Si hay un barrio que ha contribuido a la multiculturalidad por la que Nueva York es conocida, ese es sin duda el Lower East Side (LES). Lo que empezó como un descampado en el medio de la nada (o casi), se convirtió en el hogar de innumerables inmigrantes que llegaron a la ciudad entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX convirtiéndolo en una importante zona comercial y de culturas diversas.
En un principio el LES fue el lugar en el que se asentaron alemanes (durante un tiempo se lo conoció incluso como Little Germany), irlandeses, polacos y ucranianos en su mayoría, pero también de muchas otras nacionalidades. El barrio se convirtió en una zona superpoblada entre el East River como frontera natural y las calles Bowery, Houston y Canal. Por aquel entonces el Lower East Side comprendía una zona mucho más extensa, pero se fue reduciendo con la aparición de barrios contiguos como Little Italy, Chinatown o East Village.
Que Nueva York es un crisol de culturas es algo que todo el mundo sabe, pero lo que algunos desconocen es que el LES es, sin duda, uno de los barrios que más han contribuido a este fenómeno. Entre finales del siglo XIX y principios del XX una enorme ola migratoria cambió el Lower East Side (y la ciudad de Nueva York) para siempre. Inmigrantes alemanes, irlandeses y de muchos otros países europeos empezaron a poblar este barrio que durante años tuvo muy mala reputación. Lo que más llama la atención es el radical cambio que sufrió en las últimas décadas, algo bastante común en Nueva York. Barrios como Hell’s Kitchen o el mismo Lower East Side anteriormente conocidos por su alto índice de criminalidad, se han transformado en zonas de moda e incluso en paraísos inmobiliarios, mientras que otros como Harlem, que en su día gozaban de gran prestigio, decayeron en la década de los 80. Este dato es, cuanto menos, curioso.
Pero el Lower East Side tiene una seña de identidad que lo hace muy especial. Su huella hebrea. A principios del siglo XX, un gran contingente de inmigrantes judíos se instaló en la zona, construyendo sinagogas como Beth Hamedrash Hagadol o la peculiar Kehila Kedosha Jenina, el único templo judío griego del hemisferio occidental, yeshivas (dedicadas al estudio de la Torah), e incluso mikvés (baños rituales). Algo más mundano pero sin duda interesante, es la escena gastronómica del LES, que con tal influencia de culturas es el lugar idóneo para degustar lo mejor de la Gran Manzana. Su identidad judía está presente en míticos delis como Russ & Daughters, cuyo bagel de salmón ahumado es más famoso que el propioestablecimiento o Katz’s Delicatessen, famoso por su aparición en el largometraje ‘Cuando Harry encontró a Sally’ y por su bocadillo de pastrami.
Russ and Daughters y Katz’s Delicatessen (Fotos: Eric)
La influencia judía se siente por todo el barrio. En los olores de míticas panaderías como Yonah Schimmel’s Knish Bakery e incluso en el lenguaje y el acento made in LES, cuyo vocabulario yiddish ha trascendido por toda la isla de Manhattan para convertirse en dominio público. Bagel, lox (salmón ahumado), oy! (interjección similar a nuestro ¡ay!), putz o schmuck (varios insultos que hacen alusión a los genitales masculinos y son utilizados indistintamente por neoyorquinos judíos y gentiles), son palabras de origen yiddish que asociamos al habla neoyorquina de hoy en día.
Una visita al LES no puede estar completa sin una visita al Tenement Museum. Este atípico museo muestra cómo eran las viviendas habitadas por los muchos inmigrantes llegados a través de Ellis Island y las lamentables condiciones en las que vivían. No es un museo el uso, pero sí muy recomendable para aquellos interesados en historia moderna, inmigración y para conocer más sobre el Lower East Side de finales del siglo XIX y principios del XX. Un barrio imprescindible para entender y disfrutar la esencia de Nueva York: la mezcla de culturas que la ha convertido en la capital del mundo.
Los míticos knishes de Yonah Schimmel Bakery; a la derecha la entrada a la tienda
LES – Tenement Museum