Enrique González Macho ha dejado de ser presidente de la Academia de Cine “por motivos estrictamente personales”, una dimisión presentada hoy por la mañana (conocida a través de la web de la Academia) y que deja a Antonio Resines como presidente en funciones.

El 24 de mayo de 2014, González Macho fue reelegido máximo responsable de la Academia. En su segundo mandato al frente de la entidad estaba acompañado por el actor Antonio Resines y la directora y guionista Judith Colell, que fueron elegidos en los cargos de vicepresidente primero y segundo respectivamente. La Junta Directiva de la entidad ha decidido nombrar a Antonio Resines y Judith Colell como presidente y vicepresidenta primera en funciones.

En una carta remitida a los miembros de la Academia, González Macho ponía de manifiesto el carácter irrevocable de la decisión y que después de cuatro años al frente de la institución, donde asegura haber invertido tiempo y energías, lo dejaba para evitar que “mis necesidades personales afectaran a la dedicación que la Academia requiere”. La decisión sólo era conocida por Resines y Colell. Según varios medios generalistas, el ya ex presidente dará más explicaciones sobre su decisión mañana en rueda de prensa.

Siempre según esa misiva y lo dicho en la reunión de la Junta Directiva, González Macho dejó claro que dejaba la Academia mejor que como la encontró, y eso a pesar de la subida del IVA al 21%, de la situación de crisis general, de la caída del consumo y de varios frentes abiertos, como la ley de propiedad intelectual y la ley del cine. Según la “obligación por las circunstancias” deja la institución y deja el testigo a Resines para que, hasta que se convoquen las siguientes elecciones, se siga adelante en la misma línea.

No obstante no todo el gremio del cine guarda ese consenso. A pesar de haber sido el mejor año económicamente hablando del cine español, las críticas internas también existen. Para empezar la Academia de Cine ha sido incapaz de presentar alternativas de distribución que combatan la piratería, como las plataformas digitales de pago. Tampoco se han creado, ante la falta de fondos, redes privadas que puedan sostener la producción cinematográfica. La nula colaboración del Estado tampoco ha jugado a su favor: oídos sordos al IVA, a la reformulación de las subvenciones y mucha menos capacidad de presión.

También queda en el aire la forma en la que se fue el anterior presidente, Álex de la Iglesia, cuya posición a favor de abrir el sistema de distribución a internet fue recibido con artillería pesada, en parte liderada por el propio González Macho, un distribuidor que el año pasado perdió más del 50% del negocio y tuvo que hacer un ERE. Precisamente el problema de la distribución, que debe abrirse para compensar la mayor represión legal de la piratería, continúa como uno de los talones de Aquiles del cine nacional. Sólo la mayor implicación de las televisiones ha permitido sumar recursos y energías, y ha sido, en parte, por la ley heredada del gobierno de Zapatero y la insistencia de la Academia. Sin embargo existe el temor de una comercialización total del cine y eso también fue criticado por González Macho.