El pasado 11 de julio se publicaba que investigadores japoneses habían logrado realizar una llamada basada en la comunicación cuántica desde un satélite común, sin la inversión necesaria para las pruebas experimentales anteriores realizadas por China.

Sólo ha hecho falta un microsatélite, SOCRATES, para realizar una comunicación por la vía cuántica a través del SOTA, el transmisor más pequeño que existe. Es un paso clave por dos razones: porque Japón ha logrado emular el experimento chino de comunicación cuántica entre un punto y otro a través de uno de sus satélites, y sobre todo porque es el paso previo, a bajo coste (y con dimensiones reducidas, la clave para la producción en masa), para crear una red global de comunicación de este tipo que sería más rápida, mucho más segura y desde luego más eficiente.

SOTA apenas tiene 17,8 centímetros de largo, 11,4 de ancho y 26,8 de altura. Y pesa 6 kg, construido desde el centro de investigación NICT que se encargó de anunciar el logro tecnológico. El SOTA transmite una señal laser a la superficie terrestre a 10 millones de bits por segundo, una velocidad física de 7 km por segundo y a una altura de más de 550 km respecto al punto de recepción. Que un receptor pueda recoger y descifrar esa transmisión a pesar de la velocidad es un auténtico logro técnico.

Y que lo haya hecho con satélites que suelen tener el tamaño de una caja de cartón de mudanzas dice también mucho de cómo será el futuro de ese tipo de comunicación, basada en la transmisión a través de receptores-emisores en el espacio y que permitiría abaratar todo el sistema de comunicaciones actual, crear una gran red global rápida, infalible y tremendamente abaratada que dejaría atrás los tiempos en los que el coste anulaba las posibilidades. Es más eficiente energéticamente y tecnológicamente puede ser más rentable por su bajo coste y sencillez dentro de la complejidad que es este tipo de transmisión.

¿Qué es la comunicación cuántica?

Se denomina así a un tipo de telecomunicación basada en el entrelazamiento cuántico y la teleportación cuántica de datos basándose en la mecánica cuántica, y que no estaría limitada por las actuales fronteras de la señal radioeléctrica convencional que se usa masivamente en nuestro mundo. La idea de partida es la llamada paradoja Einstein-Podolsky-Rosen (EPR) que establece la posibilidad de que dos partículas compartan información. El entralazamiento cuántico establece que los estados cuánticos de dos o más objetos se deben describir mediante un estado único, incluso cuando los elementos de un sistema entrelazado estén en diferentes punto. Así, si un elemento se lanzara hacia arriba se establece que el otro haría el camino inverso aunque no se pudiera medir su comportamiento.

Por decirlo así, es como los gemelos conectados: las partículas se comportan siempre de forma paralela la una con la otra, y separados luego; aunque estén separados a mucha distancia forman un sistema indivisible y se mantienen unidos a nivel cuántico, de tal forma que la manipulación de uno influye en el otro. Este sistema de comunicación se presenta como la panacea blindada para las telecomunicaciones, ya que haría imposible la interceptación uno de los elementos del mensaje sin que el otro se altera, con lo que se podría evitar el espionaje. De esa forma tanto las comunicaciones de ciudadanos como de gobiernos y empresas serían imposibles de interceptar y desencriptar.

Fue en junio pasado cuando por fin China consiguió dar el paso adelante pionero: el satélite Micius transmitió fotones entrelazados entre el espacio suborbital y un punto en la superficie, superando con mucho el anterior récord de este tipo de transmisión (100 km), ya que alcanzaron los 1.200 km. Fue un éxito experimental porque el entrelazamiento fotónico se pierde a medida que se transmite por espacios abiertos. Se confirmó que ambos elementos se mantuvieron entrelazados, con lo que se establece un principio a nivel cuántico que da paso a una revolución de las telecomunicaciones: más seguras, rápidas, y gracias a los desarrollos con pequeños satélites, eficiente y a bajo coste.