El próximo 3 de junio empezará la venta de ‘El enigma de la habitación 622’ (Alfaguara) de Joel Dicker, que acumula halagos, millones de lectores (más de 9) y puyas envenenadas con la misma facilidad que transita por el género negro. Repasamos no sólo su obra sino también su vida y cómo se convirtió en un superventas del noir.

Primero la novela, luego el autor. La historia arranca una noche de diciembre en la que un cadáver yace en el suelo de la habitación 622 del Palace de Verbier, un hotel de lujo en los Alpes suizos. La investigación policial no llegará nunca a término y el paso del tiempo hará que muchos olviden lo sucedido. Años más tarde, el escritor Joël Dicker llega a ese mismo hotel para recuperarse de una ruptura sentimental. No se imagina que terminará investigando el viejo crimen, y no lo hará solo: Scarlett, la bella huésped y aspirante a novelista de la habitación contigua, lo acompañará en la búsqueda mientras intenta aprender también las claves para escribir un buen libro.

¿Qué sucedió aquella noche en el Palace de Verbier? Es la gran pregunta de este thriller construido con la precisión de un reloj suizo. Joël Dicker nos lleva finalmente a su país natal para narrarnos una investigación policial en la que se mezclan un triángulo amoroso, juegos de poder, traiciones y envidias en una Suiza no tan tranquila, donde la verdad es muy distinta a todo lo que hayamos imaginado. Porque si eran sombríos los países nórdicos gracias al noir escandinavo (nada que ver con el idílico paraíso social de Estado protector que conocemos todos), las montañas del corazón de Europa no iban a ser menos.

En las fantasías húmedas de los editores aparece siempre un autor sin rostro, que no da mucho la brasa con los derechos de autor que es capaz de repetir éxito y no ser una estrella fugaz, e incluso fusionar talento narrativo y calidad literaria con el denostado (y profundamente envidiado) best-seller. Es el mirlo blanco, la Piedra Filosofal, la promesa de un amor comercial profundo y mutuamente beneficioso. Gana el autor, gana la editorial, ganan los lectores. Y en esto aparece Jöel Dicker, que acumula ejemplares vendidos (más de cuatro millones van ya) y premios literarios como quien colecciona cromos: Premio Goncourt des Lycéens, Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, Premio Lire, Premio Qué Leer y Premio San Clemente, por mencionar un puñado. Y además joven (nacido en 1985) y bien parecido. Lo tiene todo. Y Alfaguara lo reclutó para el mercado español.

Dicker es al best-seller noir lo que las franquicias de los Vengadores de Marvel al cómic, un referente y una máquina de facturación comercial como hay pocas. Ha conseguido la cuadratura del círculo que en literatura sí se puede lograr, talento y ventas. Y conseguir que The New York Times te defina como “el irritante joven prodigio” (tal cual) y que El País te convierta en el resucitador “de las librerías” no es desdeñable. Cíclicamente aparecen nuevos talentos literarios capaces de alterar el panorama. Conseguir que se consoliden es muy complicado, pero no imposible. Dicker lleva ya cinco títulos en su todavía limitada bibliografía, pero más que suficiente para llevarse honores y crear una cantera de lectores que no le abandonan: ‘El Tigre’ (en 2005), ‘Los últimos días de nuestros padres’ (2012), ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’ (2012 también), ‘El libro de los Baltimore’ (2015) y ‘La desaparición de Stephanie Mailer’ (2018), publicada en 2019 en España.

Escritor mestizo y bendecido

Para que el lector comprenda mejor el tipo de talento que tiene este suizo (de hecho es ginebrino oriundo y francoparlante) hay que acudir al inicio, cuando presentó ‘El Tigre’ con apenas 10 años a un concurso literario. Presentó este relato cuanto todavía tenía menos de 20 años, y los jueces le acusaron de plagio porque no se podían creer que siendo tan joven pudiera escribir con la solidez y estilismo que mostraban aquellas páginas. Con la perspectiva del tiempo es todo un halago, pero en aquel momento fue realmente insultante. Por supuesto no le dieron el premio. El texto apareció luego en un recopilatorio de jóvenes talentos francófonos y a partir de ahí ya le dieron el crédito merecido. El diamante en bruto escribía como un veterano pero con la frescura de un veinteañero. Y como todo joven lleno de ilusión, Dicker concluyó al sentir el escalofrío de ver la obra propia publicada que merecía la pena seguir adelante.

Poco después llegaría ‘Los últimos días de nuestros padres’, su primera novela, finiquitada en 2009 pero que, una vez más, se estrelló contra la sinrazón editorial ya tradicional. No se la publicaba nadie. Hay que recordar que la lista de novelas brillantes y autores sublimes que se han estrellado contra los informes de lectura y las cejas arqueadas de los editores es todavía más larga que la de los enamoramientos a primera vista. Llegamos a 2010, hace menos de una década, con Dicker en el ecuador de los veintitantos, una losa artística encima y una novela inédita bajo el brazo que fue ganadora del Prix des Ecrivains Genevois, exclusivo para su condición de novela nonata.

Aquí la historia tiene forma de tragedia griega: el único editor que le hizo caso, Vladimir Dimitrijevic, que apostó por publicarla a la vez en Francia y Suiza, murió en accidente de tráfico. Dos años tuvo que esperar Dicker para ver la novela en las librerías. Largo fue el camino (para otros autores pueden ser décadas de espera), pero al final el oficio de escribir consiguió a su mirlo blanco, que desde entonces no ha parado. Pero no sería de verdad hasta la aparición de ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’ cuando por fin rompiera en todo el mundo el nuevo talento. Una vez superado los traumas iniciales, con el horizonte abierto, Dicker ha construido una carrera de novelista profesional que apenas ha comenzado. No ha alcanzado todavía los 40, el momento en el que la tradición asegura que el autor ya tiene la madurez vital para poder construir novelas dignas (él lo hace desde los 20 años), pero ya ha conseguido incluso romper los estrechos cánones regionales: un suizo francoparlante que ha conseguido revolucionar el thriller clásico al estilo de la literatura norteamericana.

Gran parte de su éxito en el mercado anglosajón nace de esa capacidad para usar las estructuras narrativas del país más enamorado del noir a su gusto y construir monumentos casi perfectos de más de 600 páginas en los que apenas quedan grietas. Y eso incluye los saltos temporales, un adelante-atrás perfectamente elegido en el que no pierde su estilo, maduro y brillante a la vez, una gran capacidad narrativa que nunca deja espacio para la verborrea fácil. La trama que se enreda, giros y vueltas de tuerca. Es, por así decirlo, un escritor anglosajón metido en el cuerpo de un suizo continental afrancesado.

¿Quién es Jöel Dicker?

Joël Dicker nació en Suiza en 1985, francófono, hijo de un profesor de francés y una bibliotecaria, alumno del Collège Madame de Staël, pero no muy buen alumno. Eso sí, muy precoz: con diez años fundó La Gazette des Animaux, una revista divulgativa infantil que mantuvo durante siete años, lo que le valió incluso premios naturalistas. Estudio interpretación en la Escuela de Drama del Cours Florent de París, para luego regresar a Ginebra para estudiar Derecho. Se graduó en 2010, para cuando ya había terminado su primera novela y se preparaba para iniciar la carrera literaria. Ese año obtuvo el Premio de los Escritores Ginebrinos con su primera novela, ‘Los últimos días de nuestros padres’ (Alfaguara, 2014). ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’ (Alfaguara, 2013), fue galardonada con el Premio Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa, el Premio Lire a la mejor novela en lengua francesa, y, en España, fue elegido Mejor Libro del Año por los lectores de El País y mereció el Premio Qué Leer al mejor libro traducido y el XX Premio San Clemente otorgado por los alumnos de bachillerato de varios institutos de Galicia. Traducida con gran éxito a treinta y tres idiomas, se ha convertido en un fenómeno literario global. Ha escrito otras dos novelas más, ‘El libro de los Baltimore’ y el nuevo ‘La desaparición de Stephanie Mailer’.

‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’ (Alfaguara, 2013). Una novela de suspense a tres tiempos (1975, 1998 y 2008) acerca del asesinato de Nola Kellergan, una joven de quince años en la pequeña ciudad de Aurora, en New Hampshire. En 2008, Marcus Goldman, un joven escritor, visita a su mentor Harry Quebert y descubre que éste tuvo una relación secreta con Nola Kellergan. Poco después, Harry es arrestado y acusado de asesinato al encontrarse el cadáver de Nola enterrado en su jardín. Marcus comienza a investigar y a escribir un libro sobre el caso. Mientras busca demostrar la inocencia de Harry, una trama de secretos sale a la luz. La verdad solo llega al final de un largo, intrincado y apasionante recorrido.

‘Los últimos días de nuestros padres’ (Alfaguara, 2014). En 1940 Winston Churchill tiene una idea que cambiará el curso de la guerra: crear una nueva sección de los servicios secretos, el Special Operations Executive (SOE), para llevar a cabo acciones de sabotaje desde el interior de las líneas enemigas. Unos meses más tarde, el joven Paul-Émile deja París rumbo a Londres con la esperanza de unirse a la Resistencia. El SOE no tarda en llamarlo a sus filas, junto a un grupo de jóvenes compañeros. Tras un entrenamiento brutal, los pocos elegidos serán enviados en misión a la Francia ocupada. Pero el contraespionaje alemán ya ha sido alertado.

‘El libro de los Baltimore’ (Alfaguara, 2016). Hasta que tuvo lugar “el Drama” existían dos ramas de la familia Goldman: los Goldman de Baltimore y los Goldman de Montclair. Los Montclair, de los que forma parte Marcus Goldman, autor de ‘La verdad sobre el caso Harry Quebert’, es una familia de clase media que vive en una pequeña casa en el estado de Nueva Jersey. Los Baltimore, prósperos y a los que la suerte siempre ha sonreído, habitan una lujosa mansión en un barrio de la alta sociedad de Baltimore. Marcus Goldman pone el pasado bajo la lupa en busca de la verdad sobre el ocaso de la familia. Con el paso de los años la brillante pátina de los Baltimore se desvanece al tiempo que el Drama se va perfilando.

‘El Tigre’ (Alfaguara, 2017). Primer texto de Dicker, desechado por sospechas de plagio debido a su altísima calidad frente a la precocidad del autor (19 años). En este primer gran relato, deudor de sus admirados clásicos rusos y anglosajones, Dicker se enfrenta ya a sus temas preferidos (dilemas existenciales, las grandes preguntas, la violencia y la posibilidad de redención) y demuestra su extraordinaria capacidad de atraparnos con una historia poderosa y unos personajes que se graban a fuego. En la edición de Alfaguara cuenta con ilustraciones de David de las Heras.

‘La desaparición de Stephanie Mailer’ (Alfaguara, 2019). La novela arranca en Orphea, una pequeña localidad de los Hampthons para ricos en el extremo oriental de Long Island, en el año 1994, sacudida por un cuádruple asesinato: el alcalde Joseph Gordon, su esposa Leslie, el hijo de ambos, los tres ametrallados. No muy lejos, el cuarto cadáver, el de Meghan Padalin. Jesse Rosenberg, capitán de la policía estatal de Nueva York, y Derek Scott, sargento y compañero fiel del primero, toman las riendas del caso. Por su parte, Darla, mujer de Scott, y Natasha Darrinski, novia de Jesse, tenían planeado abrir un restaurante en Orphea al que iban a llamar La Pequeña Rusia. Damos entonces un salto de dos décadas: en 2014 Jesse Rosenberg asiste a la recepción que la policía estatal de Nueva York ha organizado con motivo de su retirada del cuerpo. En el transcurso de esta, Stephanie Mailer, una joven periodista que trabaja para el Orphea Chronicle, el periódico local, se acerca a Jesse y le dice que el caso del cuádruple asesinato, que tan brillantemente él creía haber cerrado en 1994, sigue, según ella, sin resolver, pues se equivocó de asesino. Jesse Rosenberg apenas concede importancia a las palabras de Stephanie, pero cuando esta desaparece decide volver a investigar por su cuenta.