¿Qué es lo que hace que una cultura evolucione y se expanda mientras que otras languidezcan y pierdan el tren del tiempo? Taurus publica ‘Move up’, de Andrés Roemer y Clotaire Rapaille, que indagan en las razones de fondo.
‘Move up’ no es ‘Armas, gérmenes y acero’, aquel libro enorme que analizaba las razones por las que Occidente, China, el Islam y un puñado más de civilizaciones se habían entronizado en el mundo durante siglos. No, va más allá. Es diferente, tiene un poso más de modernidad y se pregunta hasta qué punto la biología, el ecosistema y las raíces sociales y culturales tienen la clave del avance y el retroceso.
El libro parte de la premisa de la biología y la cultura combinadas para entender por qué la evolución cultural se puede definir en parámetros concretos. Saber los factores que forman a todo individuo y sociedad; los autores trazan así una guía para comprender por qué algunos países y culturas cuentan con ciertos elementos que les permiten avanzar más fácilmente que a otros.
Una de las pautas que ellos remarcan como importantes es que las culturas más exitosas “son aquellas que han sabido preservar los mejores aspectos de su tradición, al mismo tiempo que han estado dispuestas a innovar y buscar nuevos horizontes”. Hay muchos ejemplos en la Historia: Europa, que dio el salto adelante tras el Renacimiento una vez que empezó a innovar tecnológicamente y a expandirse comercialmente sin dejar de ser la cultura cristiana y grecolatina que era; Japón, que durante la Era Meiji se industrializó rápidamente pero nunca abandonó sus rasgos propios. Y más recientemente China, que primero derrumbó el viejo imperio clásico, y ahora demuele lentamente el régimen comunista para crecer.
Una segunda clave es el equilibrio entre “los instintos y las emociones”, y ampliado a nivel estructural, la armonía entre lo biológico (supervivencia, sexualidad y seguridad) y lo cultural, que no deja de ser la superestructura de toda sociedad actual. Esa armonía es vital para que todo el entramado no se hunda. Para ellos se trata de “aprender a armonizar nuestros instintos (nuestro cerebro reptiliano) con nuestras emociones (nuestro cerebro límbico) y nuestra lógica (el neocórtex)”.
Clotaire Rapaille y Andrés Roemer