David Aja volvió a salir vencedor de la última Comic-Con de San Diego y de los Premios Eisner, donde ha repetido como mejor ilustrador.

La saga Hawkeye de Marvel le ha dado al pucelano David Aja dos Premios Eisner más a sumar a su colección. De los tres españoles que competían (Emma Ríos y José Domingo junto a Aja) ha sido el gran vencedor con su particular estilo de trazos delimitados y bien creados, con esa estética minimalista pero al mismo tiempo muy bien estructurada que le ha permitido ganar el galardón como Mejor Portadista y Mejor Número por el undécimo número de la saga. Ya tiene en su haber cuatro: en 2013 volvió a repetir como ganador en categorías iguales. Nacido en 1977, Aja es ya un experto en la meca del cómic mundial, pero ha vuelto a sorprender con un número premiado (ese nº 11) en el que la acción es contada desde el punto de vista de un perro. Original, y mucho.

Hawkeye (Ojo de Halcón) es una saga a partir de uno de los personajes de la Marvel que cuenta ya con un buen recorrido (22 números) y muy premiado, una pequeña excentricidad paralela de la gran editorial que de vez en cuando, a través de sus propias colecciones o de pequeñas editoriales, experimenta con nuevos formatos e historias para poder llegar a todos los tipos de público. Aja y el guionista Matt Fraction crearon esta nueva colección con un estilo muy particular, en las antípodas del estilo de género que ha cultivado Marvel durante décadas. Los guiones enrevesados de Fraction casan bien con el estilo de Aja, minimalista, a veces de línea clara y en ocasiones mucho más transgresor y espectacular, donde los golpes emocionales a través del dibujo se intercalan con los detalles.

Hawkeye - David Aja - Premios Eisner 2

Para que se hagan una idea: la estética recuerda al cartelismo ruso por momentos, al diseño futurista e industrial del siglo XX. Muy raro para EEUU, pero funciona a tenor de las ventas y premios. Es experimentación hace que cada número sea mucho más interesante que el anterior, con cada uno de ellos narrado de una manera diferente, donde el simbolismo tiene mucha importancia. Marvel tiene así en cartera a uno de los mejores dibujantes e ilustradores de los últimos años, que hace no mucho se reivindicaba con acritud que es “ilustrador”, pero que en realidad ya es dibujante, y al servicio de uno de los monstruos editoriales del sector.

Menos suerte tuvieron en cambio Emma Ríos y José Domingo, que perdieron en sus categorías donde habían sido nominados. En el primer caso el rival victorioso fue Sean Murphy con ‘The Wake’, mientras que a Domingo lo batió Jacques Tardi y Jean-Pierre Verney por ‘Goddam this war!’. Emma Ríos y sus dibujos optaban al Eisner de Mejor Portada  con ‘Pretty Deadly’, donde la estética manga y el cómic europeo se dan la mano como un guante bien enfundado. En realidad es un western que unifica mitología, folklore y género de terror a las mil maravillas (la protagonista es una pistolera que es hija nada menos que de la Muerte y cuyo caballo está hecho y de humo) sobre un guión de Kelly Sue DeConnick y con una editorial, Image, que intenta hacerse camino con seriales como este ‘Pretty Deadly’, que ya ha entregado sus cinco primeros volúmenes con gran éxito para su tamaño (casi 60.000 ejemplares).

En cambio José Domingo competía en Mejor Cómic Internacional con ‘Aventuras de un oficinista japonés’ (Editorial Bang, publicada inicialmente en 2011 – Foto de portada de este artículo), una novela gráfica extrema, rara y particular donde se mezclan mil influencias y que está marcada sobre todo por el humor cínico y absurdo, un surrealismo muy personal centrado en un japonés corriente y mundano y su viaje de regreso al hogar después de entregar la mayor parte del día y de sus energías a una empresa que le tiene sometido. Sus trazos recuerdan mucho al cómic underground y de fanzine que suele romper moldes pero aquí lo ha proyectado de una manera muy personal y que le convierte en firme candidato al premio, el cual ya ganó en 2013 el dúo Juan Díaz Canales-Juanjo Guarnido con el ya clásico ‘Blacksad’.

David Aja y una de sus portadas para Hawkeye

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Los Premios Eisner y el peso de los autores españoles

No es algo nuevo ver a dibujantes e ilustradores españoles pasearse para recoger premios en la Comic-Con de San Diego, la madre de todas las ferias y festivales sobre el cómic del mundo, el más importante y el hogar de los Premios Eisner. Son los premios más importantes de la industria editorial de cómic en el mundo, algo así como los Oscar del cómic, pero sin tantos límites nacionales: da igual de dónde vengas, lo que importa es tu talento. Y España ha colocado el suyo dentro de la industria desde hace tiempo.

De hecho empieza a ser ya un lugar común, que trabajen desde España o en EEUU para las grandes compañías y editoriales como DC, Marvel u otras más pequeñas que pueden pescar en el mercado español. España no vende suficientes cómics como para tener un sector próspero, y es muy habitual verles trabajar para editoriales francesas, belgas o americanas para poder salir adelante. Además, el cómic español es joven, no tiene muchos prejuicios y experimenta mucho (como Aja o Domingo) y se adapta bien a los nuevos proyectos en EEUU.

Los Eisner son los galardones con más historia y mitología añadida en el gremio del cómic. Hay decenas de categorías y ganarlo supone una consagración que implica reediciones en otros países y nuevas oportunidades para las obras y autores. A estos premios se les llamó igual que el padre de la novela gráfica y el santo y seña del cómic americano, Will Eisner, pionero en tantas cosas y guía espiritual de muchas generaciones de creadores, desde Stan Lee a los nuevos valores europeos y asiáticos que nutren a las grandes editoriales americanas. Casi todas, por cierto, con sede en Nueva York.

Este premio fue creado en 1987 como continuación de los premios Kirby; y el autor que da su nombre al galardón, Will Eisner, lo entregó en persona hasta su muerte en 2005. Normalmente los premios no suelen ser igual que los galardones europeos, donde el peso del cómic realista o de autor suele ser inmenso, ya que Europa no obedece a la larga tradición heroica que marcó al gremio durante décadas. Fue precisamente Eisner de los primeros en girar sobre los talones para empezar a crear novelas gráficas mucho más intimistas, psicológicas y cercanas a la literatura que al simple entretenimiento.