Palma de Oro y Premio Fipresci, se estrena este viernes en España marcada por un reciente agrio cruce de declaraciones entre el director y las dos actrices protagonistas.
La crítica y el público del último Festival de Cannes dejaron fijos sus ojos en la pantalla mientras se emocionaban con los diez primeros maravillosos minutos de ‘La vida de Adèle’ (Abdellatif Kechiche). Dos jóvenes mujeres, interpretadas por una casi adolescente Adèle Exarchopoulos y por Léa Seydoux, disfrutaban del sexo sin tapujos. Una demostración salvaje y pura de su amor.
Kechiche no se corta. Muestra algunas de las imágenes de sexo explícito más valientes en muchos años. Pero no hay lugar a la pornografía. Son dos mujeres haciendo el amor con dulzura y con riesgo. Dos mujeres amándose apasionadamente delante de la pantalla. ‘La vida de Adèle’ está basada en el cómic ‘Le bleu est une couleur chaude’ (‘El azul es un color pálido’), de la novelista gráfica francesa Julie Maroh.
El jurado del Festival de Cannes, presidido por Steven Spielberg, tampoco se cortó. ‘La vida de Adèle’, una coproducción entre Francia, Bélgica y España, ganó la Palma de Oro y el Premio Fipresci de la crítica internacional. Kechiche había conquistado Cannes con una película de tres horas de metraje con provocadoras escenas de sexo pero, sobre todo, con la historia de una insegura adolescente que descubre su sexualidad y su primer gran amor y, posteriormente, su pérdida. Felicidad y dolor a máxima potencia.
Narrada con una exquisita sensibilidad, emotiva y desgarradora al mismo tiempo y muy real. El director tunecino, asentado en el cine francés, compartía elogios con su pareja de actrices. Todo era felicidad. Ante la prensa, Abdellatif Kechiche, Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux, que aparece en la película con el pelo muy corto y teñido de color azul, mostraban una gran complicidad, algo imprescindible para rodar una película como ‘La vida de Adèle’.
Era inevitable hablar de las escenas de sexo. “Confié en Abdel. Olvidé hasta el número de tomas o dónde estaba la cámara. Nos rodaba cuando no nos dábamos cuenta o, al revés, actuábamos y él apagaba la cámara. Fue una cuestión de confianza. En general, en toda la película, improvisamos y hablamos mucho. Nos sentimos muy libres”, señalaba Exarchopoulos, en su primer gran papel con apenas cumplida la mayoría de edad, en la rueda de prensa de presentación de ‘La vida de Adèle’ en Cannes.
Léa Seydoux, con más experiencia cinematográfica con actuaciones secundarias en filmes como ‘Malditos bastardos’ (2009), ‘Robin Hood’ (2010) y ‘Medianoche en París’ (2011), evidenciaba felicidad: “Me gusta trabajar en proyectos realistas. Como Adèle, olvidé dónde se ponía la cámara”. “Lo que es apasionante con Abdel es que no acabas nunca. Hay millones de posibilidades y con los descartes puede hacer un filme completamente diferente. Tiene una forma de rodar única en el mundo”, subrayaba.
Adèle Exarchopoulos, el director Kechiche y Léa Seydoux
El jurado del Festival de Cannes no podía ser inmune a la interpretación de Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux. En una decisión excepcional, otorgó una mención especial a ambas actrices francesas en la Palma de Oro de ‘La vida de Adèle’. Habría sido muy injusto elegir entre una de las dos para el premio de la mejor interpretación femenina, que fue para Béréenice Bejo por ‘Le Passé’ (Asghar Farhadi). Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux merecían un reconocimiento aún mayor.
Kechiche, coronado en Cannes con sus actrices besándole en el escenario, desdramatizaba las explícitas escenas de sexo: “No es algo que habláramos mucho. Empezamos a buscar la imagen adecuada, trabajamos como un fotógrafo buscando la foto en los primeros planos. No me gusta que la cámara esté demasiado cerca”. “Se rodó como quisimos para que así emergiera la idea de belleza. La sensualidad es muy difícil de capturar en un filme. Así que jugamos, actuamos. Construimos juntos los personajes”, incidía.
Lo que era complicidad en Cannes, ahora es casi hostilidad. Exarchopoulos y Seydoux se han quejado del trato del director tunecino: “La mayoría de las personas ni siquiera se atreven a hacer las cosas que nos pidió, y son más respetuosos, te tranquilizan durante las escenas de sexo, que por lo general son coreografiadas, lo cual ‘desexualiza’ el acto. Pasamos diez días solo en esa escena. No fue: ‘Está bien, hoy vamos a rodar la escena de sexo’. ¡Fueron diez días!”, denunciaba Seydoux en una reciente entrevista a ‘The Daily Beast’.
Portada de la novela gráfica y cartel internacional de la película
Algo más comedida, pero también molesta, se ha mostrado Adèle Exarchopoulos: “He invertido un año de mi vida en esta película. No tenía vida durante el rodaje. He dado todo de mí misma. No he criticado al director…, yo,…, yo sólo me estoy quejando de su técnica. Era mi sueño trabajar con él, ya que, en Francia, es uno de los mejores directores”. “Kechiche es un genio, pero está atormentado”, ha sentenciado Exarchopoulos que, como su compañera de rodaje, no tiene intención de repetir con el director tunecino.
Las críticas no se han limitado a las actrices. ‘La vida de Adèle’ no solo ha supuesto un desencuentro entre un director exigente y dos jóvenes actrices. Julie Maroch, la autora de la historia, se ha sumado al carro de las críticas contra Abdellatif Kechiche. Maroch considera la película como “una exhibición brutal y quirúrgica, exuberante y fría, del llamado sexo lésbico, que se ha convertido en pornografía, y me hace sentir fatal por ello”.
Kechiche se siente dolido por las palabras de sus actrices: “¿Cómo se puede hablar de dolor al hacer uno de los mejores trabajos del mundo? Los enfermeros sufren, los desempleados sufren, trabajadores de la construcción podrían hablar de sufrimiento. Pero, ¿cómo, cuando se adora algo, cuando estás en la alfombra roja, cuando recibimos premios, cómo podemos hablar de sufrimiento?
“Me gustaría volver a los personajes otra vez con el tiempo, como dentro de diez años, y descubrir hacia dónde han encaminado sus pasos”, adelantaba en Cannes un Kechiche hoy, sin embargo, decepcionado: “En mi opinión, la película no debería ser estrenada, se ha ensuciado demasiado. La Palma de Oro fue un breve momento de felicidad pero, desde entonces, me siento humillado, deshonrado. Me siento rechazado, vivo todo ello como si estuviera maldito”.
Una pena que el estreno de ‘La vida de Adèle’, una de las películas con una historia de amor más verdadera en los últimos años, llegue a los cines españoles acompañada de una polémica tan grande que no parece que sea, además, una estrategia de promoción. El amor se quedó en Cannes. Ahora queda el dolor.