Érase una vez un artista llamado Will Eisner, un hombre tranquilo y normal que en solitario convirtió el cómic en una forma de arte gracias a un tipo con antifaz. El 2 de junio se cumplen 75 años de su creación, The Spirit.

Llegó tarde. Para cuando él creó ‘The Spirit’ ya habían nacido dos de los monstruos devoradores del cómic, Superman y Batman. EEUU todavía no había entrado en el ciclo virtuoso de expansión económica y el cómic todavía era un asunto de niños y adolescentes con centavos sueltos en los bolsillos. En realidad se buscaba las lentejas, como todos. Pero aquel hombre cuyo único poder era su astucia y un antifaz iba a cambiarlo casi todo. En realidad no estaba forjando a un superhéroe, y de hecho nunca se le consideraría como tal. Es más, Will Eisner (1917-2005), el padre del mito, tiene una importancia capital en el cómic que no alcanza a tener ni Stan Lee. Básicamente porque Eisner (redoble de tambor) desarrolló esa cosa tan ampulosa llamada “novela gráfica”.

En el Salón del Cómic de Barcelona de este año se le rindió homenaje, a él y a su creación, recogida en ‘The Spirit: 75 años en Central City’, que reúne la cincuentena larga de ejemplares creados para The Spirit así como de otros autores que han dibujado el personaje, entre ellos los españoles Jordi Benet y Daniel Torres. En realidad no fue una obra ex profeso, sino más bien un relleno de un suplemento de prensa que el 2 de junio de 1940 (a punto de cumplirse). En aquellas páginas desveló a Denny Colt, un detective privado que colabora con la policía de Central City, la ciudad imaginaria de escenario (como Metrópolis o Gotham). Tras enfrentarse con un criminal llamado doctor Cobra se le da por muerto. En realidad está vivo y decide regresar como salido de la tumba reconvertido en The Spirit, un justiciero con antifaz que cobra recompensas por la caza de criminales y que sirve a la ciudad. Sólo una persona conoce su identidad, el comisario Dolan, con el que colaboraba antes de su “muerte”.

¿Les suena verdad? Es muy parecido a muchas otras historias de justicieros de papel y tinta. Pero ésta era distinta: frente al mundo de imposibles sin fin de DC y Marvel, Eisner creó un personaje moderno e innovador en la narrativa gráfica, era más “artístico” si se permite tal palabra. Entroncaba directamente con el legado de serie negra de Dashiell Hammett o Raymond Chandler que con lo que hacían en otras editoriales. Aquello le valió a Eisner trabajo, fama, respeto y admiración de mucha gente. De hecho fue el primer paso para que los mayores premios mundiales del cómic lleven su nombre. De hecho los entregó él en persona hasta su muerte.

The Spirit vivió entre 1940 y 1952. Regresaría luego con números especiales que reverdecían aquella creación magnífica tantas veces imitada. No estuvo solo. Muchos otros autores hicieron sus homenajes con nuevos números del personaje, pero él siempre pululaba por ahí mientras creaba maravillas que todo el mundo debería leer como la novela gráfica de relatos ‘La vida en la gran ciudad’. Por ejemplo en los años 80 se recuperó su existencia y las firmas eran de impresión: Alan Moore, Neil Gaiman, David Lloyd, Eddie Campbell, los españoles Daniel Torres y Jordi Bernet… y más. Lo que da cuerpo a The Spirit fue una inteligente mezcla de modernidad gráfica (muy por delante de Batman o Superman) combinada con el género negro que triunfaba en EEUU en aquellas dos décadas de expansión “imperial” de América del Norte. Y con humor, a veces irónica, otras más blanco, pero siempre con pequeñas pinceladas que hacían al lector más cómplice. Frente a los héroes perfectos u oscuros de DC y Marvel aparecía aquel justiciero muy humano en los buenos sentidos.

Fue incluso objeto de una adaptación al cine no demasiado buena ni exitosa que intentó captar el estilo pero sin conseguirlo. Fue en 2008, dirigida por Frank Miller (no tan buen director de cine como autor de cómic, desde luego), con Gabriel Macht interpretando a The Spirit rodeado de rostros más conocidos como Scarlett Johansson, Samuel L. Jackson, Eva Mendes y Paz Vega entre otros. De hecho la crítica la machacó con frases como “The Spirit es amanerada hasta el punto de la locura. No hay ni rastro de emoción humana en ella. Llamar a sus personajes acartonados es insultar a material tan útil”, la crítica del Chicago Tribune.

The Spirit tuvo un calado mucho más grande que sus ventas. En EEUU está considerada obra de culto, canónica, como una sinfonía de Beethoven, porque fue original frente a la industrialización editorial del cómic y sobre todo se adelantó a muchas de las cosas que se haría luego en los años 60. Eisner influyó en muchos autores. Creó en apenas siete páginas por entrega escenas de presentación y desarrollo que todavía hoy son vistas como pura originalidad, un gran impacto visual que sentó cátedra y que son producto de un autor inimitable. Eisner hizo lo que hizo porque era Eisner y nadie más lo haría así, aunque le imitara. Y tuvo muchos “copycat”.

Eisner se sacó de la manga un detective con sombrero Fedora, guantes, antifaz y un simple traje anodino de ejecutivo, con el consabido abrigo que si soplaba el viento podía imitar a una capa. Muy años 40 y al mismo tiempo nada que ver con aquella década donde los héroes llevaban leotardos, capa y escudo en el pecho. En toda su vida como creación, a pesar de los cambios, Denny Colt / The Spirit no sólo colabora con Dolan sino que también se relaciona con la hija de éste, como un asidero de normalidad sexual frente a un truco de Eisner para no aburrir: la sucesión de mujeres fatales que no paran de tentarle. En ese escenario Eisner desarrolló un cómic de género negro que nada tenía que ver con Superman o Batman. El género policiaco se mezclaba con guiños de humor y un abanico de villanos que parecían más jefes de la mafia de las películas de los 90 que malvados al estilo de los superhéroes.

Uno de los pocos puntos oscuros de la creación fue el uso deliberado de clichés y estereotipos en los personajes afroamericanos y en muchas mujeres. Eisner siempre lamentó públicamente haber caído en esos estereotipos, pero como él mismo dijo “eran los años 40”. Un tiempo donde no había vergüenza por el racismo y donde el papel de la mujer seguía siendo residual a pesar de la revolución de meterlas en las fábricas a trabajar durante la guerra. Con uno de los ayudantes de The Spirit, Ebony White, siempre ha habido críticas feroces, pero el personaje evolucionó con los años para adecuarse a una imagen más realista.

Will Eisner

Una de las célebres dobles portadas de Eisner que cimentaron el éxito de The Spirit

Ejemplo de la evolución: a la izquierda, una viñeta de Eisner, con el toque de humor que le hizo famoso; a la derecha, una de las viñetas-tributo actuales, en este caso de Moritat

Las portadas: a la izquierda, una de las clásicas de los años 40-50; a la derecha, la del tributo al trabajo de Eisner en años recientes

Cartel de la fallida adaptación al cine del personaje