El Museo Guggenheim de Bilbao prepara exposiciones para el resto del año más allá de la más importante, la que se dedicará a Francis Bacon en septiembre; estarán dedicadas a Sam Taylor-Johnson, Albert Oehlen y la Colección de Hermann y Margrit Rupf.
Suspiro (Sigh) (8 de septiembre 11 de diciembre). Desde los años noventa, las fotografías y videoinstalaciones de la artista británica Sam Taylor-Johnson profundizan en las emociones humanas más crudas, aislándolas y presentándolas de manera fragmentada, ya sea deconstruyendo la narrativa o, como en el caso de la obra ‘Suspiro’ (Sigh, 2008), modificando nuestra percepción de la imagen y el sonido. Esta instalación audiovisual está compuesta de ocho proyecciones, en las que las diferentes secciones de la Orquesta de Concierto de la BBC parecen interpretar el tema musical creado específicamente para esta obra por la reconocida compositora Anne Dudley.
La obra ‘Suspiro’ presenta a los músicos de la BBC ejecutando una banda sonora que evoca estos páramos yertos y cargados de ausencia humana, un tema interpretado desde la extraña invisibilidad de los instrumentos musicales, con una gestualidad natural pero en apariencia dramatizada. El sonido es claramente audible, a pesar de que los intérpretes no tocan los instrumentos, sino que reproducen los gestos y movimientos que conlleva la ejecución musical. El hecho de que los músicos estén desprovistos de los objetos que caracterizan su labor genera una sensación de vulnerabilidad, y también enfatiza la importancia de las acciones corporales implicadas a la hora de tocar un instrumento.
Para crear la banda sonora, que tiene una duración de más de ocho minutos, Anne Dudley se basó, a su vez, en las fotografías de la serie ‘Fantasmas’ (Ghosts, 2008), de Sam Taylor-Johnson, cuyo punto de partida se sitúa en la novela clásica de la literatura victoriana ‘Cumbres borrascosas’, escrita por Emily Brontë, y que se inspiran de manera particular en los páramos de Haworth, en Yorkshire, en los que se criaron las hermanas Brontë y que se convirtieron en un personaje más de sus creaciones.
Albert Oehlen (21 de octubre 5 de febrero de 2017). Albert Oehlen es uno de los pintores más influyentes de las últimas décadas y uno de los artistas más controvertidos de la Alemania de posguerra. Su contemporaneidad pictórica se nutre de una combinación de técnicas provenientes de la publicidad, de la pincelada expresionista, del gesto surrealista y de las imágenes generadas por ordenador. Decidido a aumentar la complejidad de un medio que cada cierto tiempo es tildado de “obsoleto”, Oehlen contribuye a este debate a través de su obra.
En los últimos años sus pinturas han desarrollado lo que él define como su tema principal, la libertad, algo que se evidencia en su valentía y abandono al abordar el lienzo, empleando nuevas técnicas que conservan el vocabulario del pasado y generan la extraña, paradójica, sensación de que se trata de algo nuevo, pero conocido. En su trabajo más reciente, Oehlen ha retomado la idea del collage y ha extendido esta práctica en sus pinturas, incluyendo imágenes, eslóganes y fragmentos publicitarios de gran impacto gráfico en lienzos de gran tamaño. Además, otorga “impureza” a estos objetos manchándolos, impregnándolos de pintura con los dedos.
Oehlen ha comentado sobre este trabajo: “Parece muy sencillo, pero, como proyecto pictórico, resultó muy difícil. Quería una pintura abstracta que pareciera importunada por los insistentes elementos publicitarios […] Pero, por encima de todo, quería afirmar que estas imágenes son pinturas, en lugar de collages”. Oehlen es un artista conceptual que se sirve de la pintura; él mismo afirma: “Que cada uno piense lo que quiera. Me aburre hablar de significados. No busco entendimientos ni complicidades con el público. Cada cual es libre de sus sensaciones”.
La Colección de Hermann y Margrit Rupf (11 de noviembre – 23 de abril). Los Rupf fueron los primeros coleccionistas privados suizos que centraron su labor en el arte abstracto. En sus inicios, se guiaron por sus propios criterios personales para ir formando su colección y, en 1954, decidieron ceder sus obras (unas 250 piezas y numerosos libros de arte), en calidad de fundación, al Kunstmuseum Bern, lo que supuso una contribución muy significativa a los fondos de esta institución. En la actualidad, la fundación cuenta con más de 900 piezas, entre pinturas, esculturas y obras sobre papel.
El empresario bernés Hermann Rupf (1880–1962) fue uno de los primeros coleccionistas que, en el París de 1907, comenzó a adquirir obras de Pablo Picasso, Georges Braque y de artistas del Fauvismo, como Othon Friesz o André Derain. El marchante de arte parisino Daniel-Henry Kahnweiler (1884–1979), con quien Rupf mantendría una gran amistad durante toda su vida, desempeñó un papel fundamental en la formación de la colección del suizo. A través de su galería, se pudieron incorporar conjuntos de obra de Fernand Léger, Juan Gris y, posteriormente, de André Masson.
Los Rupf mantuvieron también una gran amistad con Paul y Lily Klee, y a partir de 1913 adquirieron obras de Klee regularmente. Así mismo, los Rupf fueron importantes mecenas de numerosos artistas, científicos y músicos de la ciudad de Berna. Hermann Rupf, copropietario de la mercería Hossmann & Rupf, fue un activo crítico de arte y jugó un papel relevante en el desarrollo del gusto por el arte contemporáneo. Sus escritos y críticas, dirigidos contra la política cultural conservadora de la época, reclamaban una mayor comprensión del arte contemporáneo.
Con la creación en 1954 de la Fundación Rupf se garantizó la conservación, consolidación y expansión de la colección. Siguiendo los propósitos de los Rupf, la Fundación dedica su inversión, fundamentalmente, a la adquisición de obras de artistas contemporáneos, como Meret Oppenheim, Lee Byars, Donald Judd, Joseph Beuys o James Turrell, entre otros.