Mar Gómez Glez es uno de los motivos para tener esperanza en la siguiente generación de escritoras. Los creadores no deberían tener género, sólo ser autores, pero tampoco la sociedad es perfecta. Por ahora. Mar Gómez es un talento que despunta por su estilo directo y los toques de humor que cimentan buenas historias que han merecido espacio en Off-Broadway.
Foto de portada: James Windeler
A su envidiable formación académica (Universidad Pontificia de Salamanca, Universidad Carlos III de Madrid y doctora por la Universidad de Nueva York) une un talento para lo que ella misma define como “literatura en los márgenes”, que la lleva a alternar la novela con el relato corto, la literatura infantil y una prometedora carrera como dramaturga. Vive y crea a caballo entre el inglés y el español desde que, estando becada en la prestigiosa Residencia de Estudiantes de Madrid, surgió la posibilidad de la Gran Manzana. Nueva York, y ahora California, han sido sus hogares, donde ha creado obras como ’39 Defaults’ (sobre la crisis económica y el 15-M), ‘Cifras’ (demoledora, sobre la inmigración ilegal a Europa) y su última novela, ‘La edad ganada’, presentada hace poco en España. Veremos parte de su talento en nuestro país cuando se estrene ‘Calderón Cadáver’ en Almagro-Off el día 13 de julio. En EEUU la podrán ver en la Universidad Rutgers en diciembre de este año con la versión traducida de ‘Cifras’.
La primera sobre lo más reciente. Acabas de publicar ‘La edad ganada’, definida como “el difícil proceso del crecimiento y la conquista del lugar propio”, sobre cómo nos ganamos nuestro lugar en el mundo. ¿Tan poderosa es la familia y la infancia que nos condiciona para siempre?
Yo creo que sí. Somos hijos de nuestra historia, tanto a nivel macro como a nivel micro. El lugar que ocupamos en nuestra familia, el lugar que nuestra familia ocupa en la sociedad y cómo observamos que nuestros padres y hermanos reaccionan ante diversos acontecimientos nos marcan de una forma poderosísima. Eso no quiere decir que no tengamos capacidad crítica y no podamos “reprogramarnos”. La literatura es una muestra de ello. Un ejemplo muy claro es la obra kafkiana, que acentúa el extrañamiento de lo cotidiano. En una reseña aseguraban que eras una de las “niñas desobedientes”, comparándote con Ana María Moix y la gran Matute por la capacidad para enseñar las entrañas desagradables de la realidad. ¿Te ves en esa categoría de escritoras que “desnudan al emperador”?, ¿es deliberado ese acto de desnudez? Sí, esto esta relacionado con tu pregunta anterior. Mientras no se vea al emperador desnudo no se puede hacer nada, por el simple hecho de que una ficción bien construida tiende a mantenerse. Somos seres sociales que buscamos la aceptación del grupo, por eso, a veces nos convencemos de que el emperador va desnudo. Todos lo hacemos en algún momento y hay que estar siempre alerta. Una escritora tiene que cuestionar continuamente sus propias ficciones, y enfrentarse a las ficciones cotidianas desde diferentes perspectivas, hasta llegar a destilarla. Si la literatura no es valiente, no es nada.
La novela orbita la figura femenina frente al mundo, también en el mundo cultural y universitario. ¿Tan complicada es la vida para una mujer en esos círculos que, desde fuera, se presuponen más abiertos?
Sólo con ver los números una se da cuenta de que todavía queda mucho camino por andar en términos de igualdad de género. En los únicos países que conozco un poco y de los que puedo hablar (España y Estados Unidos), los catálogos de las grandes editoriales muestran que la mayoría de autores publicados son hombres. En el teatro, las cifras son aún peores en lo que respecta al número de autoras que se representan frente al número de autores. El panorama en la universidad está cambiando rápidamente, aunque todavía la mayoría de puestos de poder estén también ocupados por hombres. Esto es una obviedad, algo que hay que saber sin que nos afecte en nuestra forma de actuar. Lamentándose no se cambia nada y se pierde energía que no utilizamos para lo que realmente importa. Además yo creo que cambiará pronto. Soy muy optimista. Las mujeres llevamos conquistando el espacio público desde hace muchos años y no vamos a dar un paso atrás. En ‘La edad ganada’ indagué en mi propia experiencia. Lo cual no quiere decir que sea una obra autobiográfica. Traté de sumergirme en situaciones que conocía bien para convertirlas en material literario. Me interesaba trabajar la resistencia del subalterno, y escribir desde la subalteridad de un personaje femenino me pareció lo más honesto.
Foto: Nicolas Lemery Nantel
Ahora el teatro y la peculiaridad de andar en dos lenguas. ¿Hasta qué punto condiciona el idioma para un autor que viene del español y debe trabajar en un país de lengua inglesa con las obras que has organizado allí?
Trabajar en inglés, al menos en teatro, era una cuestión de tiempo. El teatro es el arte del diálogo y necesita existir en comunidad. Se nutre de nuestro entorno y en mi entorno se hablaba inglés. A partir del año 2010, mi vida personal pasó del español al inglés, y ese fue el año en el que empecé a escribir en esta lengua. La escritura es un intento de capturar con el lenguaje lo que el lenguaje no puede expresar y evidentemente los sentimientos son una parte principal. Sin esa carga emocional de un lenguaje que empecé a utilizar siendo adulta, posiblemente no hubiese dado el salto.
Novela, relato infantil, teatro… Cada autor toca muchos palos, ¿pero es el teatro el principal?
Hay autores, como James Wood, que consideran que la novela nace cuando el soliloquio de los personajes teatrales se internaliza y que a su vez el soliloquio, la forma más antigua de teatro, proviene de las oraciones a los dioses. En este sentido, te daría la razón, el teatro es el principal y el primer palo literario, como tú lo llamas. Si me preguntas por mi propia práctica, a menos que esté trabajando en un encargo, cada vez estoy más confundida. Antes tenía bastante claro lo que escribía desde el principio, ahora cada vez tardo más y más en descubrir en qué estoy trabajando y puede que sea una victoria. Supongo que poco a poco voy aprendiendo a esperar que el texto me hable. Además, como yo sólo me dedico a géneros marginales, en los que actualmente entrarían el teatro, la novela o el cuento, tengo bastante libertad de maniobra. La periferia es muy porosa y hay que aprovecharlo. En el caso del teatro, está claro que no es el texto lo que determina si una pieza es o no teatral, sino su puesta en escena. La obra de Rodrigo García es un ejemplo claro de ello, si tomamos el libro “Cenizas escogidas” y en lugar de llamarlo antología de textos teatrales, se llamara antología poética, no creo que nadie protestara. Como tendencia general, cuando trabajo con material que tiene una importante dosis de inmediatez suelo inclinarme hacia el drama, y cuando trabajo en una obra que indaga en la memoria casi borrada, prefiero la prosa.
¿Qué es lo que te define como autora teatral?, lo que te pueda diferenciar del resto a la hora de la creación y representación de personajes y situaciones.
Supongo que padezco algo así como claustrofobia creativa porque pensar en definiciones me aterra. Además creo que esa pregunta no la puedo contestar yo. Mike Bradwell, el director británico con el que trabajé en el Royal Court hace unos años, me regaló uno de los piropos más bonitos de mi carrera, definiendo mi estilo como una mezcla entre Chejov y los Monty Python, a veces, cuando quiero animarme recuerdo sus palabras y trato de convencerme de que cuando lo dijo estaba sobrio, algo que no sucedía siempre durante los ensayos.
Todo autor tiene un decálogo de temas; en el teatro, en ‘Cifras’ asomaba la inmigración y en ‘39 defaults’ el 15-M.¿Hay temas fijos o cada historia desarrollada surge por diferentes motivos?
Cada historia surge por diferentes motivos, aunque la preocupación ética es constante. Las dos obras que mencionas nacieron a partir del dilema que se les planteaba a los protagonistas.
¿Por qué Nueva York, estaba previsto o fue una oportunidad bien aprovechada?
No estaba previsto en absoluto. Cuando me ofrecieron ir a Estados Unidos con una beca para trabajar en Vassar College en el 2004, yo no quería ir. Mi amiga, Teresa López-Pellisa me convenció. Aterricé en casa de una amiga neoyorquina y me enamoré de la ciudad. Entonces solicité una beca para estudiar el doctorado en la Universidad de Nueva York y me la dieron. Por aquel entonces yo estaba en la Residencia de Estudiantes muy a gusto, pero no pude rechazar la oportunidad y me marché. En principio, pensaba que pasaría allí tres años como mucho, y al final me quedé siete y ya voy a hacer diez años en Estados Unidos.
El mundo cultural neoyorquino, desde fuera, tiene fama de ser un monstruo imponente. ¿Cómo es lograr lo que hiciste tú, estrenar obras propias en Off-Broadway?
Otra vez el azar tuvo mucho que ver en todo esto. En el año 2011 se alinearon los planetas a mi favor: en las movilizaciones de apoyo al movimiento 15-M conocí al actor catalán Pep Muñoz con el que empecé a trabajar en ‘39 Defaults’, gané el premio Calderón y además un grupo de artistas españoles se organizaron para montar una asociación, AENY-El Puente, y un espectáculo teatral que terminó siendo, ‘Wearing Lorca’s Bowtie’. En este año, el dramaturgo Íñigo Ramírez del Haro fue nombrado cónsul de cultura de Nueva York. Él y su equipo apostaron muy fuerte por ayudar a todos los artistas españoles que vivíamos en la ciudad. Nosotros empezamos a interpretar ‘39 Defaults’ en un apartamento de Brooklyn; Águeda Sanfiz, oficial de cultura, vino a verla con Susana Tubert, productora de Teatro Stage Fest, el festival de teatro latino más importante de la ciudad. Le encantó la obra y nos programó para el festival en el 2012 y luego el director artístico de LaMama ETC vino a verla y nos programó en su teatro. Por otro lado, la traductora de mi novela, Sarah Thomas, ganó un premio PEN American por su traducción de ‘Cambio de sentido’, y esto nos conectó con la agencia Wylie. En fin, después han ido pasando muchas cosas, y te daré una primicia que me hace mucha ilusión anunciar: en diciembre de 2015 se programará ‘Cifras’, en su traducción al inglés, en la Universidad Rutgers de New Jersey.
¿Habrá más estrenos de Mar Gómez Glez en España?
Sí, claro, espero que muchos. (Risas). Ahora mismo estoy trabajando en un proyecto conjunto, ‘Calderón Cadáver’, que se estrenará en Almagro-Off el día 13 de julio.
Última. El nuevo viaje lleva de Nueva York a Los Ángeles. ¿Por qué el cambio de aires? ¿Habrá nueva versión Mar Gómez Glez como guionista?
Ja. De momento, no. Vine a Los Ángeles por amor, y sigo aquí por mi trabajo en la Universidad. A nadie se le escapa que hoy en día las grandes narraciones han encontrado en las series de televisión el soporte que antes encontraban en los folletines las novelas del siglo XIX, y cuando llegué contemplé la opción, sin embargo, una vez que conocí un poco esta industria, me di cuenta de que era un mundo que no me interesaba. Requiere de un aguante del que carezco.
Foto: Saúl Escobar