Sorpresas que da la arqueología, esa disciplina que es mucho más que un aventurero con sombrero y látigo, pero que vive muchas veces de la más pura casualidad. Ahora la moderna Sevilla, antigua Híspalis romana, ha revelado el destino de un tesoro escondido de decenas de miles de monedas romanas.

Foto superior: las monedas en el Museo Arqueológico de Sevilla

Escondidas en nueve ánforas enteras y otras diez partidas, ha aparecido en el Parque El Zaudin de Tomares (Sevilla) durante unas obras puntuales un tesoro de valor histórico inmenso y toda una fortuna en el siglo IV d. C., fecha de las monedas romanas de bronce que encerraban. Es lo más espectacular en cuanto a tesoros enterrados que se haya encontrado nunca en España, cuando este parte del mundo era la rica, fértil y estratégica Hispania. Las obras de canalización del parque han dejado al descubierto, a medio metro del nivel del suelo, estas ánforas que parecían haber sido ocultadas deliberadamente entre materiales de relleno y viejos ladrillos.

Son tan pesadas las ánforas que debió ser necesaria la colaboración de varias personas para enterrarlas, y otras tantas para sacarlas y llevarlas a dependencias del Museo Arqueológico de Sevilla, donde serán estudiadas y analizadas en profundidad. Según han apuntado desde la institución, éste bien podría ser el mayor hallazgo de este tipo en casi toda Europa, y aunque es muy complicado intentar averiguar el valor del hallazgo en dinero actual superará sin duda varios millones de euros. De hecho fue la Policía la que se encargo de precintar la zona y custodiar las ánforas hasta las dependencias del museo. Y lo más probable es que el museo reciba un refuerzo de seguridad en adelante dado el volumen del descubrimiento. El valor histórico es, simplemente, “incalculable”. Las obras de la zona de este parque en Tomares serán casi seguro paralizadas para hacer una inspección profunda del suelo.

Imagen de las ánforas completas (Foto: Ayuntamiento de Tomares)

Nadie se ha atrevido todavía a intentar saber por qué un tesoro semejante pudo haberse enterrado en esa zona, pero tal cantidad de dinero de un solo tipo de moneda bien podría ser un pago administrativo en la época romana imperial. Quizás los funcionarios romanos utilizaban algún tipo de depósito secreto para el dinero y así evitar saqueos mientras acumulaban los sueldos de legionarios y funcionarios. A partir de ahí las hipótesis son múltiples, libres y la imaginación de más de uno ya estará volando. Las monedas, de bronce (quizás con algún baño de plata), tienen inscripciones del emperador Constantino y también del emperador Maximiano, aunque quizás el arco temporal sea más grande. Hay ánforas sin abrir y los arqueólogos responsables ahora de estudiar las monedas y la cerámica aventuran que quizás pueda haber monedas de la época de Diocleciano.

El cálculo es que los estudios arqueológicos de laboratorio durarán mucho más tiempo del que se piensa. Para empezar hay que analizar a fondo las ánforas, que quizás den una pista de la época en la que realmente se hizo el enterramiento. Luego habrá que analizar cada moneda, los sedimentos en los que quedaron dentro de las ánforas, datarlo todo y estudiar posibles detalles que den más información. Y documentarlo todo, contrastarlo, verificarlo y sólo entonces atreverse a dar alguna explicación plausible. El largo trabajo científico, metódico y meticuloso, abarcará mucho esfuerzo. En realidad al museo y los arqueólogos les ha tocado el tesoro y la lotería de este gran trabajo.