Finalmente, después de años de espera, de pleitos judiciales, de peleas familiares y de muchos editores de todo el mundo suspirando como amantes desdichados, la cuarta parte de la saga Millenium llega a las librerías. Eso sí, con otro escritor diferente y supuestamente siguiendo la estela de Stieg Larsson.

¿Qué pensaría Larsson del tremendo éxito de su saga, escrita con mimo durante años de anonimato y de trabajos periodísticos alimenticios? ¿Qué hubiera ocurrido si no le hubiera dado un infarto que le ahorró ver el ciclón en el que se convirtió su trilogía alrededor de la revista ficticia Millenium, la asocial Lisbeth Salander y el periodista Mikael Blomkvist? Quizás no lo hubiera soportado. O puede que sí, como una victoria de sus ideas frente al marasmo habitual de la cultura en cada país. Pero al final no importa: murió, su obra sufrió entonces un subidón comercial importante y las editoriales le hicieron la ola, hubo cuatro películas sobre sus novelas y finalmente le encargaron a otro escritor, David Lagercrantz, que continuara con la saga basándose en notas, esbozos y ese complicado “¿qué habría escrito Stieg?”.

La cuarta novela es ‘Lo que no te mata te hace más fuerte’ (que en su título original es mucho más elocuente, ‘The girl in the spider web’), continuación en el mismo punto donde se había quedado la trilogía después de que Blomkvist y Salander resolvieran sus particulares asuntos (él con los que le mandaron a la cárcel y casi lo matan varias veces, ella con su pasado paterno y con el gobierno sueco). De nuevo se cruzan sus caminos y la trama no se despega demasiado de los anteriores libros. Quizás el único realmente diferente sea el primero, porque (OJO SPOILER) los dos siguiente se centraban más en Salander y sus problemas múltiples (su pasado, el gobierno sueco, la policía…) resueltos en la fase final. Evidentemente ya no está Larsson a los mandos, por lo que dos características de la saga (la forma de escribir, propia de un periodista meticuloso que invertía muchas páginas en explicaciones que lastraban la historia, y el feminismo militante de fondo aunque con contradicciones) bien podrían desaparecer en beneficio de otro estilo, el de Lagercrantz. Porque nada da más alas que 80 millones de ejemplares vendidos. Y dinero. Y las editoriales quieren más.

David Lagercrantz (izquierda) sustituirá al fallecido Stieg Larsson (derecha)

Los responsables de hacer caminar a Salander después de muerto su creador es la familia de éste, su padre Erland y su hermano Joakim, que escogieron a David Lagercrantz para completar e hilvanar la cuarta novela. Un detalle: él aparece en la cubierta de la edición española, un guiño del ilustrador Gino Rubert. Fuera queda su pareja, que litigó por la herencia con la familia durante años hasta llegar a un acuerdo. Se cumplen además diez años la publicación en España de ‘Los hombres que no amaban a las mujeres’, la primera de las novelas de la trilogía de Larsson. Destino (Planeta) tiene preparada una versión de 656 páginas traducida por Martin Lexell, dentro de la colección ‘Áncora & Delfín’, en rústica con solapas, además de la consabida edición digital. La familia de Larsson es la gestora oficial del legado (y de los derechos de autor) de las novelas.

Larsson creó un producto imperfecto pero que engancha por la densidad y enrevesamiento del argumento. Es el primer caso de mala forma con un fondo descomunalmente convincente, de tal manera que, por una vez, la idea ganó al envoltorio. Pero el gran mérito es haber dado la vuelta a la ficción de serie negra y haber creado un modelo, un arquetipo, un nuevo espejo deformante de la literatura en el que millones de mujeres se miran y que podría resumir, muy a las claras, el futuro del género. Es decir, Lisbeth Salander. Es una heroína a la vieja usanza pero con un nuevo envoltorio: sociópata, vengativa, solitaria, marginal y totalmente inversa a la moral social reinante.

Salander es un personaje que resume la nueva disposición de la mujer: igual ante la ley, pero continuamente discriminada y rebajada por la realpolitik masculina que sigue dominando. Y que sea en Suecia, paraíso del feminismo, donde sucede todo, es una forma de avisar de que las utopías están para fracasar. Salander es una mujer-hombre, envoltorio femenino con la mente y resolución de un guerrero masculino de antaño, una especie de Conan de Cimeria de metro sesenta y pocos y pintas de devoradora de adolescentes.

Larsson murió, pero ella seguirá siendo el espejo donde se mirarán muchas mujeres, y sobre todo, donde beberán muchos escritores más a partir de ahora: cambiará el nombre del personaje, pero muchas serán clones de Lisbeth Salander. De momento lo que se nos viene encima, a ojos vista, es otra inmersión directa en el universo que abrió de lleno la novela negra europea al gran mundo: antes ya estaban Wallander y compañía, pero sólo con el fenómeno Millenium se logró que fuera universal, y no sólo algo propio de Europa.

Sinopsis. Lisbeth Salander está inquieta. Ha participado en un ataque hacker sin razón aparente y está asumiendo riesgos que normalmente evitaría. Mientras, la revista Millennium ha cambiado de propietarios. Quienes le critican, insisten en que Mikael Blomkvist ya es historia. Una noche, Blomkvist recibe la llamada del profesor Frans Balder, un eminente investigador especializado en Inteligencia Artificial quien afirma tener en su poder información vital para el servicio de inteligencia norteamericano. Su as en la manga es una joven rebelde, un bicho raro que se parece mucho a alguien a quien Blomkvist conoce demasiado bien. Mikael siente que esa puede ser la exclusiva que él y Millennium tanto necesitan, pero Lisbeth Salander, como siempre, tiene sus propios planes.