El Museo de Colecciones Reales verá la luz para 2016 (en la parte baja del complejo del Palacio de Oriente), presupuestado cuando había dinero y tiene la ambición de ser uno de los cuatro grandes museos de Madrid, incluso rozar el estatus de El Prado.
Se trata de un gran “cofre de granito” como lo definió el arquitecto Emilio Tuñón, un lugar especial que albergará uno de los patrimonios más ricos del mundo, gran parte del cual no ha sido mostrado hasta el momento. Su destino: ser una nueva llave para el turismo cultural y artístico que tantos dividendos da a Madrid. Curioso para un edificio cuya construcción ya estaba prevista en un decreto que contemplaba la Fundación del Museo de Armas y Carruajes, emitido en 1936 por el Gobierno de la II República, presidido por Manuel Azaña. Desde entonces ha habido dos concursos: primero en 1999, fallido, y otro en 2003, que ganó el estudio de Emilio Tuñón.
Uno de los aspectos a considerar es la distribución museográfica. En un principio se tenía claro mostrar de forma separada la colección de tapices la de carruajes y el resto de las piezas. En total serán 50.000 metros cuadrados construidos. El edificio ocupa 40.000 de ellos: 20.000 para almacenes y 20.000 públicos, en los que están incluidos los 3.000 metros cuadrados de cada una de las salas expositivas, así como los del vestíbulo, la biblioteca, el auditorio, la tienda y la cafetería, que contará con una terraza al aire libre en la que uno de los muros es la Catedral de la Almudena. Todo ello con un presupuesto de 150 millones de euros, nada menos que 3.000 euros por metro cuadrado.
El acceso al museo será a través de grandes ascensores (para varias decenas de personas por viaje) que descenderán bajo el nivel del suelo para luego ascender planta a planta en el viaje por su interior, construido con muro ciclópeos de granito extraído en España (para ahorrar costes) y ventanales para ver los Jardines del Moro cercanos. Las zonas se organizarán por unidades didácticas para explicar la historia de Madrid y su pasado.