Se trata de la obra póstuma del autor jiennense José Nieto, editada en colaboración con la Fundación Caja Rural Jaén, el poemario será presentado el próximo 29 de septiembre.

Estos ‘Poemas paralelos’ (“o para lelos”, según precisión del autor) datan de mediados de los años ochenta, aunque el volumen no quedaría articulado hasta 1994, cuando Nieto se los confía al Ayuntamiento de Jaén para una edición que quedaría postergada sine die. Pese a todo, el poeta lo seguiría redondeando hasta el verano de 2005, escasas fechas antes de su muerte, un conjunto que, atravesado por la iconoclasia de César Vallejo y el quietismo de San Juan de la Cruz, supone la mejor manifestación de la poesía ingeniosa e inteligente, ingenua e intelectual de un hombre “cuya obra va a reencontrarlo con sus sentimientos más recónditos, con los deseos misteriosos de su vida”, de un “artista que va a perderse por el juego laberíntico del arte, por los correlatos de un mundo que jamás se deja conocer del todo a través de las razones de la ciencia”.

Compuesto por toda clase de aforismos y greguerías morales, apotegmas, arabescos barrocos, fogonazos expresionistas, chistes dadá, coplas flamencas y sentencias lapidarias sobre la mendaz sociedad tardofranquista que el libro revela, ‘Poemas Paralelos’ refleja el formalismo extremo, la reflexión rebelde y la raíz sarcástica, cuando no misántropa, de un autor que, tras sufrir la mayor de las desatenciones, cuando no la abierta hostilidad del establishment literario, terminaría convertido en representante de la mejor poesía emergente; de un hombre al que esta obra, siquiera tardíamente, pretende brindar un poco de justicia.

El poeta José Nieto Jiménez (Jaén, 1939-2005), fue un personaje enigmático, un autor que creció literariamente rompiendo con el oficialismo poético de su tiempo para terminar asumiendo descreídamente la condición de escritor de culto que le cupo en suerte (o en desgracia). Persona “extraordinariamente discreta, aquietada en su intimidad, recluida en su timidez, desolada quizá por un desamparo innombrable”, en palabras del poeta y escritor Juan Manuel Molina Damiani, Nieto fue un hombre de vastísima cultura científica y artística, que conocía a fondo las obras de Rubén Darío, Juan Ramón y Antonio Machado, al que influyeron los poetas de la Generación del 27 y del realismo social de los cincuenta, de modo particular Ángel González y Jaime Gil de Biedma, y que no desatendió las poéticas de coetáneos suyos como Antonio Martínez Sarrión, Manuel Vázquez Montalbán o Diego Jesús Jiménez.

Situado en los márgenes de la ciudad provinciana en la que vivió la mayor parte de su vida y refugiado en sus audiciones de música clásica y flamenco, sus paseos en bicicleta, sus partidas de ajedrez y la belleza tranquila de sus poemas, Nieto se abstuvo largas temporadas de escribir, pero sobre todo de buscar editor, lo que no impidió que diera en vida a la imprenta títulos como ‘Autor de Sin Fonía’ (antología de su producción desde 1961 a 1984), ‘20 poemas desesperados y una canción’ o ‘Dodecafonía’.