Timón de cola con giro: así se puede explicar la próxima exposición del Thyssen-Bornemisza, que vuelve a coquetear con la moda con la muestra de Givenchy. 

Ya entró en su día el fotógrafo Mario Testino en el Thyssen para exhibir su obra fotográfica relacionada con la moda, una de las pocas veces que grupos de población a los que el arte les resulta tan ajeno como un viaje a Marte a un caracol, entraron por la puerta de una de las tres arcas de la Milla del Arte en Madrid. Esta vez le toca a Hubert de Givenchy, que del 22 de octubre al 18 de enero de 2015 ocupará las salas de exposición temporal con una exposición diseñada por el propio Givenchy. Curiosamente sustituirá a otra similar que iba a realizarse con Valentino, lo que supone que los gestores del Thyssen han programado intencionadamente cualquier giro de ese timón de cola. Por ejemplo, para el verano de 2015 hay programada otra exposición de fotografía relacionada con la moda, en este caso de las revistas Conde Nast, que fue también refugio de la vanguardia en más de una ocasión.

Lo que se verá de Givenchy es una gran monografía sobre el trabajo de diseño textil de uno de los grandes maestros de la industria francesa. Oficialmente será la primera incursión del museo sobre la moda como una forma de arte (nunca admitida oficialmente, ni por académicos ni por artistas, hay que recordarlo) y resultará extraño para el visitante habitual de las salas bajas del museo encontrarse con la otra cara de ese mundo. La exposición está comisariada por el propio Givenchy, con lo que el enfoque a la obra es totalmente personal, una oportunidad de entenderle desde su propia perspectiva en lugar de intentar comprender lo que terceros han visto.

Todas las piezas emanan del largo medio siglo de trabajo de Givenchy, desde la fundación en 1952 en París de la Maison Givenchy hasta su jubilación en profesional en 1996. 

Los vestidos que diseñó para algunas de las personalidades más icónicas del siglo XX, como Jacqueline Kennedy, la duquesa de Windsor, Carolina de Mónaco o la que fue su musa y amiga Audrey Hepburn, actriz para la que fue capaz de crear todo un estilo que ya está indivisiblemente unido a la imagen de esta actriz, reconvertida por la posmodernidad en un icono pop que casi todas las mujeres han intentado imitar en alguna ocasión. Givenchy fue el encargado de vestirla para la película por la que será siempre recordada, ‘Desayuno con diamantes’.

Una de las obras de Givenchy para Hepburn y el cine: el vestido de ‘Desayuno con diamantes’

Entre sus creaciones está la “la blusa Bettina o el vestido saco o sus admirados diseños de prêt-à-porter, concepto que él mismo creó en 1954″, según información del propio museo, que intenta así tender un puente entre el diseño textil y la industria. Givenchy no sólo fue famoso por su capacidad para crear diseños ex profeso para las élites burguesas o para la industria del cine, que en muchas ocasiones tanto les debe a estos diseñadores, sino que “bajó a la calle” a esta industria al crear ese concepto de prêt-à-porter, algo así como listo para llevar que, por usar una forma de hablar, “democratizó” la moda al ponerla a disposición de la gente común y no de las mujeres con dinero. Ese salto fue fundamental para el éxito de una industria que, independientemente de clichés y prejuicios, mueve miles de millones de euros en todo el mundo.

Conde Nast y la fotografía, para 2015

Para 2015 el Thyssen tiene una gran traca final: por un lado la esperadísima retrospectiva sobre Munch, pero también otro regalo para los amantes de la fotografía, y es la muestra sobre la editorial Conde Nast, compuesta de revistas de moda, viajes o actualidad en la que se han refugiado en ocasiones muchos autores contemporáneos. En este caso, en verano, será sobre la fotografía de moda con una gran exposición en colaboración con la editorial que pagó con gusto, a veces, por las obras de algunos de los mejores fotógrafos del siglo XX. En esta muestra, el visitante podrá recorrer desde las primeras fotografías en blanco y negro con un formato pequeño, hasta obras actuales con otras técnicas. No hay que olvidar que Conde Nast tiene en su poder cabeceras como Vogue, W o GQ.

No será la primera vez que el Thyssen une fotografía y moda. En octubre de 2010 ya abrió las puertas a ‘Todo o nada’, la exposición de Mario Testino, uno de los mayores fotógrafos de esta industria. En este caso la muestra tenía mucho más que ver con la composición de imagen de Testino que con la propia moda, utilizada casi como una excusa. Fue una oportunidad de oro para que gente que jamás habría pisado el Thyssen (salvo la cafetería de la parte superior) entrara por la puerta para comprender los lazos íntimos que hay entre los fotógrafos y la pintura, la misma que imitaba, simplificada pero más sutil aún, Testino con sus desnudos. La conexión entre sus mujeres en blanco y negro y los cuadros de, por poner un ejemplo, Ingrés, es visible.