Interpreta a un enamorado sastre antropófago en la próxima película de Manuel Martín Cuenca; acaba de estrenar ‘La gran familia española’ y de rodar ‘F 2014’, su primera producción internacional.

No es un galán. Las mujeres no le persiguen por las calles. No tiene un fornido cuerpo de 190 centímetros esculpido en los gimnasios. Tampoco es un chaval. Cumplirá 46 años en el próximo mes de enero. Seguramente, si te cruzas con él por la calle, su presencia pasará inadvertida confundido como un ciudadano más. Pero no es un actor más. Antonio de la Torre (Málaga, 1968), que estrenará el próximo viernes su última película, ‘Caníbal’ (Manuel Martín Cuenca), es ahora mismo la gran realidad del cine español.

En ‘Caníbal’, inspirada en la novela ‘Caríbal’ del escritor cubano Humberto Arena, interpreta a Carlos, un respetado y metódico sastre granadino que asesina a mujeres que después se come, “que hace el amor matando, y comiendo”. No es un filme deudor de Hannibal Lecter. ‘Caníbal’ es minimalista e incluso gélida. “Algunas veces iba al zoo y miraba al leopardo, que es un animal que lo ves tranquilo, quieto, mientras te está mirando. Parece que no va a pasar nada y, de repente, pega un zarpazo”, matiza De la Torre sobre su personaje. El actor malagueño, además, preparó ‘Caníbal’ con la ayuda del reconocido sastre madrileño Octavio Hernández, con quien aprendió el oficio durante dos meses.

Antonio de la Torre en ‘Caníbal’

Manuel Martín Cuenca (‘Cuatro puntos cardinales’, ‘La flaqueza del bolchevique’, ‘Malas temporadas’ y ‘La mitad de Óscar’) ofrece una contenida historia de amor. Incluso el mayor monstruo es capaz de enamorarse cuando conoce a una joven rumana que busca a su hermana. La actriz rumana Olimpia Melinte, un fascinante descubrimiento, interpreta a ambos papeles separados por diez kilos de peso. Melinte aprendió español a toda marcha para ‘Caníbal’.

“¿Qué pasaría si el demonio se enamorase? Lucifer traiciona a Dios, cuando era su favorito, y nadie explica por qué. La línea del mal se cruza sin uno darse cuenta. Lo que nos interesaba era expresar esa presencia del mal en estado puro, algo que nos podría pasar a cualquiera de nosotros. La película tiene que perturbar”, subrayaba Martín Cuenca en el pasado Festival de San Sebastián tras un brillante estreno internacional en el Festival de Toronto. En San Sebastián, contra pronóstico, De la Torre se quedó sin la Concha de Plata al Mejor Actor. El veterano británico Jim Broadbent, por ‘Le week-end’, se llevó el galardón.

El antropófago sastre granadino de ‘Caníbal’ “es el papel más difícil que he interpretado. Soy expresivo y, en mi carrera, me he apoyado mucho en la palabra”. En esta ocasión, “lo que intentaba era estar muy vivo dentro. Menos es más, sí, pero el corazón me latía muy fuerte. Normalmente la gente siente una cosa y muestra otra, y eso es lo que hemos intentado”, describía De la Torre en San Sebastián sobre un personaje violento pero que se expresa de un modo diferente al policía antivicio sevillano de ‘Grupo 7’ (Alberto Rodríguez) (2012) o al payaso de ‘Balada triste de trompeta’ (Álex de la Iglesia) (2010) que elige esa profesión porque, de lo contrario, sería un “asesino”.

“Manolo (Martín Cuenca) me parece uno de los mejores directores de actores de España y estaba dispuesto a hacer el personaje. Es verdad que cuando leí el guión hubo un momento que dije, ¡hostias! Había líneas del guión que pensé, ¿cómo coño voy a defender esto?”. “No es una película fácil pero tengo la sensación de que va a tener una audiencia más amplia de lo que podía pensarse”, confía De la Torre sobre ‘Caníbal’, que “tiene un ritmo muy concreto y puede necesitar que la gente se enganche. Pero tiene un momento de inflexión, cuando el protagonista se enamora. Creo que hay una especie de identificación del público con el personaje, lo que me pareció sorprendente”, señaló el actor malagueño tras la buena acogida en Toronto.

Tres de las caras de Antonio de la Torre, del thriller a la comedia

Antonio de la Torre, con una gran vis cómica, es capaz de descojonar al público en filmes como ‘Gordos’ (Daniel Sánchez Arévalo) (2009) y, con una mirada dura, acojonar al espectador más imperturbable maquillado de payaso en ‘Balada triste de trompeta’. Un tipo corriente, comenzó en el mundo del periodismo presentado las noticias de deportes en Canal Sur, que recoge la herencia de actores esenciales en el cine español desaparecidos en los últimos años como José Luis López Vázquez o Alfredo Landa o de compañeros actuales con registros antagónicos como Antonio Resines.

Antonio de la Torre, que acaba de rodar su primer filme en inglés, F 2014’ (Frédéric Aubertin) y tiene en cartel ‘La gran familia española’ (Daniel Sánchez Arévalo), es ese tipo ingenioso que ameniza las veladas con amigos o familiares mientras intercala comentarios sobre fútbol o política. Pero, Antonio de la Torre es también ese tipo que esperó más de trece años una gran oportunidad en el mundo del cine. Hasta entonces, su cara, una mezcla de anónimo ciudadano de a pie y habitante de barriada deprimida, se ha paseado por papeles más que secundarios en series de televisión y películas.

 

Tras su éxito con ‘AzulOscuroCasiNegro’ (Daniel Sánchez Arévalo) (2006), que le valió el Goya como Mejor Actor de reparto, muchos han descubierto quién era aquel amigo raro de Micky Molina, apodado ‘Pelopincho’, en la gasolinera de Alfredo Landa de ‘Lleno, por favor’, o aquel delincuente de Jerez, ‘El Loren’, que era acusado del brutal crimen del hijo del ‘Padre Coraje’ en la magnífica miniserie de Benito Zambrano en la que Juan Diego ofrecía un curso de interpretación. La versatilidad de Antonio de la Torre ya estaba detrás de esos proyectos.

“Si no siento que soy el personaje, no soy capaz de defenderlo. Necesito creerme que lo soy. Si no, me parece que estoy estafando a alguien. Y no entiende este oficio así”, resume Antonio de la Torre. Un tipo corriente capaz de interpretar a un recluso que pide a su hermano que deje embarazada a una presa objeto de agresiones en ‘AzulOscuroCasiNegro’; de ganar 33 kilos para meterse en la piel de un neurótico homosexual en ‘Gordos’; de anidar una violencia desmedida tras el maquillaje de un payaso en ‘Balada triste de trompeta’; de ser el azote de la droga en una Sevilla pre-Expo’92 en ‘Grupo 7’; y de devorar a mujeres anónimas que previamente ha asesinado en ‘Caníbal’.

“Sí, me sigue gustando la carne. Y, si puede estar en su punto, mejor”, confesó en San Sebastián el ‘Caníbal’ del cine español, el tipo normal que se ha vuelto imprescindible en nuestra cartelera.