La exposición monográfica de Joan Brossa (Barcelona, 1919-1998), que permanecerá abierta en el Artium de Vitoria hasta el 9 de septiembre, reúne 600 obras y una abundante selección de documentación procedente del Fondo Joan Brossa, en un recorrido que muestra la consolidación de su lenguaje artístico a través de sus investigaciones plásticas, poesía, teatro, cine y las artes de acción.

Brossa es poeta, pero sus trabajos siempre se encuentran en el cruce de lenguajes, por lo que la exposición enfatiza su poiesis, su manera de hacer, su proceso creativo. Brossa abre un espacio nuevo, el espacio en el que la poesía suma acciones, imágenes y objetos. En ese sentido, la muestra supone una revisión de su trabajo a partir de tres cualidades: la oralidad, lo performativo y la antipoesía. Brossa desarrolla su práctica artística desde los años cuarenta, en un contexto sociopolítico marcado por la dictadura franquista y en una situación cultural caracterizada por la ausencia de propuestas vanguardistas e innovadoras. Desde sus inicios, lleva a cabo un trabajo de renovación estética fundamentado en la investigación literaria y artística. Hasta el momento de su muerte, su extensísima producción no deja de buscar nuevas formas de expresión y de experimentar con diferentes medios.

Poesía Brossa’ empieza en el momento en que se forjan y definen los rasgos de su poética, con sus primeros escritos que datan de la guerra civil española, y concluye confrontando y poniendo en diálogo su obra con la de Marcel Mariën, Ian Hamilton Finlay y Nicanor Parra. A lo largo del recorrido se recogen aspectos destacables del universo Brossa como la crítica a la mercancía, el concepto poético del lenguaje, la lectura de Brossa como antipoesía o el transformismo. También se manifiestan gestos y acciones políticas como la reivindicación de la huelga de tranvías de 1951, el encierro de intelectuales en Montserrat en 1970 o el itinerario antiturístico por Barcelona, que constituyen algunos de los casos de estudio incluidos en la exposición.

Poesía Brossa se estructura en cinco ámbitos. En el primero de ellos, ‘Sí, me hizo Joan Brossa’, se recogen sus primeros escritos, así como obras que muestran cómo toma partido por Miró frente a Dalí, su giro materialista afín al desplazamiento informalista de Tàpies o la influencia de Joâo Cabral de Melo, entre otros aspectos. En el segundo, ‘Juegos de imágenes’, se expone una amplia selección de las ‘Suites’ (1959-1969) y los ‘Poemas habitables’ (1970), en los que Brossa incorpora elementos a modo de juegos o diálogos con la página que tienen como resultado un rico lenguaje poético basado en intervenciones mínimas.

‘Otros itinerarios’, el tercer ámbito, revisa la poética brossiana a través del transformismo y de lenguajes no considerados convencionalmente artísticos pero que él incluye en su gramática personal, como el estriptis y la magia, entre otros. En el penúltimo apartado, ‘Una recapitulación visual’, se presentan las obras a partir de un diseño expositivo inspirado en tres exposiciones realizadas entre 1988 y 1989 en tres galerías (Mosel & Tschechow de Múnich, Joan Prats de Barcelona y La Máquina Española de Madrid). Por último, ‘Constelaciones Brossa’ amplía las referencias hacia otros artistas con los que Brossa evidencia numerosas coincidencias temáticas y formales: el belga Marcel Mariën, el escocés Ian Hamilton Finlay y el chileno Nicanor Parra.

Quién es Joan Brossa

Poeta en el sentido más amplio de la palabra, Joan Brossa (Barcelona, 1919-1998) produjo una extensa obra que comprende experimentaciones en diferentes lenguajes. En los años cuarenta conoció al poeta J. V. Foix, uno de sus referentes literarios, y también al filósofo Arnau Puig y a los artistas Modest Cuixart, Joan Ponç, Antoni Tàpies y Joan-Josep Tharrats. Con ellos fundó el grupo y la revista de vanguardia Dau al Set (1948), en la que colaboró con textos surrealistas que consistían en la escritura de imágenes oníricas e hipnagógicas (entre la vigilia y el sueño) próximas al automatismo psíquico. Fue el inicio de una amplia obra literaria que utilizaba el lenguaje como medio de experimentación y que condujo a su autor a la poesía visual, la dramaturgia, la escultura y la performance.

Los elementos de su poesía, como la ironía, la asociación, la descontextualización y el rechazo de la diferenciación entre palabra y objeto, cristalizaron en la confección de objetos. Su trabajo refleja las inquietudes que se habían ido acumulando a lo largo de su itinerario poético: la búsqueda de la magia cotidiana, la denuncia social y la transgresión. Al final de su vida, Brossa recibió un amplio reconocimiento con numerosas traducciones de su obra escrita, exposiciones de su producción artística y premios, que le situaron como una de las principales figuras de la vanguardia catalana. Además de su producción literaria, la producción plástica de Brossa pudo verse en numerosas exposiciones y retrospectivas como la de la Fundació Joan Miró de Barcelona (1986), el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid (1991) y nuevamente en la Fundació Joan Miró de Barcelona (2001), entre otras.