La cacería estelar continúa: los astrónomos de todo el mundo se han propuesto encontrar a la nueva Tierra a toda costa y hasta que lo hagan los descubrimientos de más y más planetas extrasolares serán como un cuentagotas continuo; ahora le toca a uno pequeño, un nuevo Mercurio vagando por el espacio.
El afortunado descubridor ha sido esta vez el telescopio espacial Kepler de la NASA, especializado además en dar con la variante rocosa de los nuevos planetas fuera del Sistema Solar. Su nueva pieza es un pequeño planeta inferior en masa y tamaño a Mercurio que orbita un planeta de dimensión similar a la del Sol y que, como el nuestro, sufre a esa estrella: su temperatura en superficie según los datos facilitados por la agencia espacial es de 400 grados centígrados y tarda en dar una vuelta completa a su estrella unos 13 días. Sin agua, sin atmósfera y sin rastro probable de nada que no sea roca fundida.
La Nasa lo ha bautizado como Kepler-37b (porque la estrella que orbitan la han llamado Kepler-37) y es compañero de viaje de otros dos planetas etiquetados (Kepler-37c y 37d), y que siguen los pasos de Venus y la Tierra. El 37c es del mismo tamaño que el primero pero el equivalente a lo que sería la Tierra duplica en tamaño a nuestro planeta, con órbitas solares respectivas de 21 y 40 días. Esto sugiere que sus órbitas son muy muy cercanas a la estrella Kepler-37, con lo que se descarta la posibilidad de vida o siquiera de una atmósfera potencial. Todos ellos están a más 210 años luz de nosotros. Traducción: inalcanzable.
El descubrimiento acaba de ser publicado en la revista ‘Nature’ por Thomas Barclay, científico de la agencia espacial y varios colegas más de proyecto. Según Barclay “desde el descubrimiento de los primeros planetas extrasolares se ha visto que otros sistemas planetarios pueden ser muy diferentes del nuestro, pero hasta ahora no habíamos encontrado ningún planeta más pequeño que los que vemos en el Sistema Solar”. La constante en los descubrimientos era siempre la misma: gigantes gaseosos del estilo de Júpiter y mucho más grandes que eran fácilmente detectables; sin duda la evolución de las tecnologías (en especial el telescopio Kepler) permiten agudizar mejor el ojo del cazador.
Comparativa de tamaños de los planetas de la estrella Kepler-37 (NASA-JPL-CalTech)