El periodista y crítico Arcadi Espada vuelve, como muchos otros, al Holocausto judío y a las conexiones con aquella España que a duras penas sobrevivió a la Guerra Civil: es el caso del “Ángel de Budapest”, Ángel Briz, en ‘En nombre de Franco’ (Espasa), en la que su verdadera historia sale a la luz. 

El autor introduce una nueva aproximación a la historia del Holocausto según la cual los “héroes” de la embajada de España en el Budapest nazi que ayudaron a muchos judíos a evadir las cámaras de gas lo hicieron bajo las órdenes y la autorización del régimen de Franco. Una idea difícil de asumir pero que Espada intenta demostrar.

Entre abril y junio de 1944 fueron asesinados en Hungría, en solo diez semanas, más de medio millón de judíos, aunque muchos otros lograron librarse de su deportación a los campos de concentración más próximos, la mayoría al de Auschwitz (Cracovia), gracias a la labor de diplomáticos como Sanz Briz, el sueco Raoul Wallenberg, el suizo Carl Lutz, o el representante del Papa en Hungría, Angelo Rota.

Todo estos diplomáticos trabajaron siempre bajo el amparo de sus gobiernos, en muchos casos colaboracionistas con el régimen nazi o neutrales “a medias” (Suecia vendía hierro y minerales a Alemania para alimentar su maquinaria de guerra, hizo auténticas fortunas con la guerra), ofreciendo salvoconductos de sus países y alojándolos tanto en la Embajada española en Budapest, en el caso de Sanz Briz, como en los pisos del Gueto Internacional, en el antiguo barrio judío de la ciudad y en el que se alojaban y repartían cartas de supervivencia pura y dura a los que les solicitaban ayuda.

Según los más de 2.500 telegramas entre Sanz Briz y el gobierno franquista de España investigados por Arcadi Espada y su colaborador Sergio Campos Cacho, y los cientos de testimonios recogidos por ambos a lo largo de numerosos viajes a los lugares de los hechos, con la concesión de estos salvoconductos Sanz Briz y su equipo pudieron salvar a cerca de 3.000 personas. Entre ellos estaba Giorgio Perlasca, italiano que fingió ser el cónsul español cuando Briz huyó a Suiza ante la inminente conquista de la ciudad por el Ejército Rojo.

No obstante, y a pesar de la ausencia de documentos que avalen la actividad de Perlasca, su leyenda ha quedado para la posteridad en lugares tan emblemáticos como el Memorial del Holocausto, en cuyo friso de los héroes sólo aparece el italiano y no hay ni una sola referencia a Sanz Briz, un héroe “prácticamente desconocido” en Hungría.