¡Caramba! ya va por el cuarto volumen recopilatorio de los ‘Ranciofacts’ de Pedro Vera, un espejo deformante de la sociedad y sus defectos que suena a patada donde más duele, pero también al talento del murciano creador de Ortega y Pacheco o Nick Platino, uno de los corazones de El Jueves, y que nos abofetea con toda la caspa que se le cae a los españoles. Para bien o para mal, el humor como un martillazo.

IMÁGENES: Astiberri / ¡Caramba!

“Chichinabo”. “Arriba, al centro y p’adentro”. “Ya ves truz”. “Qué nivel, Maribel”. “Esto huele que alimenta”. “Que no te lo cuenten”. “Este fin de semana follo con fatatas y fimientos”. Existe una extensa cultura que con algo de desprecio se denomina “castiza” o incluso, con más desprecio, “casposa”, cuando en realidad son cultura popular heredada de generaciones. Lo cual, también, no significa que sea algo bueno en sí mismo. Suena “rancio”, en el sentido de algo caduco, tradicionalista, tópico, clichés que reflejan una forma de ser identificada con lo más conservador de la sociedad española. Pero que son compartidos por todos. En realidad los ‘Ranciofacts’ de Pedro Vera son un espejo deformante donde nos reflejamos grotescos y esperpénticos. El dibujante y guionista no es un pionero: hace casi un siglo Valle-Inclán ya hacía lo mismo, y le salió la jugada genial. Vera utiliza sus armas (el humor gráfico) para repetir el mismo proceso. Pero al ser visual igual hace más daño. Es decir, es más efectivo.

Astiberri, a través de el sello editorial ¡Caramba! recopila desde hace años las tiras de humor de Vera aglutinadas como ‘Ranciofacts’ y que ha publicado en varios medios, principalmente en El Jueves, y que con la edición integral tiene aspecto de obra maestra del humor gráfico español, libérrimo, asalvajado en ocasiones, puñetero casi siempre. El autor del tándem Ortega y Pacheco ya ha publicado cuatro volúmenes: ‘Ranciofacts’ (2014), ‘Mi puto cuñado’ (2015), ‘Rancio no, lo siguiente’ (2016) y ‘Saliendo de la zona de confort’, publicada a finales de 2018 y la excusa perfecta para hablar sobre él y su trabajo. Sobre ellos carga ese reflejo esperpéntico donde caben desde la telebasura que alimenta a una gran parte de la población a la figura del cuñado, idéntica al “redneck” de EEUU: el idiota persistente que no podemos quitarnos de encima.

 Pepe Colubi, en el prólogo del segundo volumen, con el “¡Cuñados del mundo, uníos!” como lema, define a Vera con humor como un “antropólogo” que “ha buceado las posibles situaciones y temáticas en las que los cuñados desarrollan su garrulismo ilustrado, y la conclusión es tan irrebatible como devastadora: están en todas partes y siempre tienen algo que decir”. El idiota de manual que se identifica con esa cultura tanto como el conservador ibérico que también recibe su dosis de esperpento. La clave de los ‘Ranciofacts’ es el juego de la vergüenza ajena: muchos nos hemos comportado alguna vez así, porque va dentro de la cultura popular, inserto en lo más profundo, pero al verlo de una manera tan explícita, como una autopsia, se nos ponen los mofletes rojos de vergüenza, propia y ajena. Un mundo alimentado por todo tipo de tópicos que sirven a Vera para echar más leña al fuego.

Otro de los prologuistas de los volúmenes de Vera es Santiago Segura, que en el tercero de ellos se preguntaba “¿Por qué es tan gracioso lo rancio?, ¿por qué dan risa estas porquerías?, ¿cómo nos podemos reír de las caries, cavidades y mellas de las dentaduras rancias de nuestros congéneres? En parte es gracias a él. El gran Pedro Vera. Su dibujo, tosco y grosero, pero certero y cruel, hipnotiza y fascina”. El murciano sabe bien cómo hacerlo: importa más el trazo grueso del impacto visual que el propio mensaje. Hay algo profundamente desasosegante en el estilo que usa Vera que es capaz de soliviantar sólo con verlo, entroncado lejanamente con aquella “Pandilla Basura” de los 80 que ya adelantó ese tipo de imagen cochambrosa y deformada. La caricatura y la sátira a un nivel diferente.

La conclusión es que el éxito de los ‘Ranciofacts’ es que todos arrastramos con esa identidad mohosa, el “rancios somos todos”: Vera apunta incluso al más culto y estilizado de todos los españoles, da igual tu cuenta bancaria o educación, todos hemos caído en esa trampa popular. Y al reventarla en nuestra cara es posible que Vera haya hecho más por reformar la cultura española que muchos otros. Al menos ha puesto ante nuestras narices lo misérrimos que podemos llegar a ser. El cuarto volumen de finales de 2018 sólo consagra una mina de oro que aparece cada poco en El Jueves, donde el dibujante no deja de producir. No es nada nuevo, pero igual de necesario que el esperpento nacional que Valle-Inclán clavó en ‘Luces de Bohemia’. Una tradición de siglos en otro formato.

¿Quién es Pedro Vera?

Pedro Verá (Murcia, 1967) creció con historietas populares como Mortadelo y Filemón, Vampus, Rufus y autores como Auraleón, Leo Durañona, José Ortiz, Richard Corben o el gran Jack Kirby; y como todo dibujante, la imagen es esencial, por lo que el cine también le alimentó (y alimenta), en especial sus adorados Francis Ford Coppola, Stanley Kubrick o incluso David Lynch. Tiene un estilo muy particular que le entronca con Robert Crumb, underground pero con un punto satírico mucho más afilado, como un exorcista de la sociedad de excesos, con la telebasura en el centro más destacado a modo de espejo de todos los defectos; el surrealismo, la exageración, el trazo grueso, la fusión de dibujo y fotografía, el color y el blanco y negro. Es grosero ex profeso como gancho: pequeños puñetazos que sirven como vehículo del mensaje, en ocasiones menos importante que sostener ese espejo deformante en el que vemos lo malo que tenemos. Y todo por la carcajada, aunque a Vera le ha salido muy rentable.

En 1993 recibió el premio al mejor guion en el Concurso Murcia Joven, y en el 94 ganó el Concurso de Cómic Ciudad de Cornellá. Fue fundador de la revista murciana El Tío Saín, y colaboró también en publicaciones nacionales como Subterfuge, La Comictiva, Kovalski Fly o Annabel Lee. El trabajo de Pedro Vera fue reconocido en 1995 al ser nominado como Autor revelación en el Salón del Cómic de Barcelona, y al año siguiente volvió a ganar en el Concurso Murcia Joven; al mismo tiempo arrancó una de sus colaboraciones más exitosas, ‘Ortega y Pacheco’ en La Opinión de Murcia (recopilados por ¡Caramba! en ‘Ortega y Pacheco Deluxe’). Ya en 1997 empezó a publicar con El Tío Saín otra de sus creaciones, Nick Platino. Pero sin duda su relación más fructífera es con El Jueves, empezada en 1998 y donde volcó las dos sagas mencionadas, convertidas ya en una pieza esencial del humor gráfico español. Ya desde 2012 empezó la serie ‘Ranciofacts’.

¡Caramba!, de sello de humor a parte de Astiberri

La editorial ¡Caramba! nació en 2011 como fanzine de humor, tanto en los textos como en el nivel gráfico, con historietas y viñetas. Fue un proyecto colectivo sin censuras y que buscaba, sobre todo, la libertad creativa en el humor. Fue un éxito, y aquel volumen llevó a sus impulsores a tomar el nombre de la publicación para bautizar su editorial, que se estrenó a finales de aquel mismo año con la intención de dar salida a cómics y libros de humor mientras exploraban las posibilidades que internet ofrecía para la venta, promoción y comunicación de sus publicaciones. Se adaptaban al nuevo escenario. La aventura duró cuatro años hasta que en 2015 ¡Caramba! fue absorbida por Astiberri, que ampliaba así su oferta y catálogo con uno de los formatos preferidos en España, la sátira gráfica; en la nueva etapa Manuel Bartual y Alba Diethelm son los directores de una hija privilegiada en papel y tinta que, además de la serie ‘Ranciofacts’, incluye ‘Humor cristiano’ de Alberto González Vázquez, ‘Let’s Pacheco! Una semana en familia’ de Carmen y Laura Pacheco, ‘Esto se ha hecho mil veces’ de Xabi Tolosa o los libros de El Hematocrítico, además de algunos de los principales exponentes del humor gráfico nacional como Paco Alcázar con ‘La industria de los sueños’ o Manel Fontdevila con ‘Reunión’, así como las primeras obras de autores como Néstor F, Molg H o Clara Soriano, entre otros.