Érase una vez el tipo más iracundo de Belfast, una ciudad marcada por la violencia sectaria y el conflicto, lo cual dice mucho de Van Morrison, que no descansa y publicará un álbum de duetos en marzo. 

‘Duets: Re-Working the Catalogue’ es lo último de Van Morrison, un disco de duetos para el 24 de marzo en el que la particular voz de este león irlandés (de tópico en tópico, del mal carácter a lo de gran felino) se unirá a Bobby Womack, Steve Winwood, Mark Knopfler, Taj Mahal, Mavis Staples, Michael Bublé, Natalie Cole, George Benson, Gregory Porter, Clare Teal, P.J. Proby, Joss Stone, Georgie Fame, Mick Hucknall, Chris Farlowe, y su hija, Shana Morrison. Ya se puede hacer el pedido desde su página web. 

El proceso del álbum ha sido más íntimo: tanto Morrison como el resto de invitados seleccionaron temas del enorme catálogo de 360 canciones que conforman el legado del músico. Es más, sugirió a todos que no se dejaran llevar por lo obvio y buscaran canciones diferentes que no son tan famosas para darle algo de sentido al disco y que no fuera simplemente un Van Morrison and Friends. Y sobre todo que fueran “reinterpretadas”, como bien dice el “re-working” del título del trabajo colectivo.

El álbum fue grabado entre Belfast y Londres durante 2014, con nuevos arreglos musicales y diferente orquestación, y producido por Van Morrison junto a Don Was y Bob Rock. El primer single del álbum está disponible y se titula ‘Real Real Gone’ con el canadiense Michael Bublé. Lo de producir también es una nueva habilidad de Morrison, todo un selfmade man capaz de pasar de la guitarra a la armónica o el piano sin muchos problemas.

Van Morrison, versión corta de su natural George Ivan Morrison, nació apenas tres días antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial, un 31 de agosto en la ciudad viviseccionada que es Belfast, mitad protestante, mitad católica, toda irlandesa y toda conflicto sanguinario entre dos comunidades enfrentadas. En ese ambiente industrial y postbélico se crió Morrison, uno de los músicos más influyentes de la segunda mitad del siglo XX y que pronto empezó a pisar escenarios: 1958, como saxo de The Monarchs. Fusiona como pocos la música tradicional irlandesa con el sonido americano del jazz o el blues, un estilo muy particular que ha cultivado lealtades inquebrantables entre los fans. Una vez más, un blanco rascando cuerdas vocales con música negra.

Una vez libre de servidumbres crea el grupo Them, con los que publicaría algunos de sus primeros éxitos. No duraría mucho: además de alimentar de versiones a grupos como The Doors, por ejemplo, terminó a palos con los músicos y en 1966 se marcha para volar solo y con la banda a su servicio. Empezó entonces una carrera imparable que supusieron contratos con discográficas y discos como ‘Astral Weeks’ (1968) y ‘Moondance’ (1970), quizás de lo mejor que ha salido de su mente y fundamentales para la música posterior. Fueron la carta de presentación final de un influyente músico que acumula más de tres decenas de discos en su haber y un catálogo digno de elogio, tanto como para lanzarlo sobre la mesa para que sea reinterpretado a gusto del amigo del dueto.

Su música aúna en un solo cuerpo el R&B y el jazz con las raíces irlandesas. El folk de la isla esmeralda es muy particular, diferente del resto de las naciones celtas. Es mucho más introspectivo y es habitual que la voz solitaria se superponga a la propia música. Morrison, tipo de carácter complicado, ha tendido siempre a esa introspección que entronca perfectamente con la misma tradición que ha dejado para el recuerdo esa canción funeraria que es ‘Oh Danny Boy’. Le viene que ni pintado a Morrison. Algo único que le ha permitido ser parte del Olimpo del Salón de la Fama del Rock and Roll, donde entró en 1993. El peloteo de la industria es inmenso, y el de los músicos todavía más. Y por supuesto es un tótem del folk junto con Bob Dylan, que también podría ser el Morrison americano.

 

Van Morrison