La Segunda Guerra Mundial trajo consigo innovaciones tecnológicas sin precedentes que produjeron en sus creadores dudas, orgullo y arrepentimiento a partes iguales.
A veces, un destello de ingenio cambia el curso de la Historia. Fue el caso de aquellos cuatro visionarios que fueron actores claves pero discretos de una aventura que los sobrepasaba, la Segunda Guerra Mundial: Werner Heisenberg, pionero en la investigación de la bomba atómica, Alan Turing, quien consiguió descifrar el código Enigma del régimen nazi, Leo Szilard, que entendió antes que nadie la reacción nuclear en cadena, y Hugh Dowding, un militar cuya reflexión estratégica fue decisiva en la batalla de Inglaterra. Todos ellos juntos en ‘Soñadores’ (Astiberri, 19 euros).
Edmond Baudoin, uno de los autores emblemáticos del cómic francés contemporáneo, une su talento al del prestigioso matemático galo Cédric Villani para alumbrar esta obra, entre documental científico y cómic poético, que trasciende géneros y disciplinas. Se sumergen en la mente y en el corazón de aquellos cuatro hombres, interesándose sobre todo por su faceta más humana: “los militares y los científicos no son meros peones al servicio de la colectividad, sometidos a las órdenes de los políticos (escribe Villani), son ante todo seres humanos, a menudo imprevisibles; a veces sus descubrimientos pueden cambiar el desenlace de un conflicto; a veces ejecutan mal las órdenes; a veces lo hacen a regañadientes; a veces no lo logran.
Con frecuencia chocan con los mecanismos de su propia organización. En muchas ocasiones, la Historia no reconoce sus méritos. Y cuando la acción termina y tienen suficiente tiempo para dejar que divague el pensamiento, ¿cómo se juzgan ellos mismos? Participaron en una gran batalla en la que estuvo en juego la suerte de su país o del mundo: ¿se sienten orgullosos, avergonzados, desamparados, resentidos…?”. En 1945, la historia de la humanidad fue marcada por el hallazgo de inimaginables crímenes de guerra —los campos de exterminio alemanes, los experimentos del Escuadrón 731 japonés y las atrocidades del NKVD ruso— y la utilización de lo nunca visto en armamento: la bomba atómica lanzada por los estadounidenses. A lo largo de este relato, iremos conociendo a cuatro hombres de los que habla poco la Historia. Su poder individual, multiplicado por la acción colectiva, cambió el destino de la guerra.
Cédric Villani (Brive-la-Gaillarde, Francia, 1973) es un prestigioso matemático especializado en ecuaciones en derivadas parciales y en física matemática. Ganó la Medalla Fields en 2010, el equivalente al premio Nobel de las Ciencias. Actualmente es profesor de la Universidad de Lyon y desde 2009 es director del Instituto Henri Poincaré, en París.
Edmond Baudoin (Niza, 1942). Tras estudiar en la escuela de Artes Decorativas en la adolescencia, ejerce como contable antes de volver al dibujo en 1971. En 1992 y 1997 ganó el premio Alph-Art del Festival Internacional del Cómic de Angoulême al mejor guión por ‘Couma acò’ y ‘El viaje’, respectivamente. ‘Piero’ le valió el premio al mejor álbum en el festival de Sierre de 1998. En ‘Arlerí’, el artista rememora todo lo que sabe del amor, del sentimiento amoroso y del amor físico, a través de la conversación entre un viejo pintor y su modelo. En ‘Ensalada de Niza’, Baudoin desvela como sólo él sabe los sentimientos más intensos de sus personajes, la belleza de las mujeres y su profundo amor por ellas.
De su encuentro con Fred Vargas, además de Los cuatro ríos, surge El vendedor de estropajos. En ‘Viva la vida’, retrata con Troubs la mexicana Ciudad Juárez a través de los sueños de sus habitantes. En ‘Dalí’ se sumerge en el universo audaz y desenfrenado del pintor, para ofrecer su visión personal de uno de los grandes creadores del siglo XX. Viaja de nuevo con Troubs en ‘El sabor de la tierra’ a la Colombia rural para dibujar los recuerdos de un pueblo que lucha por su tierra, y en ‘Los hijos de Sitting Bull’ mezcla crónica familiar y reflexión sobre la colonización y la destrucción masiva del pueblo amerindio.