de la industria del metal.
- Cerio. Utilizado para fabricar los catalizadores de los motores diésel y el colorante del cristal. También pueden derivarse compuestos para los productos pirotécnicos.
- Disprosio. Imprescindible para la construcción de los coches híbridos. Algunos de sus compuestos forman parte también de las lámparas láser. Es uno de los fundamentales en la industria.
- Erbio. Es un componente de la fibra óptica, en el revelado de fotografía y es vital en la tecnología nuclear ya que es usado como “amortiguador” de neutrones.
- Europio. Utilizado en las pantallas planas, máquinas de rayos láser, lámparas de mercurio y los fósforos, además de su uso como pulidor de cristales industriales.
- Gadolinio. Se incluye en discos compactos y en reactores nucleares. Su magnetismo le confiere propiedades adecuadas para la refrigeración magnética industrial. Otro metal clave para Occidente.
- Holmio. Elemento que sirve para dispositivos magnéticos, utilizado en imanes de gran potencia y en la industria de la energía nuclear.
- Itrio. Aparatos detectores de terremotos. También se usa como componente de las pantallas intensificadoras de las unidades de rayos X en hospitales y satélites.
- Lantano. De los más potentes y económicamente útiles ya que es el componente fundamental de las baterías de los coches híbridos y los cristales reflectantes.
- Lutecio. Las grandes compañías del petróleo lo usan para el refinado de sus productos, una pieza más de la larga cadena de la industria de los hidrocarburos.
- Neodimio. Para informática, forman parte de los discos duros de los ordenadores; en la joyería se usan para, con determinadas técnicas, la fabricación de rubíes artificiales.
- Praseodimio. Forma parte de los motores de aviones y en la iluminación de la industria del cine y la televisión.
- Prometio. De gran importancia estratégica: fabricación de baterías nucleares y como fuente de aparatos de rayos X.
- Samario. Absorbentes de luz infrarroja y en la construcción de reactores nucleares.
- Terbio. Bombillas de bajo consumo o lámparas fluorescentes.
- Tulio. Aparatos productores de rayos láser o de rayos X. Además, uno de sus isótopos podría ser utilizado como fuente de energía.